Sacrificios

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     Escucho el rugido de los motores e imagino la misma escena que ya he visto en múltiples ocasiones; un transporte elevándose verticalmente, sus toberas expulsando gases al límite de su capacidad, y un ruido de mil demonios que fastidia a todo bicho viviente a centenares de metros a la redonda...

—Ahí van los condenados de este año —expreso en voz alta con la mirada fija en un punto del techo, como si pudiera ver alejarse a la nave.

—Así es —confirma Blenda—. Pasaje de ida hasta Ceres con "contrato" indefinido para trabajar en las minas.

—Es el pago por rebelarse contra nuestro Líder —sentencia Gershaw sin un ápice de piedad—. En las minas, quieran o no, cumplirán con nuestra sociedad —apuró su cerveza y la arrojó al reciclador.

—¿Los viste antes de que subieran al transporte? —le pregunto mientras abro otra lata y se la ofrezco.

—No. Ya he tratado con demasiados de esos subversivos que sólo buscan arruinar lo que tanto nos ha costado construir. ¿Por qué lo preguntas?

—Estaban famélicos, algunos de ellos parecían enfermos...

—¿Y qué?

—Lo que Darent quiere decir —interviene Blenda— es que esos rebeldes no durarán mucho en las minas. No el tiempo suficiente para, como dices, compensar a la sociedad. ¿Lo comprendes ahora, Gershaw, cabeza de chorlito?

—¡Eh!, no te pases —le apunta con un dedo—. Vale, sí lo entiendo... pero me da igual. Lo importante es que esos —apuntó hacia arriba— ya no suponen una amenaza. Por lo que a mí respecta esa nave puede estallar ahora mismo...

Una terrible explosión nos arroja al suelo... Sobre el barracón caen restos de la nave... Hay heridos por todas partes.

Me vuelvo hacia los dos soldados más próximos:

—¡Detengan al coronel Gershaw!¡Es un traidor!

Obedecen sin rechistar.

Gershaw protesta mientras lo sujetan.

—¿¡De qué hablas!? ¿¡Te has vuelto loco!? ¡¡Ha sido una puta casualidad!!

Blenda corrobora mi versión.

—Sabes que no existen las casualidades. Los hechos son que la nave ha estallado justo después de que dijeras que podía hacerlo; eso te convierte en sospechoso de destruir una valiosa propiedad del gobierno.

—¡No he destruido una mierda!

—No temas —continúa Blenda—, tendrás un proceso justo. ¿O acaso no crees en la justicia de nuestro Líder?

La pregunta hace enmudecer a Gershaw.

Esbozo una sonrisa furtiva, aunque lamento la suerte de los rebeldes del transporte. Esta lucha nos exige enormes sacrificios.



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