6. Humana vs Zapato

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Chris se removió incómoda y miró con extrañeza los zapatos, por alguna razón sentía como si se hubiesen encajado a sus pies.

Se levantó de un respingo y sacudió las piernas con la esperanza de que se quitaran y ella pudiera irse de una vez por todas, ya que no poseía el mismo ánimo que cuando había llegado al lugar y no sabía si esto era a causa del cansancio o por, aunque sonara loco, culpa de los zapatos.

—Esto debe de tener un truco escondido, tal vez... —murmuró y fijó la mirada en la caja de los zapatos que se encontraba con la parte de arriba chocando junto al brazo de Chris, dejando a la vista unos cuantos papeles que sobresalían de su interior.

Tomó la caja para examinarla y esta tenía una textura un tanto diferente a la que había tocado antes, como si estuviera afelpada, por eso su tacto se sentía suave y acolchonado, parecido a la sensación que causaban los zapatos.

Echó a un lado los papeles y al no encontrar nada útil en la caja decidió echarla a un lado, soltó un suspiro pesado y permaneció en silencio por unos minutos, lo que más le atormentaba era el no saber cómo disfrazaría los zapatos, ya que, estos no parecían tener intención de dejar sus pies.

— ¡Seas quien seas, ya sal de tu escondite y dime que es todo una broma pesada! Por favor... —susurró derrotada y se sentó en la butaca con la mirada perdida.

Cuando se cansó de sentir pena por sí misma se levantó y emprendió a caminar por todo el almacén, una que otra vez miraba de reojo a los zapatos pensando en que ya se habían esfumado, pero el color amarillo le recibía siempre que bajaba la mirada.

De repente tuvo un ataque de frustración y comenzó a sacudir los pies violentamente, haciendo que le dolieran mucho más, una mueca de dolor se formó en su rostro cuando sintió como un calambre envolvió su rodilla derecha, causando que se cayera de trasero, apoyó las manos a un lado de su cadera y dejó caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos al instante.

Pequeñas punzadas hacían que su rodilla doliera cada vez más, levantó la cabeza y a pesar del potente reflejo de la luz pudo distinguir una bolsa negra donde terminaban las estanterías, con un poco de dificultad se levantó y se dirigió a donde se encontraba la gran bolsa, estaba posicionada junto a una puerta que no tenía ganas de abrir, simplemente tomó la bolsa y comenzó a revisarla.

Sonrió al encontrar dentro muchísimas bolsas más que tenían el diseño de una tienda de la ciudad, achicó los ojos por unos segundos y luego miró a los zapatos, levantó la bolsa y se la llevó a donde se encontraba la butaca.

Sin pensarlo dos veces tomó una pequeña bolsa negra, levantó la pierna derecha y con un poco de dificultad la posicionó encima de la mesa, introdujo su pie en la bolsa e hizo un nudo para que no se desatara, una débil risa salió de su boca y se preguntó mentalmente cómo había llegado a estar con unos zapatos mágicos puestos, pensó en que tal vez Angelo se refería a los zapatos cuando mencionó lo de sucesos extraños ocurridos en ese lugar.

— ¿Por qué estas cosas solo me pasan a mí? —preguntó al aire cuando tuvo ambos pies dentro de las bolsas, por fin logrando ocultar el color amarillo de los zapatos, sonrió para su interior y se levantó con rapidez, inspeccionó el lugar y caminó hasta la pequeña puerta con la intención de irse.

Tras luchar un poco con la cerradura logró abrir -de forma brusca- la puerta, cuando salió anduvo siempre por la acera tratando de esquivar cualquier tipo de desnivel u obstáculo que pudiera hacerle detenerse por lo menos un segundo, tenía mucha prisa por llegar a la estación ya que estaba a punto de oscurecer completamente y el último autobús no tardaba en salir.

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