Capítulo I: La nueva normalidad

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A Lydia le tomó un momento debatir entre qué era más incómodo, si tener su primer día de clase de secundaria (sorprendentemente entrando dos años antes del final, todo gracias a sus excelentes resultados en su examen) o que sus padres vigilaran cada uno de sus movimientos.

Lo único que faltaba era que sacaran un medidor de psicopatía, si existiese, para ver cuán loca estaba. Hacía ya una semana que se había mudado con sus padres nuevamente, y a pesar de que todo el camino de regreso fue sumamente incómodo, con sus dos padres intercambiando miradas mientras ella se encontraba en el asiento trasero agarrando su bolso con las pocas pertenencias que tenía (más que nada libros), el estar en esa casa subió ese nivel de incomodad a cifras extraordinarias.

Desde el primer encuentro con su hermano, quien, claramente, no pudo evitar mencionar que se veía bien para haber estado en un psiquiátrico. Hasta el descubrimiento de que sus padres les habían estado mintiendo a todo el mundo.

Sabía que su madre jamás sería capaz de aceptar tener una hija "no normal", al fin y al cabo, cada vez que ella pasaba por el comedor, o se sentaba a cenar, veía la forma en la que sus padres la miraban, incluido Jasón. Como si esperaran que tuviera un ataque y saltara sobre ellos, o empezara a hablar con una persona que no estuviera allí.

Es por eso que prefería pasar la mayor parte de su tiempo en su habitación, la misma habitación que había tenido cuando era pequeña, pero que ahora estaba sutilmente diferente.

Quería decir, allí estaba, la misma cama que siempre había tenido, inclusive las mariposas que había comprado con doce años seguían colgadas. Pero era diferente, como si la seguridad que una vez le había brindado ya no existiera.

Suponía que era debido a que una vez que eres arrojada a la oscuridad y sacada de allí, todo lo que puedes ver son las esquinas oscuras en cada lugar al que iba.

Luego estaba la cosa de la mentira, la cual había descubierto esa mañana cuando se había sentado en las escaleras de la entrada de la casa para poder aspirar un poco de aire y acostumbrarse al exterior. Mientras se hallaba allí, su vecina, Amelia Hudson, se había acercado a ella con su sombrero de podar. La anciana, que Lydia recordaba perfectamente de su niñez, la había felicitado por su viaje a Francia y por haber regresado a casa luego de un periodo de "estudio en el extranjero". Claro que Lydia no le iba a mencionar que su "estudio en el extranjero", era una excusa y se había pasado un tiempo de calidad en un loquero.

Así que se había limitado a sonreír y darle la gracias, mientras que la mujer le decía que estaba hecha una señorita y que extrañaba que la ayudara con su jardín. Luego la había invitado a visitarla cuando quisiera, Lydia aceptó encantada, aunque claramente no era una promesa que pensara mantener.

Mientras Amelia continuaba hablando sobre cosas de Beacon Hills que habían sucedido mientras no estaba, Lydia tuvo que sonreír y fingir que realmente estaba interesada, cuando todo lo que podía pensar era que sus padres realmente le habían dicho al resto que estaba estudiando en el extranjero cuando en realidad estaba en un psiquiátrico. Y como si no fuera lo suficientemente difícil volver a intentar tener una vida normal, ahora tenía que pretender que era una estudiante muy aplicada del exterior.

Claro que lo del estudio no era un problema, ella había tenido bastante tiempo de lectura mientras estaba en Eichen, el problema era que no fueron capaces de decirle su mentira y se había tenido que enterar por su vecina.

Casi se rió por eso, si supiera como reír, claro, no tenía demasiados motivos para ser feliz en esos momentos. ¿Amelia la vería diferente si supiera la verdad? Se preguntó.

Grita | Teen Wolf #1|Where stories live. Discover now