Capitulo IV: Heridas del pasado

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—¿Te encuentras mejor?—fue la primera pregunta que su madre le hizo enseguida que bajo las escaleras. El desayuno estaba servido y su hermano se encontraba devorando una tostada. Se pregunto si eso siquiera era posible.

—Si—contesto, realmente solo quería tomar un café y olvidar lo que había sucedido anoche. Olvidar la pesadilla que había tenido, olvidar las voces—  ¿Esta listo el café?

—Sobre la mesa —dijo su madre, la miro por un segundo antes de darse la vuelta y atender la sartén. EL olor a omellet cocinándose, hizo que su estomago gruñera. Se sentó en la silla junto a su hermano, mientras tomaba la taza de café y la llevaba a sus labios.

—Así que...—comenzó este, terminando de tragar su tostada, y tosiendo un poco— Pesadillas, ¿eh?

Ella asintió, sin saber exactamente el porqué de su tono burlón.

—Sabes, hoy fui al baño —dijo Jasón mirándola de reojo, como si supiera algo— y había manchas de sangre, ¿te cortaste?

Ella asintió nuevamente, un tanto sorprendida por el tono directo de su voz. Aunque tardo un poco en darse cuenta a qué clase de "corte" se refería el, y rápidamente lo arregló.

—La estúpida hoja de afeitar —la excusa se deslizo rápidamente sobre sus labios y se sorprendió por la facilidad con que mentía. No es que tuviera mucha práctica, es decir, no había tenido a nadie a quien mentirle. Más allá de a su psiquiatra.

Este asintió, aunque una parte de ella se quedo preguntando si este le había creído en absoluto. Ninguna expresión en su rostro parecía delatar que la mentira que le había dicho, hubiera sido falsa para él.

—La próxima vez, asegúrate de limpiarlo—dijo negando— hoy tengo que llevarte a clases, así que termina rápido.

—Eres tu el que aun está comiendo—dijo ella viendo como este le untaba mantequilla a otra tostada— y eres tu el que siempre llega tarde.

—Sí, eso es cierto—rio, ella casi sonrió por el hecho de que casi parecían hermanos normales...casi. Sin contar el hecho de que ella se había ido cuando este aun era pequeño, quizás unos años mayor que ella, pero pequeño. Se había perdido todo de la vida de su hermano, su primer juego, como descubrió su pasión por el basquetbol, su primera novia...todo.

Ese hecho, hizo que se quedara mirando la taza fijamente y sin parpadear. Solía mirar puntos fijos cuando algo atenazaba su mente, o cuando las voces se volvían demasiado insistentes. Las voces, se pregunto porque únicamente escuchaba la voz de ese chico y ahora la de esa chica, recordaba cuando era pequeña, todas las voces que parecían decirle, una y otra vez cosas. Dile a mi padre que lo quiero, dile a Merck que no fue su culpa, Shannon es una zorra pero no fue hasta que cumplió 15 años, cuando estaba dentro del psiquiátrico, que la primera voz había aparecido. Había sido una noche fría, lo recordaba debido a que la lluvia había golpeado su ventana, ella había tenido tanto miedo. Se había acurrucado en la fría manta, y la voz, se había deslizado a su lado. Al principio, eran solo murmullos, palabras indescifrables, no podía entenderlas. Y cometió su primer error: preguntar. Algo que había aprendido, es que la única forma de dejar entrar a las voces, era escucharlas.

—¿Quién eres? —había preguntado, un suave roce en su espalda.

—No quién soy, quien eres —le respondió la voz— Quien eres...

—¿Qué quieres? —la pregunta salió directamente desde una parte dentro de ella, no entendía porque había preguntado eso. Nunca debes preguntarle que quiere a una voz...nunca es bueno.

—No que quiero, que quieres—susurro la voz

—¿Qué quiero? —pregunto ella entonces temblando de repente ante el escalofrió que la recorrió. Lo sintió desde el comienzo de las uñas de sus pies, hasta la punta de sus cabellos.

—Quieres gritar —le respondió. Esa simple declaración, la dejo petrificada en su sitio.

Ese había sido el comienzo de todo, la voz no la había abandonado desde entonces. Siempre decía lo sino, siempre quería lo mismo: que gritara. A veces se preguntaba porque quería que lo hiciera, a veces también se preguntaba porque no lo hacía. Quizás así la voz la dejaría en paz, pero una parte de ella, rechazaba la idea de gritar. Como si al gritar, algo malo sucediera. Con el tiempo, había aprendido cuatro reglas que había seguido hasta el día de hoy:

1. No los Escuches

2. No les contestes

3. No los veas

4. No grites

Había roto esas reglas anoche, ella había gritado, había hablado con la voz, lo había escuchado... ¿Por qué no lo había visto? debido a que nunca supo quien era en realidad, se pregunto porque no. Comúnmente, las voces tendían a ir a por ella, verla, atormentarla. Esta voz nunca había aparecido. ¿Era acaso su forma tan aterradora, que su vista podría matarla? ¿O era acaso, que no tenia forma y solo era una imaginación de su mente perturbada?

—¡Hey!, ¡Hey!—alguien sacudió sus dedos frente a ella, levantando la mirada, vio a su hermano. Su rostro era una máscara de exasperación— Sabes, llegamos tarde, así que apresúrate. Te esperare en el auto.

Ella lo vio salir por la puerta, dejando la taza, se levanto y tomo su bolso que se encontraba en el sofá. Lo había dejado ya preparado la noche anterior. Salió de la casa, dándole un beso de lejos a su madre, y corrió hacia el auto. Abriendo la puerta, se sentó y se abrocho el cinturón, mientras su hermano encendía el coche. La canción de Welcome to my life de Simple Plan sonó en todo el lugar. Su hermano solía escuchar esa banda, o bueno, antes de que ella se fuera, recordaba la misma canción siendo reproducida.

—Así que...—empezó este, se notaba de lejos lo incomodo que estaba— ¿Qué tienes a primera?

—Inglés—contesto ella— ¿Te ha obligado mama a hablarme?

Este miro alrededor, incomodo de repente. Lydia no tardo en darse cuenta de eso, Jasón era la persona más transparente que siempre había existido. Solía recordar que de pequeña siempre le atrapaba mintiendo... O intentándolo.

—¿Se nota tanto?—pregunto

—Si —dijo ella hizo una mueca— no tienes que hacerlo, ya es suficiente extraño para todos. Digo, no me viste desde que tenía 12 años, así que es comprensible que sientas que soy una extraña. Yo me siento así contigo.

—¿Enserio? —pregunto él mirándola mientras ese detenía en un semáforo en rojo. Ella asintió con pesar.

—Es lo que sucede cuando dos amigos se separan por tanto tiempo—dijo ella haciendo una mueca— cuando se reencuentran apenas se reconocen.

—Pero nosotros no éramos amigos ¿no?—pregunto el frenando el coche frente a la escuela, cuando ella fue a abrirla este la detuvo— espera... ¿Alguna vez me perdonaste por lo que hice?

Ella se quedo en silencio

—¿Por decirle a mamá y papá lo de las voces?—pregunto ella— ¿Y que por esa razón me enviaran a un psiquiátrico?

El asintió, lentamente

—Supongo que sí—se hundió de hombros— pero...realmente no lo sé. No sé cómo debería sentirme aun respecto a eso, era pequeña y supongo que confié en la persona equivocada.

El timbre sonó y abrió la puerta antes de que su hermano pudiera detenerla

Grita | Teen Wolf #1|Where stories live. Discover now