Capitulo VIII: Siempre hay un precio que pagar

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Una voz susurraba a su oído, había movimiento. Un olor singular, como el de...un hospital.

Siempre hay un precio que pagar —esa voz...la voz de la chica... ¿Dónde estaba?

Parpadeo varias veces para poder acostumbrarse a la luz, y miro alrededor. Paredes blancas, cama blanca, el olor singular. Estaba en un hospital, había pasado lo suficiente internada para saber a donde era enviada la gente enferma. Miro alrededor nuevamente, sin perder un detalle. El reloj sobre la puerta le dio una indicación de la hora: 8:59. ¿Cómo había llegado allí? ¿Dónde estaba la voz?

—¿Quién eres? —pregunto ella, su voz apenas sonó un susurro, ronca y rota por el grito que había dado.

Siempre hay un precio que pagar

Ella frunció el ceño mientras luchaba por sentarse en la cama, frunciendo el ceño.

—¿Qué precio? —Pregunto confundida ante lo que la voz decía— ¿Qué precio hay que pagar?

Nadie respondió y la pregunta quedo colgando en el aire.

Estaba por preguntar nuevamente cuando la puerta se abrió abruptamente y el doctor entró. Por su apariencia, podía ser apenas un graduado de la universidad, pero su rostro era... diferente. Parecía teñido con tragedia, solo dándole un vistazo, Lydia se dio cuenta de que ese hombre presencio muchas muertes. Eso dejaba una carga, una mancha en el alma.

—Veo que estas despierta —dijo el doctor, llevaba la típica bata de hospital blanca, y tenía una tablilla en su mano izquierda.— ¿Recuerdas como llegaste aquí?

Ella negó lentamente, sintiendo un escozor en su mano. Apenas miro la venda que se encontraba alrededor, ni se toco la frente donde sentía otra.

—Tuviste un accidente, tú y tu familia —dijo este lentamente— tus padres están bien, en estos momentos están en la recepción llenando unos papeles y hablando con la policía sobre lo que sucedió.

Lydia tuvo una sensación aterradora, como cuando presientes que algo malo sucederá. Ese nudo en el estomago, la presión en la garganta, la falta de aire.

—¿Dónde está Jasón? —pregunto lentamente

El doctor se quedo en silencio un momento y unió ambas manos sobre la tablilla.

—¡¿Dónde está Jasón?! —grito intentando soltarse de los tubos que tenia sobre la piel.

—Calmase Lydia —dijo el doctor— ¡enfermera!

Ella intento soltarse, llego al cuarto tubo cuando una enfermera entro en la sala con una inyección en su mano.

—¡No! —grito, recordando los primeros días en el psiquiátrico.

—¡Enfermeros! —la voz del doctor Cordero se mezclo con las del presente en una combinación acida— ¡Enfermeros!

Los enfermeros la sostuvieron fuertemente mientras el doctor acercaba la inyección a su brazo

—¡No! —Grito a todo pulmón— ¡No!

—Es por tu bien —dijo el doctor—  todo se pondrá bien...

—Te lo explicare todo cuando despiertes —dijo el doctor cuando Lydia cayo inconsciente debido al sedante.

Solo que no sabía, que no sería necesario. Lydia ya lo sabía. Profundamente dentro de ella...lo sabía.

Jasón...había muerto.

........................

Lydia abrió los ojos, la habitación se encontraba oscura. Debía de ser de noche, se pregunto cuánto había estado inconsciente y un vistazo al reloj se lo develo, 22:00 pm. Llevaba 13 horas inconscientes.

Se sentó en la cama y empezó a quitarse los tubos que habían sido vueltos a colocar, seguramente cuando estaba en estado de coma por ese maldito sedante.

—¿Ese era el precio no? —pregunto, no hubo nada en su voz que delatara emoción. Había perdido a su hermano, una extraña sensación de calma se instalo en ella, tan aterradora que unos se preguntarían si su corazón no se hubiera convertido en hielo.

—Siempre hay un precio que pagar

—¿Por qué? —pregunto lentamente— ¿A qué se debe ese precio que debía pagar? ¿Qué es lo que hice para que tuvieran que castigarme así?

La voz se mantuvo tanto tiempo en silencio, que Lydia se pregunto si respondería. Hasta que finalmente lo hizo...y se arrepintió de ello.

Gritar

El silencio se extendió entre ambas, Lydia no sabía que responder a ello.

—No entiendo porque —dijo— ¿Qué tiene que grite? Mucha gente lo hace, ¿Quién eres tú? ¿Quién es él? ¿Qué quieren?

—El...yo...tu...nosotros —dijo la voz, era incluso más escalofriante que la del hombre— Quien eres, quienes somos...quienes seremos. Demasiadas preguntas Lydia, pero, quizás solo debas preguntarte una.

—¿Y cuál es? —pregunto casi histérica

—¿Por qué las voces te piden que grites? —Dijo la voz— responde a esa pregunta, y entenderás todo.

Ella frunció el ceño

—Pero, no sé porque me lo piden—dijo ella negando— ¿Por qué  no me lo dices?

Miro alrededor, buscando con la mirada por si aparecía. Incluso llegando a mirar el espejo. Pocas veces lo hacía, los espejos eran traicioneros. No solo reflejaban quien eras, reflejaban quien estaba contigo. La leyenda de Mary la sangrienta (Bloody Marry mejor conocida) contaba el hecho de una mujer apareciendo en los espejos al ser convocada. Solo que, no era porque simplemente se le diera por aparecer en los espejos. No, los espejos captan el alma, son como los perros en cierta forma, ven más allá del plano físico. Ven el mundo que realmente hay a tu alrededor.

Pero allí no había nadie.

—¿Por qué no apareces? —Pregunto luego— ¿Por qué no das la cara y me muestras quien eres?

La voz no respondió hasta unos minutos después.

No esta lista —dijo— no aun. Pero debes responder a esa pregunta que ronda tu mente, antes de que sea demasiado tarde...te estás quedando sin tiempo Lydia, tu y la gente a la que quieres.

Ella se quedo en silencio

—¿Por qué debería hacer algo? —Pregunto— mataste a mi hermano

No fui yo —la voz era monótona, sin emoción en su declaración— es el equilibrio, las parcas deciden eso. Las parcas vieron el desequilibrio con tu grito, estas despertando cosas que no debes ser despertadas Lydia...podrías causar más que la muerte de tu hermano.

Ella se quedo en silencio y camino hasta tomar la chaqueta que había sobre la silla

¿A dónde vas?

—A resolver esto de una vez por todas —dijo ella— la única forma de que sepa que está sucediendo...es ir a esa casa de nuevo.

Luego de eso, salió de allí lo más silenciosa que pudo. En su último intento por sostener lo que quedaba de su vida.

La pregunta era si lo lograría.

Grita | Teen Wolf #1|Where stories live. Discover now