Cerezo marchito

2K 184 28
                                    


Las semanas pasaron. Tres para ser exactos. Mi relación con Sakura iba mejorando poco a poco, si es que podría llamarlo una mejora. La comunicación entre ambos, los hábitos distintos, parecía que todo iba acomodándose poco a poco, matando la rutina y haciendo que nuestro día a día fuera tranquilo y lleno de paz.

Claro que habían algunos inconvenientes por la falta de comunicación (de parte mía, sobre todo) o costumbres totalmente diferentes. Como yo siempre había vivido solo, tenía muy poco conocimiento sobre algunas cosas y más sobre cenas familiares o deberes repartidos, era allí donde las discusiones empezaban por si solas, y ambos teníamos que arreglarlo.

Ella era demasiado comprensiva y me hacía sentir como el malvado de la historia, sin embargo, yo sabía cómo hacer que ella se alegrara y perdonara mis errores. Era fácil de complacer y el sonido de su risa o sus palabras, lograban tranquilizar cualquier preocupación o enfado que yo pudiese sentir.

Las noches eran las más calmadas. Ella aun no sabía que, cuando la luna estaba en el punto más alto de la aldea, me escabullía en su habitación y acallaba las pesadillas que guardaba en su interior. Ya era una rutina, una costumbre que habíamos creado entre ambos. Era algo agotador e incómodo tener que dormir en el suelo, solo tomando su mano, pero cuando la veía con el rostro más clamado y con una pequeña sonrisa surcando sus labios, toda incomodidad o malestar abandonaba mi cuerpo y me tranquilizaba.

— Sasuke-kun — escuché su voz frente a mí — Naruto dijo que vendría a visitarnos, ¿estás listo para recibirlo?

— Es solo Naruto —dije algo fastidiado — no es como que fuera demasiado importante.

— Es nuestro mejor amigo, Sasuke-kun — cruzó sus brazos mientras negaba con la cabeza — deberíamos darle un buen recibimiento.

Bufé fastidiado y me levanté del sillón donde me encontraba sentado hasta hace unos minutos. ¿Qué se supone que debería hacer para recibir a Naruto? La limpieza es obra de Sakura y, vamos, no es que yo sea un flojo, es simplemente que no puedo hacerlo debido a mi falta de brazo. Claro, que aquel asunto estaba viéndolo con Tsunade, ya que no quería dejar todos los quehaceres en manos de ella.

Me dispuse a recoger todo lo que estaba en el suelo, para que el ambiente esté algo más limpio. Desde que nos mudamos juntos, Naruto solo ha venido un par de veces. Como es candidato a hokage y el héroe de la villa, tiene algunas obligaciones de las que muy difícilmente puede zafarse.

Terminé de recoger todo y la ayudé a preparar el almuerzo. No eran difíciles las tareas que ella me daba, por lo que siempre terminaba antes que la misma Sakura. Parte de los hábitos que teníamos era que ambos hacíamos las comidas juntos. Ambos éramos demasiado tercos, por lo que era mejor repartir las tareas, antes que empezar una discusión, por quien lo hacía.

— Sabía que harías lo que fuera por tu mejor amigo — dijo de forma burlona.

— Si no me hubieses obligado, seguiría en ese sillón disfrutando de la lectura.

Ella comenzó a reír y se aceró a mí. Su cercanía, antes de sentirse como una amenaza, era reconfortante.

— Aunque lo niegues, sé que te mueres por ver a Naruto — me miró fijamente — odias no tener con quien discutir.

— Tengo suficiente contigo —dije casi sin darme cuenta.

— Admito que adoro nuestras discusiones — otra vez aquella forma burlona — pero no es lo mismo que decirle "dobe" a Naruto y empezar una pelea por el mas mínimo detalle.

Someone to stay (Alguien para quedarse)Where stories live. Discover now