Lo imposible tiene banda sonora

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Estoy cansada. Cansada de verdades a medias con las medias rotas y sin las medidas necesarias para entrar dentro de lo políticamente correcto.

Puede que el problema no sea otro que el que se espere de mi mente turbulenta lo correcto; sin entrar en política, que sería zambullirse de lleno en el vacío legal de lo polémico.

Estoy cansada, y aunque lleve varias noches sin pegar ojo y mis párpados amenacen con colisionar, no consigo levantar el vuelo del colchón; ya ni hablemos del de la falda.

Tampoco voy a hablar de faldas aunque a los demás os pongan. Yo no me las pongo.

Quiero gritarle al blanco que me intenta intimidar que me quiero tatuar su verano en el ventrículo izquierdo para llevarlo siempre conmigo y que se descongele, de una vez por todas, por todas las veces que ha caído a bajo cero y el frío me ha calado los huesos más de lo que lo hizo el querer al amor.

Aunque aún me crea escéptica y siga creyendo que no lo hago. Lo de creer, digo. En él. Y en él tampoco.

En ninguno de los dos; si es que no resultan ser el mismo.

Sólo sé que siempre acabo sabiendo más de lo que quiero. De lo que quiero saber. De lo que quiero no sé nada. Porque ir un paso por delante no significa saber más, sino caminar más rápido. Y he aprendido a querer despacio porque ya no te tengo prisa. Me gusta hacerlo lento.

Para disfrutar del paisaje. Y del pasaje. O del pasajero.

O de lo que sea que decida paseárseme por el lóbulo temporal a tiempo de hacer lo incorrecto.

A sus ojos verdesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz