Elegí perderme porque era más fácil que admitir que estaba perdida;
y me acojoné tanto como siempre
–y aún más que nunca–
cuando me di cuenta de que le había buscado las cosquillas
a quien no quería ser encontrado,
y se refugiaba de la lluvia
bajo dos pupilas de noche y estrellas
que estaban puestas y vacías de todo...De todo, menos de vida.
Y yo sólo quería desintoxicarme del mundo y de falacias mundanas.
Sólo me quería sola y con hielo.
Y ahí acabé: buscándome la vena, aguja en mano;
esperando el paro con la última dosis
del éxtasis de la brisa de tu aliento y tu mirada sucia
y el fuego recorriendo y recordándome viva cuando me decías mía.Y aluciné.
Como cuando tus dedos fríos me corrían por la espalda
cuando me subías la blusa
y susurrabas al viento que algún día no sería sólo una ilusión vacía;
sino que sería,
eso...Que sería tuya.
Que sería algo más que un comienzo sin un maldito principio,
que ningún final amargo pararía mi camino
porque lo olvidaría todo
y empezaría por seguir tus pasos.Que sería;
del verbo ser siendo
y no pareciendo que soy.Y así pues, con complejo de una Eurídice sin su Orfeo,
me embarqué en un embauco nuevo
teniendo a Caronte por barquero,
que sin hacer preguntas
–y yo sin poder pagar mi periplo al inframundo–,
surcó las aguas de las lágrimas amargas de mi Aqueronte difunto.Así que me perdí y viví entre almas perdidas
porque me abracé a la semejanza;
porque más vale muerta en vida
que vivir sin estar viva.Por eso me perdí:
porque era más fácil que admitir que estaba perdida.
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A sus ojos verdes
PoetryA un par de pozos verdes sin fondo; la oscuridad más tentadora a la que jamás me había enfrentado.