Almas Gemelas

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Sakito miraba la forma en que su esposo se arreglaba para salir a una posible batalla. Habían recibido noticias del Portal. Aquello era sumamente importante para todos los demonios, pues se decía que el Portal era la llave hacia los Desterrados, los verdaderos poseedores de la verdad del mundo; los únicos que podían resarcir el nombre de los demonios y explicar cuál era su propósito en el mundo. Sólo que había un pequeño problema, los Desterrados querían desatar el Apocalipsis.

Tanto él como Shou, conocían mucho sobre el tema, pues habían dedicado la mayor parte de su existencia a limpiar el nombre de los demonios y a parar la masacre que mermaba a los de su especie al pasar de los años. Eran una especie de activistas, y como tal, se enteraban de muchas cosas, pues se movían en mundos olvidados por el hombre e incluso por los ángeles; siempre en busca de una respuesta. ¿Por qué los demonios debían castigar a los humanos? ¿Por qué podían ejercer cierta influencia sobre ellos para orillarlos a pecar? Si los ángeles los protegían.

El rubio se sabía la historia oficial de memoria, pero también conocía la verdadera razón de por qué los demonios protegían a la madre tierra. Lo que no entendía era por qué entonces los humanos existían, por qué hacían lo qué hacían y no merecían una penitencia, si ellos mismos la pregonaban.

Milenios atrás, Luzbel había caído al enamorarse de Gaia, la protectora de la tierra. Renunció a sus derechos de ángel cuando se dio cuenta del daño que los humanos le ocasionaban a su amada y en cambio, Gaia le concedió poderes especiales para castigarlos, los cuales pasó a su progenie y a aquellos que lo habían seguido en su caída jurándole lealtad.

Se decía que los Desterrados tentaron a Luzbel para unirse a ellos, pero este se rehusó y fue entonces cuando los ángeles se enemistaron con los demonios. Incluso si compartían características similares como el uso de elementales y la pareja única.

—No quiero que vayas —dijo Sakito finalmente agarrando con fuerza la camisa de Shou.

—Ven conmigo entonces —le respondió serio, sin mirarlo a los ojos.

—Estoy harto de esta estupidez, vivimos una vida tranquila, soy feliz, ¿por qué debemos de insistir con lo mismo? —se zafó y caminó por la habitación.

Shou se giró a mirar a su pareja—. Esto no es una vida tranquila, esto no es vida. Yo también estoy harto Sakito, estoy harto de tener que ocultarme, de tener que armar una pelea cada vez que un ángel se nos cruza en el camino. Quiero vivir tranquilo, quiero que esos idiotas comprendan que nosotros no somos los malos, estoy harto de vivir en las sombras. Y si esta es la única forma de lograrlo, entonces voy a hacerlo, lo hago por ti, por nuestra familia —le acarició la mejilla.

—Shou, ¿estás consciente que la Organización se pondrá histérica y nos perseguirá aún más si nos hacemos de ese portal? —cerró los ojos ante el contacto, dejándose envolver por el tacto de su esposo.

—Lo sé, pero es la única forma de demostrar que nosotros no somos los malos —le dio un beso en la frente.

Sakito abrió los ojos. 

—Si esto sale mal, podríamos provocar una catástrofe.

Shou se alejó—. No saldrá, te lo prometo. ¿Vamos? 

Sakito suspiró y asintió.

-x-

Reita nunca se había sentido tan aterrado en toda su vida, corría por el callejón detrás de la iglesia. Había escuchado decir que los demonios lo habían encontrado, pero nunca habría esperado ver a esa gente, gente con enormes alas, atacándose las unas a las otras. Sintió un jalón, Kai lo jalaba para conducirlo hacia la derecha, no tenía idea si los seguían, no había ninguna duda que lo buscaban a él. ¿Por qué?

Between Angels & Insects [The Gazette]Where stories live. Discover now