Sueños y realidades

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Pudieron haber pasado horas, tal vez días o tal vez solo fueron segundos, aquello no importó, pues ninguno de los dos quería moverse. Simplemente no querían que el momento terminara, pues algo les decía que en el momento en que finalizara, nada volvería a ser lo mismo.

—De...mo...nio —Aoi fue el primero en hablar.

Uruha sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar la voz del pelinegro, sin embargo su cuerpo temblaba por el simple hecho de encontrarse frente a un ángel. Jamás en toda su vida se había cruzado con uno, en su familia lo tenían muy sobreprotegido, a pesar de que sabía cómo defenderse, como pelear, jamás lo había tenido que hacer frente a un ángel y no se sentía muy seguro de ganar. Sin embargo a pesar del miedo que sentía, otra parte de él quería acercarse al pelinegro.

El ángel por su parte estaba paralizado, nunca había visto o sentido algo parecido, alguien de tan hermosa belleza, quería abrazar al ser frente a él, aunque algo lo detenía, era un demonio, no podía. Sus piernas flaqueaban y su corazón latía rápidamente. El chico tenía el cabello de color castaño miel, del mismo color que sus ojos que incluso con más luz podrían pasar por amarillo. Tenía los labios de forma peculiar y las capas de maquillaje lo hacían lucir más grande de lo que en verdad era.

Era la clase de demonio que llevaba a los humanos a la perdición.

—No me mates —Uruha por mero instinto se hizo hacia atrás, aunque sentía que una cuerda invisible quería unirlo al ángel.

Aoi se mordió el labio—. Tengo que hacerlo —cerró su puño alrededor del mango de cuchillo en su cinturón—. ¿Cómo te llamas? —ladeó la cabeza, tenía curiosidad. ¿Por qué? No lo sabía.

—Kouyou...—no supo muy bien porque contestó aquello, su nombre no era ese, se sentía mareado. El pelinegro negó sabiendo que ese no era su nombre—. Uruha —corrigió su respuesta.

—Vete —le estaba dando una oportunidad, algo que jamás había hecho. Durante todo su tiempo como cazador, nunca había dejado a un demonio vivo, nunca mostraba algún tipo de compasión por ellos. ¿Qué tenía de diferente ese chico?

El castaño asintió asustado, había tenido suerte y no la desperdiciaría, caminó rápidamente hacia la puerta pasando a lado de Aoi, rozando sin querer su mano con la del pelinegro. Al sentir el contacto Aoi lo tomó por la muñeca, impidiendo que avanzara mas.

—Yuu...—dijo el demonio al sentir el contacto que ahora le quemaba, no dolía, era un contacto demasiado intenso.

Aoi lo jaló hacia él quedando de frente los dos, mirándose a los ojos—. ¿Quién eres? —un hermoso acertijo, era lo que proyectaban aquellos ojos color miel.

Uruha parpadeó rápidamente—. La misma pregunta podría hacerte yo —contestó con palabras que se llegaron como caricias al oído de Aoi.

El pelinegro soltó su muñeca pero Uruha no cambió de posición, en cambio el ángel acarició sus brazos desnudos. Aquel cuerpo era como un llamado hacía él, cada centímetro de piel que tenía a la vista parecía gritar su nombre, no Aoi....Yuu...el otro se dejaba ante sus caricias, apenas y podrían llamarse de esa forma debido a los superficiales que eran, sin embargo se sentía treinta veces más que cualquier otro contacto que hubiera tenido jamás, los dos pensaban lo mismo.

—Demonio de la lujuria, ¿qué hechizo me has lanzado? —preguntó Aoi cerca de los labios de Uruha.

El castaño fuera de ofenderse, sonrió—. Un demonio de la lujuria sólo puede tentar humanos, te aseguro que aquello que estés sintiendo, lo estoy sintiendo también —dijo gatunamente, temblando bajo el contacto. Una parte de él clamaba por más, mientras la otra quería salir corriendo de miedo.

Between Angels & Insects [The Gazette]Where stories live. Discover now