La Gata.

34 2 0
                                    

La gata ve las gotas caer sin parar, gotas que caen por su pelaje.

Gotas de sufrimiento, de dolor, de rabia, de agonía.

Gotas que preguntan por qué. Gotas que no tienen respuestas. Gotas que se infravaloran.

Un reflejo que nunca sonríe, que nunca hace nada, que no se esfuerza, que es egoísta.

Una explosión que aún perdura. Una explosión que duele, afecta, hiere y destruye.

Una explosión que no para, que no se puede obviar, no se puede evitar, no se puede encadenar.

Lágrimas guardadas para no llamar la atención. Lágrimas que caen cada noche, sin descanso.

La gata mira por la ventana y se pregunta:

¿Por qué estoy aquí? 

¿Para qué estoy aquí?

¿Qué debo hacer?

¿Por qué estoy con ellos?

¿Por qué sigo aquí?

¿Por qué tengo esto?

¿Por qué no puedo?

La gata se frustra, bufa, se araña a sí misma, se hiere a sí misma, no sabe qué solución hay, se siente perdida, confusa e indecisa, se siente fuera de lugar, se retrae en sí misma. Los miedos la paralizan. Los miedos la sulfuran, hieren. Los miedos la matan lentamente

Se evade... Se evade sin poder hacer nada, desaparece lentamente.

No tiene hogar, no tiene lugar donde volver, ni donde ir.

Pero tiene otros animales de los cuáles, desafortunadamente, depende más que nunca, porque son (o eran) su manada, su hogar.

Era algo.

Algo que se ha perdido.

Libro de relatos.Where stories live. Discover now