El fantasma del queso.

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Mi psiquiatra se llama XXXX, es el primero, el segundo se llama Benito, o algo parecido, y la ultima y actual es una mujer.

Una persona no debería cambiar tanto de médico, no tiene sentido, les terminas queriendo y te los quitan, ¿por qué?, se supone que debes estar conmigo para toda mi vida, y me has dejado, ¿por qué estudias esa mierda de carrera si vas a dejarme?

La excusa del primero era que nuestra relación se estaba volviendo demasiado personal.

Me duele la cabeza nuevamente, estoy empezando a creer que estas serán mis últimas palabras escritas. ¿Serán las pastillas? no escucho una voz, no escucho nada, es como un trance. Ocurre de vez en cuando. No puedo mantener un mismo tema, me voy, me pierdo, me busco y no me encuentro.

Estoy enloqueciendo. Aquí un secreto entre nosotros, no suelo tomar los antipsicóticos, ni tampoco los estabilizadores del ánimo, no son necesarios, ¿habéis leído los folletos? son una mierda, son dolorosos de solo leerlos. Ayuda.

Se supone que las voces y las alucinaciones no son reales, pero si no lo son, ¿por qué me siento más cómodo hablando con ellas? ¿por qué la vida parece más tranquila con lo irreal? no quiero dejarles, me protegen.

-- Oye, ve a cenar.

Mi mejor amigo de nuevo, puedo calmarme ahora.

Me levante de la cama para así encender la luz y vestirme a un nuevo día.

Hoy os presentare, con mayor detalle, a aquella psicóloga de escuela, es aburrida, lo sé, pero puedo contaros más sobre como los niños pueden ser más crueles que los hombres. Educad bien, hijos de puta.

Aunque estuviera vestido, arreglado, y preparado para salir; repose mi cabeza en la cómoda almohada, quería dejarme llevar por un momento por las inmensidades de la mente humana y más de la mía, que no parecía tener ningún hilo o mucho menos.

Mi cabeza usualmente parece perderse, me duele en ocasiones, cuando ocurre que la realidad es más fuerte que las alucinaciones, es raro. Debería dolerme en las alucinaciones, no al revés, aunque, tal vez, no me duele porque es mi estado natural, lo curioso es que cuando ves los síntomas, realmente cualquiera tal vez, los pasa en algún momento, como si todos en algún momento perdemos la cabeza, la diferencia es el tiempo, unos pierden la cabeza por un par de minutos, horas y días, y otros la perdemos por toda la vida.

-- levántate ya.

Vale...me levante de la cama y me dirijo a la puerta, tan grande, de madera, al tocarla es suave.

Las horas pasan, más de lo que me gustaría, a veces soy tan consciente de lo rápido que pasa, que siento que voy tan lento y atrasado.

-- cállate ya, y vámonos.

-- Dios.

-- no blasfemes.

Lleve con suavidad mis manos a tocar mi frente, suspirando levemente, para posteriormente salir por esa puerta, a conocer el mundo; claro si dicho de este modo pareciese que la vida exterior es realmente divertida o diferente, pero realmente es un infierno.

Podría quedarme a escribir en este "diario" los abusos diarios, las risas, y las distintas acusaciones que debía afrontar, pero visto que me canso de solo tener que recordar todo lo que uno hasta a corta edad tiene que pasar, creo que os llevare a un momento crucial.

Había llegado a mi casa, me encontraba reunido con mis "amigos", mientras intentábamos hacer un trabajo, cuando por un momento, el tiempo parecía detenerse, lo que era ya no existía, parecía haberse transformado por algo totalmente distintos, en ese momento era totalmente consciente de la vida, y de quien era yo.

Se burlaban de mí, se reían en mi cara, de una forma constante, con fuerza, alto, no se detenía; parecía que daba vueltas por mi cabeza aquella risa que detenía todo pensamiento que podría haber tenido. La risa es normalmente algo natural, algo admirable, el que sabe reírse de sí mismo no le teme a nada, pero en ese momento me incomoda, estaba molesto, me levante desde donde me encontraba; había estado sentado en aquel frío pavimento, todo parecía frío. La suma nos lleva a risas desenfrenadas, sentimientos de incomodidad y de tristeza generalizada, y el frío, frío las paredes, el piso, el aire.

Me quede viendo a esas tres personas que mantienen esa voz que parecía haberse generalizada, me les quedé mirando fijamente, inclinando un poco la cabeza; como si me pesara y mi cuello no fuera capaz de sostenerla, quería que parecen; pero no lo hacían, continuaban con esas risas seguidas, aunque realmente no se los pedí directamente, lo veo un poco absurdo, ir y pedir a alguien que deje de incomodar a otros. Para cuando se dieron cuenta de lo que había hecho, la realidad parecía haberse distorsionado, aunque ahora puedo verlo de un modo mejor, en ese momento no podía, supongo era la edad, la madurez, o serán las medicaciones; aunque eso lo trataré en otro capítulo, me encontraba corriendo contra aquellas paredes que me habían dado un hogar durante tantos años de mi vida, la búsqueda era clara, un cuchillo, mientras ellos seguían en aquella otra habitación riendo y poniendo distantes, ¿era necesario llegar a este punto de irrealidad? si bien a este punto podréis pensar que he tomado la peor decisión de mi vida, y si bien las películas pueden hasta cierto punto haber ayudado a haceros pensar eso, realmente no hice nada.

Me encerré en el baño con el cuchillo en mis manos mientras lloraba, ¿dónde estaban aquellos que me habían acompañado durante tanto tiempo? habían desaparecido, ya no podía escuchar sus voces, y yo deseaba verles, deseaba oír la voz de alguien en quien yo pudiera confiar, es irónico ¿no?, no puedo confiar en la gente real pero puedo confiar en una voz mental que sé que no existe, y que es nada más un juego de mi mente para torturarme de forma constante, normal que luego uno piense en el suicidio como una de las opciones más factibles, la idea es fascinante, y es que el pensar en el suicidio es adictivo; es como una solución a todos los males, como un constante "hazlo pero no", como si por el solo hecho de pensarlo, llega aquella sensación de relajo, de paz, pero no estás muerto, solo lo piensas, luego vienen pensamiento más oscuros. Si me corto, tardare en morir desangrado, dolería, la idea del suicidio es la paz al final, pero ¿y si nunca llega? ¿y si me arrepentida al último minuto? entonces está la soga, pero claro, ¿dónde puedo conseguirla? y más importante aún, es larga y duele, seguramente duele más que cortarse. Hay soluciones más oscuras, pero más pensadas, pero siempre les encontraba un, pero, un motivo para no hacerlo. Siempre hay una excusa para no matarme, supongo que esos son los juegos de la mente, te hace querer hacerlo, te da motivos para hacerlo, pero a último minuto te recuerda porque vale la pena estar vivo, y yo os digo; mi motivo está en algún lado, descansando en el cuerpo de alguien, o tal vez está en una de esas tantas pinturas que me gustan, en las que me atraen hacer, en las emociones fuertes, las poco que puedo seguir sintiendo luego de haberme drogado como una perra de medicación. 

Estoy enfermo, no estúpidoWhere stories live. Discover now