—Vamos Alison, concéntrate. —Apremió Franco, exigente.

La joven frunció aun mas el ceño, una gota de sudor rodo por su frente y cayo por la mejilla al suelo. Tenia la mano estirada frente a un vaso de agua, tratando de hacer fluir su magia.

Con la mandíbula apretada, miraba de reojo el inocente vaso con agua. Se presionaba mentalmente para sentir lo que Franco le decía que debía percibir. Muy a su pesar, no lo conseguía. Su mano ya se encontraba acalambrada y el calor del verano no ayudaba en absoluto.

—¡Concéntrate más! —volvió a decir.

Suspiró, bajando el brazo y secándose el sudor. Giró la cabeza hacia su amigo y dijo:

—¡No puedo! —farfulló— ¿Podemos parar un poco, por favor?

Hizo un ademan con los brazos, en señal de protesta. El joven había llegado temprano ese día a su casa para comenzar a practicar.

Alison no dimensionó la difícil tarea que le esperaba por delante. Al principio con Elijah todo había sido mucho mas fácil, el elemento del fuego se manifestaba en ella de un modo casi natural, casi sin esfuerzo. Los hechizos más básicos también, pero desde que él desapareció, fue como si todo ese optimismo se hubiera esfumado.

—Debes ser perseverante, muchacha, estas cosas toman tiempo.

—Si, pero no hemos parado. No hay día que no hayas venido para practicar.

—¡Necesito que aprendas! —decía él.

—¡Yo también quiero descansar! —gritó.

La habitación quedó en silencio, por la ventaba entró una pequeña brisa moviendo los móviles vitrados haciéndolos sonar.

Alison negó con la cabeza y con una mano chasqueo los dedos y todos los objetos volvieron a su lugar de escondite, quedando el cuarto original. Fue hasta su closet y sacó un chaleco delgado, iba caminando hacia la salida cuando el chico atinó a seguirla.

—¿Dónde vas? —preguntó Franco.

—A salir, quiero despejarme.

—Pero aún nos falta...

—Dije... —enfrentó su mirada enfurecida hacia él— que voy a salir. —Le dio la espalda y siguió caminando a la entrada del departamento.

Desde que Elijah había desaparecido y Franco volvió a Valparaíso, existía una extraña tensión entre ellos, mas por ella que por él. Alison ahora se enojaba con facilidad ante su amigo, se tornó igual de arisca y hasta se cerró en cuanto a sus pensamientos. Apenas Franco comenzó a ejercer su labor como maestro empezaron los problemas de convivencia, ella sentía que la presionaba mas de lo que podía dar en algunos momentos, y mientras los hechizos y el aprender a controlar los elementos se volvía más difícil, Alison sufría pequeños episodios de frustración, como ahora. Era como si de repente hubiera perdido el rumbo.

Claramente recordaba el momento en que dijo sobre ayudarlo a resolver la maldición y reunir las piedras, pero realmente a veces el solo hecho de verlo con su aire grave y sombrío le irritaba. Constantemente lo comparaba en su mente con Elijah, quién era más alegre y conversador. Incluso sus métodos para enseñar diferían enormemente, Alison sentía que Franco la tomaba casi como una ignorante. Era cierto que no sabia muchas cosas, pero era bastante inteligente como para apañárselas de todos modos. Elijah en cambio siempre le tenía fe.

El agua era una especie de talón de Aquiles, el único elemento que no había podido dominar ni un poquito. Se esforzaba horas y horas meditando junto a Franco, buscando dentro suyo algo que ni siquiera sabia qué. Franco mostraba una habilidad impresionante para dominarlo, junto al resto de los elementos.

Rin, La ciudad de las ilusionesWhere stories live. Discover now