El extraño

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El auto de Denis era pequeño, aunque con estilo, nada extravagante solo un pequeño auto verde turquesa el cual había comprado no hace mucho. Comúnmente cuando salen los tres, Alexia usa el asiento del copiloto, mientras que Gigi va atrás con la cartera. Por suerte para la leal Gigi, este día no hay bolsos que cargar. Aunque de todos modos, no irá con las manos desocupadas, claro que no, porque sabe que debe pasar a comprar algún bocadillo para Angela durante el camino. No, Alexia ni siquiera se lo ha mencionado aún, pero el tipo de amistad que tienen es tan fuerte que permite a Gigi anticiparse a los deseos de su amiga incluso antes de que los piense.

Por buena fortuna, justo a medio camino hay una bencinera con un minimarket abierto, de esos que abren toda la noche. Gigi se baja a comprar mientras Alexia y Denis esperan pegados a sus celulares. No se trata solo de frivolidad, recordemos que Alexia está realmente preocupada por su hermana, pero también le molesta enormemente tener que ser siempre ella quien acuda a su rescate. Aunque siendo honestos, más que solo una preocupación familiar, a Alexia le preocupa las repercusiones que podrían tener las crisis de Angela en su reputación, no es nada bien visto ser la hermana de una drogadicta depresiva. Sin embargo, ahora ella prefiere optar por canalizar su enfado en burlarse junto a Denis del horrendo cintillo amarillo que lleva puesto Gigi esta noche. Cada quien lidia con los problemas como puede.

Gigi camina por los pasillos del minimarket intentando recordar todo lo que debe llevar, realmente la aterran las consecuencias que podría tener fallarle a Alexia. Toma una botella de néctar, gomas de mascar light, infusiones de hierba y algunas frituras, al parecer eso era todo. Gigi susurra para ella misma lo que no puede decir ante los demás: no tolera a Angela, ni tampoco a Denis, ni a Alexia. Sí, a Alexia sobre todo, si pudiera le gritaría en la cara lo desgraciada que es, pero de alguna forma sabe que estando cerca de ella es visible para los demás. Bueno, Gigi no siempre puede murmurar lo suficientemente bajo, de hecho Pedro acaba de escucharla. De seguro habrá una explicación lógica para entender porque Pedro está unos instantes después del bar justo en el mismo minimarket donde Gigi pasaría a comprar, pero es mejor pensar que las coincidencias ocurren todos los días y con más frecuencia de lo que uno cree.

—¡Qué casualidad encontrarnos nuevamente! —dice Pedro en un tono dulce y algo sugerente, y a la vez fingiendo no haber escuchado las quejas de Gigi. Ella se sorprende de verlo aquí, lo observa con un poco más de atención que antes y extrañamente comienza a ilusionarse con la posibilidad de que este chico esté interesado en ella. Los gordos cachetes de Gigi no tardan en sonrojarse. Si tuviera un poco más de experiencia con los hombres, quizás supiera que desde la perspectiva de Pedro, es difícil ver algo más que la forma extraña en que mueve su ceja en un poco convencional gesto seductor. Sin embargo, a Pedro no parece importarle y entablan una conversación coloquial, aunque forzada, con la que busca averiguar hacia donde se dirige. Gigi parece estar hipnotizado en los ojos verdes del apuesto joven y sin mucho reparo, confiesa que se dirigen a las afueras de la ciudad, pero no da detalles del motivo del viaje para no espantar al posible pretendiente, dejando abierta la invitación a acompañarlos. 

—Quizá sería un buen lugar para seguir pasándolo bien, me encanta el campo —dice entusiasta Pedro, mientras toma una botella de vodka en una actitud cómplice.

El lenguaje corporal de Pedro le parece algo forzado a Gigi, de hecho sus palabras también lo son, pero ¡rayos! Pedro es realmente guapo. Si no aprovecha esta oportunidad no tendrá otra. En el fondo, Gigi sabe que no tiene la autoridad para invitar a nadie en ningún lugar, sobre todo porque ahora el viaje es para verificar como se encuentra la hermana de Alexia, no para un festejo nocturno en medio de la naturaleza como parece creer Pedro. Aunque, Gigi también sabe que no todos los días tiene la atención de un chico guapo y no le parece justo perder esta oportunidad solo por la crisis de una drogadicta dramática y exagerada. Probablemente no sea nada serio, estas "crisis" constantes solo parecen ser una patética forma de llamar la atención. Todos estos cuestionamientos pasan por su cabeza, mientras se acerca de regreso al auto de Denis con Pedro a su lado. Si bien, Gigi ya ha tenido la audacia de incluirlo en los planes sin consultar, aún queda ver como reaccionarán los demás.

—¿Por qué has tardado tanto? —grita Alexia en cuanto ve acercarse a Gigi— ¿Acaso te pedí que fueras hasta la maldita fábrica de chocolates de Willie Wonka a comprar este estúpido chicle? Porque si no fuiste a saludar a tus parientes humpa-lumpas, no podría explicarme como es que has demorado más de 20 minutos en traer estas pocas cosas.

Alexia, toma la bolsa de compras de Gigi solo para comprobar que el chicle que ha traído es de menta. La mortificada asistente observa con angustia como los ojos de Alexia se tuercen de rabia.

—¿Qué mierda es esto Gigi? ¿Acaso no tienes la capacidad mental suficiente para recordar que soy alérgica a la menta? ¿O es que intentas matarme a propósito? ¿Sabes que podría incluso demandarte por esto, verdad? No veo que estés haciendo ni el más mínimo esfuerzo, Gigi. No me sirve de nada tenerte a mi lado si no eres capaz de hacer nada bien.

—De verdad lo siento tanto, prometo que jamás volverá a ocurrirr, desde ahora me esforzaré el doble —promete una acongojada pero cínica Gigi.

En ese instante Pedro interrumpe saludando con cordialidad e ignorando por completo la insoportable pataleta de Alexia. Esta dirige su mirada hacía él pero no se toma nada bien su presencia, y menos aprobación tiene cuando nota que Gigi lo observa como si fuera un pedazo de pastel apunto de entrar a su mal oliente boca.

—¿Acaso nos vienes siguiendo? créeme que eres más espeluznante de lo que pareces —dice Alexia en tono despectivo.

Denis también sale del auto y se acerca, pero contrario a Alexia, él no cuestiona demasiado la situación. De hecho, le ha parecido una idea genial pasar una noche rural acompañado de un buen vodka. Alexia se interpone nuevamente mencionando que no van a divertirse, pero Denis le recuerda que él es el dueño del auto, así que él decide quienes suben.

—Todo está arreglado entonces —vocifera Denis— me parece justo que si te vamos a acompañar a ver a tu hermana, por lo menos después podamos pasarlo bien, me refiero ... si es que quieres que te lleve ...

Alexia cruza los brazos algo molesta por el chantaje de Denis pero accede a la petición, aunque sentencia que no podrán beber ni una gota de alcohol hasta que Angela se logre dormir. Todos se suben al auto con el entusiasmo de que la noche se pondrá divertida, y así será, pero no es exactamente el tipo de diversión que ellos se imaginan. 

¡Muere de una vez!Where stories live. Discover now