Prólogo

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'' ¿En qué momento he decidido que era buena idea hacer esto? '' es lo primero que me había preguntado a mí misma nada más llegar al aeropuerto de Barajas. Ni siquiera sabía que pretendía hacer con todo aquello, lo único que tenía claro era que tenía que largarme de esa ciudad cuanto antes. El corazón me iba tan rápido que estaba casi segura de que en cualquier momento se me saldría del pecho. ¿Hacía lo correcto? ¿Qué sería de mi en cuanto pisase ese avión?

Todas esas preguntas, dudas e incluso miedos se agolpaban en mi cabeza y me causaban una presión en el pecho hasta tal punto que todo lo demás quedaba pausado en el tiempo y lo único que escuchaba era mi propio pulso y... ¿mi teléfono móvil?

Volví de mi ensimismamiento y saqué el móvil de mi bolsillo deseando que no fuese mi padre. Sin embargo y solo por esta vez no lo era, al menos de momento. Suspiré aliviada al leer el nombre de la persona que me llamaba, lo descolgué y me lo coloqué en la oreja.

- ¿Dan? ¡Pensé que no me cogerías! ¿Dónde estas? -

- Hola Helena... Estoy ahora mismo en el aeropuerto. - Dije bajando un poco el tono de voz para que la gente de alrededor no escuchase.

- ¡Dios mío! ¿Estas loca? ¿Enserio vas a hacer eso?-

Helena siempre había sido una persona de hacer muchas preguntas en una misma frase y era algo que, aunque a veces resultaba irritante, adoraba de ella. Éramos mejores amigas desde la primaria y siempre me había apoyado en absolutamente todo... exceptuando en casos en los que su amiga tomaba la decisión de irse a miles de kilómetros de su lado para desaparecer del mapa. Detrás del teléfono se la notaba frustrada y enfadada y es por eso que, como su mejor amiga supe al instante que intentaría detenerme y darme miles de soluciones antes que irme a un sitio que no conocía de nada salvo por los KDramas que nos habíamos visto juntas.

- Helena, ni lo intentes, de verdad. Quiero irme de aquí. Todo me está agobiando demasiado, mi padre no para de manipularme, de intentar controlarme y ahora que sabe que me he ido no va a parar hasta encontrarme, así que... hazme el favor de no decirle nada. -

Tras eso hubo un instante de silencio que, aunque tal vez solo fuesen 5 segundos para mi fueron los minutos más largos de mi vida.

- Está bien. De todas formas, no tenía intenciones de decirle nada. - Respondió finalmente con un leve suspiro.

- Gracias de verdad... Te lo compensaré algún día. -

- Escúchame bien Dan, quiero que me llames lo más posible y lo que necesites avísame, de verdad. Ten mucho cuidado y... sobre ese trabajo...-

- Está bien Helena, de verdad, no te preocupes más. - La interrumpí para intentar calmarla. Sin embargo, instantes después sonó una voz en megafonía que avisaba a los pasajeros del vuelo hacía Seúl que el embarque había comenzado. - Te tengo que dejar. Te llamaré lo antes posible y recuerda que te quiero mucho. -

- Te quiero mucho Dan...-

Tras esas últimas palabras colgué, me guardé el móvil en el bolsillo y alcé la vista al frente volviendo a la realidad de la situación en la que me encontraba en ese momento. Estaba a punto de irme del lugar en el que había estado toda mi vida para viajar hasta otro totalmente diferente que no conocía de nada dejando atrás a todos aquellos que me conocían. Tal vez era eso lo que necesitaba, que nadie me conociese, que nadie fuese consciente de quien era yo y de todo lo que había hecho, dejar de lado mi yo de ese momento y dejar pasar a una Dánae totalmente diferente.

Entrecerré un poco los ojos y agarré la maleta completamente decidida. El aeropuerto de Barajas era enorme, con muchos niveles, demasiadas puertas de embarque y la gente suficiente para perderse y desesperarse. A pesar de ello, encontré mi puerta sorprendentemente fácil y rápido así que, me coloqué en la cola y esperé a que las personas que estaban delante mío avanzasen.

Nunca había estado en Seúl y lo único que conocía de ella era gracias a las series coreanas que veía con Helena en el ordenador y por la música de allí que desde hacía poco escuchaba. Me resultaba curiosa y lo cierto es que me gustó desde el primer momento que la escuché, pero como hasta ese momento había estado tan centrada en estudiar para sacarme la carrera de Historia del Arte no tuve mucho tiempo de escuchar música ni de tener tiempo libre.

Pensativa sonreí un poco y tras esperar a que el resto de pasajeros que iban por delante pasasen, agarré mi maleta de mano y entré por la puerta de embarque caminando hasta el avión que me llevaría hasta mi futuro. Lo cierto es que estaba bastante ansiosa y con miedo a lo que podría encontrarme allí porque ni siquiera aún tenía claro si era buena idea hacer lo que estaba haciendo en ese momento.

En el momento en que me senté en mi asiento me di cuenta de que ya no había vuelta atrás y de que todo comenzaba en ese momento, de que estaba completamente sola y de que, sin duda, tenía que aprovechar todas las oportunidades que Seúl me ofreciese.

Mientras el resto de personas se sentaban en sus respectivos sitios yo saqué de mi mochila una hoja escrita. La volví a leer y posteriormente apoyé la cabeza en el respaldo del asiento cerrando un poco los ojos y tragando saliva. Quizá no fuese buena idea irme, no lo sé, pero lo único que sabía era que el museo de arte moderno y contemporáneo de Seúl me estaba esperando y que tenía que vivirlo como historiadora del arte que era. Al fin y al cabo, esa sería mi nueva vida, ¿no?

The art of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora