Capítulo 5 (Dánae)

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Cuando era pequeña, mi madre siempre me contaba historias acerca de antiguas civilizaciones, unas ahogadas por las olas del mar, otras convertidas en cenizas por monstruos imposibles de parar y vencer y, otras destruidas por las manos del ser humano. Me contaba también historias sobre guerras disimuladas por caballos de madera, de hombres que surcaban los mares y caían a manos de voces provenientes del mismísimo océano y también de héroes que cabalgaban a lomos de caballos alados. Sin embargo, de todas aquellas, las que más me gustaban eran las de esos dioses que impulsados por los deseos, acababan cayendo en pecados convirtiendo su error en una metamorfosis que jamás podríamos imaginar.

Antes de morir o, mejor dicho, antes de verla por última vez, recuerdo que se acercó a mi mientras yo estaba haciendo un trabajo sobre mitología griega y me plantó un libro sobre la mesa. La miré, ella me miró, sonrió y, cogiendo una silla que se encontraba al lado de mi cama se sentó junto a mí. Mi madre nunca había sido la persona más alegre del mundo como tampoco lo había sido yo, pero, aunque mi madre no fuese feliz en aquella vida que le había tocado vivir si que se notaba cuando tenía momentos de más tristeza.

Ese día, cuando se sentó junto a mi y me miró, supe y sentí que estaba triste, muy triste, más triste de lo que yo nunca jamás podría imaginar. Cogió el libro que había dejado en mi mesa y me lo colocó en las rodillas.

- Cariño... quiero que te quedes este libro. Se que a lo mejor para ahora mismo no tiene gran importancia, pero esto que te doy es de donde vienen todas las historias que te he contado hasta ahora. – dijo mi madre en un tono muy suave, tranquilizador y dulce. – A lo mejor ahora te parece una tontería, tal vez lo sea, pero es muy importante para mi que lo guardes tu. -

Yo en ese momento no entendía nada, no sabía lo mucho que significaba ese libro para ella así que, lo único que hice en aquel momento fue mirar el libro con cierto escepticismo. No era muy viejo y estaba predominado por el color rojo granate. En su portada había unas letras bastante grandes donde ponía ''Metamorfosis'' de un tal Ovidio y bajo ellas había un dibujo de un hombre esbelto y fuerte con un rayo en su mano.

- Mama... ¿pasa algo? - dije volviendo a mirar a mi madre. Seguía teniendo esa mirada triste, lo que hizo que comenzase a estar preocupada. – Estas un poco rara...

- Si cielo, estoy bien, solo quiero darte esto porque creo que ya tienes una edad y porque seguramente te vaya a ayudar en el trabajo. - respondió ella rápidamente mientras se levantaba. Me miró con una sonrisa algo forzada y me dio un beso en la frente. - Te quiero mucho, no lo olvides.

Después de esas palabras y tras oír un estruendo en lo que parecía la puerta de la entrada, se dio la vuelta y salió de mi habitación apresuradamente cerrando la puerta tras de sí. Ese día fue el ultimo que volví a ver a mi madre con vida, el siguiente ya fue en el tanatorio.

La policía dijo que fue suicidio, que ese día, después de hablar conmigo, cogió su coche y se estampó contra la pared de un túnel, en la misma madrugada, justo en una curva y por donde en ese momento no pasaba nadie. Cuando nos dieron la noticia a mi padre y a mi yo no sabía como reaccionar, me resultaba imposible, ¿Cómo había sido posible? Ese mismo día había estado hablando con ella y aunque parecía triste no había sospechado nada. Eso fue lo que pensé mientras mi padre se hacía el dolido en la puerta de casa, frente a la policía.

Después de un tiempo, y tras darle muchas vueltas lo acabé entendiendo. Tenía sentido. Mi madre se había enamorado de un hombre que a simple vista parecía bueno, cariñoso y todo lo que a cualquier chica le podría llegar a gustar y enamorar. Mi madre se enamoró y se casó con el que acabaría siendo su peor pesadilla porque, lo que le esperó después de eso fueron maltratos, abusos y gritos. Así durante años.

Tal vez penséis que esto no era suficiente motivo para acabar suicidándose en una carretera, pero lo cierto es que esos maltratos solo fueron una parte del motivo por el que decidió desaparecer de esta vida. El otro motivo fue la desaparición de mi hermano mayor, quien al parecer decidió marcharse de casa harta de las agresiones y los lloros de mi madre. Eso es lo que mi padre y la policía quiso hacerme creer porque, yo estaba casi segura de que mi hermano no se pudo haber marchado así sin más.

Aun así, mi madre si que se creyó esa estupidez y acabó cayendo en una depresión de caballo de la que nunca se pudo recuperar. La única vía que vio visible fue el quitarse la vida y así lo hizo.

Aun así y, de alguna forma, gracias a ello, yo acabé entendiendo la importancia que le daba a aquel libro que me había dado ese día. Era lo que le quedaba de lo único que le hacía feliz y por lo que se desvivía en ese momento: yo.

Porque yo era lo único que le quedaba. Porque de ahí salió el primer rastro de lo que más querría en toda su vida. Una inspiración. Mi nombre. Dánae. 

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⏰ Last updated: Apr 18, 2020 ⏰

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