El último amigo que pierdo.

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Me gustaría hablaros de unos amigos que perdí durante el camino y de los que nunca hablé. 

Finn, Madison e Irina.

Finn iba a mi clase. Madison iba un curso por delante de mí, pero hablábamos en los recreos. Irina también iba a mi clase, quizá era la amiga más cercana del grupo. Se podría decir que éramos un pequeño grupo. A ellos tres se les unió Ashlee y Kya. Sí, habéis leído bien. Para aquel entonces no éramos tan amigas, pero de esto os pongo al día luego.

Por las mañanas hablábamos durante los recreos y por las tardes al salir de clase en nuestro grupo de Facebook. Salíamos poco. Y ya está. No hay mucho que contar. Era una amistad bastante superficial.

No recuerdo qué pasó con Irina, pero fue la primera en irse del grupo. Imagino que por la distancia, pues se fue a estudiar lejos. Madison fue la segunda. Finn el tercero, hasta que quedamos Ashlee, Kya y yo, y ya sabéis el resto.

La razón por la que os hablo de ellos tres, es porque uno de ellos continuó siendo mi amigo: Finn. Cuando terminé la secundaria y me cambié de instituto, seguimos hablando por el grupo de Facebook. Éramos Finn, Ashlee y yo contra el mundo. Eran los únicos amigos que tenía por aquel entonces, pues todavía no conocía a nadie en mi nuevo instituto. Pero la distancia no nos hizo bien a ninguno. Las conversaciones se volvían tediosas y yo empecé a llevarme mejor con Hayley, pues a diferencia de ellos, era la única 'amiga' que veía en persona. Es gracioso, porque los tres vivíamos en la misma ciudad, pero no hacíamos el mínimo esfuerzo por vernos.

Tras perder a Hayley, el grupo regresó (no es que se hubiese resuelto, sino que la actividad volvió). Esta vez nos pasamos a Whatsapp, pero solo era eso. Conversaciones por teléfono. Mejor aquello que no tener a nadie, ¿no?

Algo pasó: Ashlee y yo nos volvimos más cercanas. (Nota: Kya y Ashlee dejaron de ser amigas tiempo después. Kya también estaba en el grupo, pero apenas notábamos su presencia, hasta que se terminó yendo). Finn lo notó, pues aunque le dejábamos un poco de lado, nunca le abandonamos. Intentábamos incluirle, pero tampoco era completamente nuestra culpa que se alejase. Hasta que un día, sin venir a cuento, soltó: La relación ya no es la misma y no hace falta que digáis nada, así que adiós. Y se fue.

No he vuelto a saber nada de él desde entonces. 

¿Me dolió? Un poco. Pudimos haberlo solucionado, pero él no quiso. Prefirió cortar de lleno e irse. 

Realmente no le necesitaba en mi vida. Los amigos pasajeros eran eso: pasajeros. Pues realmente nunca llegué a considerarle un 'mejor amigo', ya que no hablábamos nunca de nuestra vida personal, sino de nuestros gustos en común. Lo único bueno que saco de su amistad es que lo superé en tan solo un día, tras darme una ducha purificadora. 

Ashlee, sin embargo, no era pasajera. Dejábamos de ser amigas y volvíamos a serlo. Era un ciclo que seguía. 

Y aún sigue siendo.


La chica perdida #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora