Duelo.

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Repetí curso. Por todas esas veces que me salté las clases. Es lo que pasa cuando tienes ansiedad y cero amigos y quieres evitar a toda costa verlos en clases.

Empecé el curso bien, parecía que la vida me sonreía para variar, hasta que alguien más decidió irse de mi vida, pero esta vez literalmente: mi padre falleció.

¿De verdad no me podía pasar nada bueno? ¿Tanto me odiaba el universo?

Consecuencias del duelo: depresión, volver a faltar clases, estar sola sin apoyo, vuelta al psicólogo.

Por suerte, la depresión duró pocos meses, no llegó al año. Pero realmente me pasó factura: apenas salía de casa. Encerrada todo el día en casa viendo películas y jugando a los Sims. Era más interesante y divertido controlar a unos personajes de un videojuego que tu propia vida.

El curso lo dejé a medias. Quizá es una de las pocas cosas de las que me arrepiento.

Mi madre no tardó en volverme a enviar a terapia por aquello. Pero yo estaba convencida de que no me iba a ayudar y que no valía la pena invertir dinero en ello. 

Ella superaba el duelo saliendo de casa, yo metida dentro. Era una pesadilla. Si al menos hubiese tenido algún amigo, pero ni eso. No tenía a nadie. 

Estaba sola y me estaba perdiendo a mí misma. 

La chica perdida #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora