Depilarse o no depilarse, esa es la cuestión

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Era viernes, yo estaba nerviosa perdida y solo faltaban dos horas para mi gran cita.

-Carla en serio, no tengo más ropa. Te has probado todo lo que había en nuestros armarios- La casa era una odisea. Toda nuestra ropa estaba tirada por cada rincón, los zapatos parecía que habían cobrado vida. Y el baño era simplemente donde una explosión nuclear acababa de ocurrir.- ¿Por qué no te pones el mono azul de Sara? Mira, con esta chaqueta vaquera, queda genial.

-¿Pero todavía no te has duchado?- Sara aparecía por la puerta con todos los bolsos que le cabían en las manos. - A ver, lo primero dúchate. Y así, cuando salgas, mientras te secas el pelo, elegimos ya el conjunto.

Tenía razón como siempre. Fui al baño, retiré todo lo que estorbaba y encendí el grifo. Cuando me estaba lavando el pelo, me fijé en la cuchilla. ¿Debo depilarme?

-¡CHICAAAAAAAAS! - al minuto aparecieron las dos - Os necesito- Sin más, les enseñé la cuchilla.

-Qué pasa, ¿no sabes cómo utilizarla?- al segundo Sara sabía a qué me refería. 

-Vale, yo siempre opto por el sí. Nunca sabes cómo va a acabar la cita y está claro que tus intenciones son de que acabe en la cama, contigo lamiéndole los abdominales.- que bruta es pero qué bien me conoce- Además no pierdes nada, simplemente te depilas por si acaso.

-¿Qué dices ? En las primeras citas, una chica no se depila, justamente  para evitar eso y no parecer una fresca.- Rocío era como el angelito, que te da consejos de buenas chicas, en mi hombro derecho.- No te depiles Carla, así no le darás esa impresión y tu evitarás caer en la tentación por vergüenza. Y date prisa, te queda hora y media.

-Que antigua eres Santa Rocío y que hipócrita. Tú te has tirado a tíos antes de conocer sus nombres- También era verdad. Rocío cuando cumplió veinte años, tuvo un año salvaje. Se tiraba todo lo que se movía. No hacía ascos a nada. Ella lo llamaba su año de experimentos, que acabó cuando una mañana se despertó junto a una mujer (bastante más mayor que ella) y decidió que  tras un gran polvo, y dos orgasmos, esa experiencia lésbica era la mejor manera, de poner fin a su desate corporal.

-Eso era antes, y es diferente. Si buscas un polvo sin más, te depilas. Si buscas al hombre de tu vida, no te depilas y cierras las piernecitas. Fácil y primero del manual de mujeres.

Me volvieron a dejar sola con mis pensamientos y mi cuchilla en mano. Por un lado era verdad, que yo jamás me había acostado con un hombre en la primera cita, no por nada, simplemente por que ya era raro de por sí que yo tuviera una cita. Por otro lado, no quería que él fuera solo un polvo de una noche. Después de varios minutos observando la cuchilla y reflexionando, empecé a fantasear con Álex. Sin darme cuenta, estaba imaginándome mi primera vez con él, tocando su cuerpo, él besando mi cuello. Sus fuertes brazos agarrándome por la cintura, y cómo sin dificultad ninguna me subía a la encimera de la cocina...Definitivamente me iba a depilar. Me daba exactamente igual lo de parecer una fresca o que él pensara que era solo un polvo de una noche, me valían todas las opciones y mi cuerpo estaba de acuerdo conmigo

Decidí ponerme el mono azul con la chaqueta vaquera, zapatos y bolsos marrones. Sara me había peinado, me hizo una coleta bien alta, con una trenza en la raíz. Me miré en el espejo y me sorprendí a mi misma. 

-¿Esa soy yo?- Me observé moviéndome para verme de todas las posturas posibles.- Estoy buenísima.

-Sí que lo estás. Venga, petarda. Llegas tarde y por tu culpa yo también. - Sara había quedado con un chico que había conocido en una app. Qué envidia la tenía. Nunca había tenido ningún problema a la hora de ligar. Cuando le apetecía follar, siempre había alguno que estaba dispuesto a venir a casa de madrugada, solo para echar un polvo. Cuando le apetecía probar algo nuevo, se metía en la app y a las dos horas ya tenía una cita. Yo había esperado casi tres meses para una cita y si hablamos de amantes, bueno, digamos que esos últimos meses había tenido que experimentar conmigo misma y con Antonio, el consolador que Sara me había regalado en mi último cumpleaños.

Nunca me habían gustado las apps para ligar. Puedo parecer una anticuada pero seamos sinceras. La mitad de los hombres que te hablan por la app, son sólo para decirte guarradas y querer follar. Otro cuarto, quedan descartados por ser horribles y raros, y el último cuarto, son hombres casados  que buscan tener una relación extramatrimonial, de lo cual no soy fan. Eso sin contar el miedo que me da quedar con un desconocido.

Yo soy más de miradas, de tonteo sin necesidad de hablar, algún roce previamente pensado... Pero Sara tenía razón, los tiempos habían cambiado y ya era casi imposible conocer a alguien decente a la antigua. Tenía todas mis esperanzas en este cita con Álex, ya que había hecho un pacto con Sara. Si no me salía bien, no me podía pasar otra vez meses, a la espera de alguien.

-Tía, es que tu ya no tienes genitales femeninos, tienes una gran telaraña en la que encima, la araña se ha muerto de aburrimiento. Necesitas modernizarte- No le faltaba razón, aunque me dolió lo de la araña muerta - Si no sale bien la cita, te abro un perfil en mi app. 

-Ro, ¿estarás bien? -era la primera vez que se quedaba sola en casa. Había superado lo de Luis sin problemas, pero aún así, me daba cosa dejarla sola en casa.

Ella sonrió y fue a la cocina. Volvió a los cinco segundos con una botella en la mano, se sentó en el sofá y puso Sexo en Nueva York.

-Mejor plan, imposible.- nos sonrió y fui a abrazarla- ¡Buena suerte! y avísame con tiempo si vuelves a casa con él.

-Yo ya te aviso de que vendré con él. Lo que no sé, es a qué hora- Sara terminó de pintarse los labios- Estoy lista ¿Vamos?

Me volví a mirar en el espejo, convencida de que si no le gustaba así, era imposible que le llegara a gustar. Me subí un poco más las tetas y cogí las llaves. Sara y yo estábamos listas para darlo todo.

Como la vida misma.Where stories live. Discover now