5. Viaje al centro de ti

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Veo una hermosa ciudad  escondida. Envuelta entre regaderas verdes inglés y el rayo de sol penetrante. El Sol más grande y radiante jamás visto, y lo vi justo allí. Estaba parado con sus brazos extendidos y una sonrisa de media comisura, juguetona y seductora que me produce un trillón de sensaciones adentro. Hago un paso firme hacia ti y te esfumas. Recorro el sendero extenso, ancho, de piedras beige incrustadas en el piso y una galería de pinos que lo bordean, dando el mejor paraíso Narnia tropical. Cuando llego al punto dónde lo vi, hago un pantallazo de mi alrededor. Estaba en uno de los parques de Rosario, junto al río Paraná. La ciudad estaba desierta. Es un día hermoso y ya no estaba allí para compartirlo conmigo. Me dirijo a caminar hacia el norte, y lo veo sentado en la barandilla junto al río, de espaldas a la calle, fumando su habitual cigarrillo y contemplando la nada. Entonces, corro para no verlo esfumarse de nuevo frente de mí. Él permaneció. Permanecimos. Nos miramos cara a cara. Nos sonreímos. Y nos perdimos en un eterno beso.

Todo el alrededor se conjugó en un túnel de luz, dónde sólo cabíamos nosotros dos. Era el camino hacia la eternidad, lo sabía. El camino donde volvería a resucitar. Aquí junto a él. Me encendí con sus besos, me devoré su alma. Fue mi sol de media tarde, mi llamarada. Toque su pecho y me inundé de su ser. Viajé por sus venas y me alojé en su corazón. Recuperé un mes de ausencias, llantos y tristezas. Por primera vez, ví su alma desnuda, ví a un ser sencible y enamorado. Optimista, aventurero y sagaz. De es apersona estoy enamorado realmente, y así pretendo que se quede. Para cuando todo se terminó y la conexión se acabó, fue duro despertar. Y desperté. Tenía la cara de un loco maniaco feliz. El corazón brincaba dentro de mi pecho tan fuerte, como para salir expulsado con todas sus fuerzas y reventarse justo arriba de mí. En el techo de mi habitación. No recuerdo un día tan feliz como el de esta mañana. Y la ansiedad se apoderó de mi cuerpo.

Me levanté, me vestí y empecé mi día habitual, sabiendo que a las cinco de la tarde de hoy, regresaría a él, mi hogar. Todo el día estuve con el sueñoa  flor de piel. Memorizando el momento exacto que lo vi y corrí a él y nos besamos. Ese beso eterno fue mi motor para sostenerme durante todo el día. Para soportar hasta las cinco y para soportar diecisiete horas de viaje. Pensé cómo quería verlo, disfrutarlo y conocerlo desde ahora. Cómo exploraría su campo y aprendería de él, para recuperar esa confianza que perdí estando este mes lejos de él. También debería explorarme a mí mismo, analizar cambios, corregir otros. Lo único que sé fervientemente, es que no soy yo, sin él.

Me astillaste el corazónWhere stories live. Discover now