Capítulo 7. 2000, Lo que en un momento fue

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¿Recuerdas la caja de aquel tren de juguete mal ordenado? Resulta que se ha convertido en un baúl lleno hasta arriba de vías de tren de todos los anchos posibles. Y es que ese baúl no podía ni cerrarse. Parece que ese niño consentido tenía motivos para ser feliz, y lo cierto es que, todavía le quedaba una cosa por descubrir.

Llegó el momento en la vida de este niño, llegó el momento de descubrir cómo puede alguien divertirse sin un juguete. Llegó la época de hacer amigos y amigas y jugar hasta apurar el último minuto de luz del día.

Llegaba la hora, las doce y media del mediodía y con ella terminaba el turno de la mañana en la escuela. Salir a saludar a mi madre y correr al parque a jugar con el resto de amigos y amigas era la prioridad del momento. El juego al que por aquel entonces me gustaba jugar y que, yo mismo me invente consistía en fingir que me convertia en un dragón y perseguía al resto. Os aseguro que la imaginación de un infante puede ser muy intensa, tanto, que aquí el señorito se creia que era un dragón de verdad, cosa de niños, ¿No?

Un niño que crecía con una sensibilidad especial en su interior, quizás por su naturaleza. Era esta tan real, que cuando el resto de niños y niñas se marchaban a sus casas para la hora de comer, quedaba solo en el parque el dragón, añorando lo que hace tan solo un isntante estaba pasando. Había algo que en su interior, un sentimiento que aparecía, y que además, se iba a quedar, un sentimiento que le hablaba, quizás por su sensibilidad, por su forma de ser, un sentimiento que si se pudiera escribir en una frase, no tiene porqué ser correcta, no tiene porqué estar bien dicha, lo importante era lo que transmitía, esta sería:

Lo que en un momento fue.

LA MEJOR VERSIÓN DE MÍWhere stories live. Discover now