El primero real.

1.9K 128 6
                                    

El que __________ haya firmado el contrato con su disquera había sido una buena excusa para Josh para invitarla a salir. Josh cada vez que recordaba la canción que cantó ___________, "Icing", sonreía.
Le encantó. Todo. La música, su voz, la aparente sencillez de lo que estaba diciendo pero, sobre todo, lo que se ocultaba detrás de las palabras.
Ella se había metido en lo mas profundo de su mente en muy poco tiempo, y no era una diosa a la cual arrojar flores a su paso; era la que podía ser su alma gemela, la compañera de aventuras. Ella no era una aventura, era alguien con quien vivir una aventura. Para él sería un placer entrar en su corazón.
Aquella noche tenía una muy bonita cena con ella que había organizado con mucho esmero. Se veía hermosa con esa sencillez con la que venía y, como todo un caballero, le abrió la puerta del coche para que pudiera subir libre.
Le gustaba que lo tomara como a una persona normal, no como a alguien famoso al cual debe aprovecharse. Le gustaba que su puesto como vocalista se compaginara con su puesto que hacía que los sonidos dejaran de ser sonidos y se convirtieran en admirables melodías.
Al llegar afuera del restaurante italiano en el que había echo su reservación especial para aquella velada, Josh bajó rápidamente para ir a abrir la puerta de ella. Le ayudó a bajar ofreciéndole su mano, para después caminar con sus brazos entrelazados.
Entraron al restaurante y los dirigieron a la mesa predicha. Se escuchaba en un volumen agradable "Haunted" de Beyoncé, una de las canciones favoritas de ___________ por la elegancia que daba a notar toda en sí.
Se sentaron, quedando frente a frente. El mesero se acercó y sirvió vino tinto en ambas copas para después retirarse. Brindaron, brindaron por éstos éxitos y por los futuros, y, cada quien en su mente, también brindaron por ellos, aunque no lo hayan mencionado. El vino tinto se resbaló por la boca y garganta de __________.
«Mucho mejor que el tequila.» pensó ella.
Aunque no tuviera mucha -nada- de experiencia con ese tipo de bebidas, supo al instante que el vino tinto ahora era su favorito. Sirvieron spaghetti a la boloñesa y disfrutaron del platillo en una animada plática sobre su vida a lado del toque romántico que brindaban las velas de la mesa.
-Hablame en español. -le pidió él.
-No me vas a entender nada, Josh.
-Me lo dices al final. -respondió.
Sonrió.
-Me enamoré de él como cuando sientes que estás quedándote dormida, primero lentamente y de repente de golpe. -dijo, citando a John Green. Hace mucho que no hablaba español abiertamente.
Como era de esperarse, Josh frunció un poquito el ceño, haciéndola reír. Se lo tradujo sin esperar a que se lo pidiera.
Él quedó maravillado con la voz de ella hablando en español, y quedó aun más cuando supo lo que había dicho.
-Me percaté de que si las personas fuéramos lluvia, yo sería llovizna, y ella, un huracán. -dijo en español, de nuevo, citando a John Green. Se lo tradujo a él. Y otra vez, quedó maravillado con las frases que decía, y en el idioma en que lo hacía. Trato de decirlo por si mismo, aunque, por la risa que soltó __________, estaba seguro de que no lo había pronunciado bien.
Y siguieron con su clase de español improvisada un buen rato. Cuando miraron sus relojes, era hora de irse. Agradecieron a los de el restaurante y después, se fueron en el coche de Josh.

Llegaron al departamento de __________. El había aceptado entrar. Se sentaron en los sillones de la sala, pero antes, fue por la botella de vino -blanco, no tinto- que había metido Cath tiempo atrás en su cocina quisiera o no ella; y también por dos copas. Decidió poner una música tranquila para que no se sintiera el ambiente tan vacío. Sirvió vino en ambas y siguieron con su relajada plática.
Ya entrada la noche, entraron en conversaciones mas privadas, de anécdotas y pasajes que los dos preferían guardar para si mismos. Se inspiraban confianza, eso lograba el amor mutuo que no tenían el valor de admitir. Hablaron abiertamente de sus sentimientos en situaciones pasadas, románticas o no. Ella le había contado de sus vivencias mas grises, que solo sabía Laia, ni siquiera sus padres mismos. El le había contado de sus frustraciones y miedos, de su experiencia con la muerte de sus queridos. Se habían abierto el uno al otro mientras disfrutaban su compañía y comprensión.
A Josh le gustaba que ella pusiera tanta pasión hasta en una plática. Esa chica siempre le daba razones para sorprenderse. Le cantó, solo para él. Y el sonido de su voz le inundaba los oídos.
Llegó un momento en el cual se quedaron callados, sólo mirándose en un cómodo silencio. La Princesa tenía en sus ojos un destello único, se miraban iluminados. Lo notó, por supuesto que lo notó.
Hablaban con la mirada. Ellos tenían sed de lo mismo, no podían seguir controlándose.
Acarició la mejilla de La Princesa con delicadeza, sintiendo su suave piel bajo su tacto. Ella disfrutaba de tal, cerrando los ojos inconscientemente.
Poco a poco, como la primera vez, se fueron acercando. Eran acariciados por el aliento del otro. Fue un solo roce el comienzo.
Se sumieron en el mejor beso, que ahora, los dos iban a recordar. Para ella, era un gesto muy familiar, como si hubiera probado ya sus labios. Pero lo ignoró y bebió de él para evaporar la sed que había estado teniendo desde hace tiempo atrás.
Era su primer beso real.
Sus labios parecían hechos para amoldarse perfectamente entre ellos.

En los brazos de Josh HutchersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora