Lo que será de ella.

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Mi vista se nubla gracias a mis ojos inundados. Pronto, por mis mejillas comienzan a bajar gruesas lágrimas. Y no se detienen. Escucho unos gritos ahogados y un "Oh, mi cielo" de parte de la voz de Josh,
Laia va a morir.
"Ya no hay esperanza..."
Le abrazo con todas las fuerzas que dispongo, aferrandome a sus brazos, a su aroma, a su risa, a ella. Me devuelve el abrazo, temblando. Siento que mi hombro se humedece gracias a sus silenciosas y numerosas lágrimas, pero no me importa, ya que yo estoy haciendo lo mismo.
Laia mirando el oscuro cielo, Laia escribiendo en la plena soledad de su habitación, con lágrimas en sus ojos. ¿Como no se me vino a ocurrir algo así?. Siento una dolorosa punzada en mi corazón, encogida en que mi mejor amiga va a morir, en que su tiempo ya tiene límite. Se escuchan las risas de el maldito destino, y ahora mismo sólo puedo estar consciente de una cosa.
Nos miro cortando lúcidas margaritas del parque que quedaba frente a nuestras casas, nos miro en las fotografías de bebés, caminando nuestros primeros pasos juntas, columpiándonos, tomadas de la mano yendo todos los días al instituto, me veo a mi golpeando a la niña de coletas que la llamó fea, a sus ex novios que le lastimaron; nos veo compartiendo el desayuno sentadas en el patio de la escuela, peinandonos la una a la otra, cantando "You Belong With Me", en el concierto de The Jonas Brothers, discutiendo sobre libros, consolándonos por lo que sea, poniéndonos nuestras pulseras plateadas, conociendo a Madonna, caminando por Time Square, llorando por películas, entrando a la secundaria, bachiller y universidad juntas, nos veo despidiéndome en el aeropuerto, nos veo llorando porque una de las dos va a morir. La veo a ella con la que compartí mi vida. La veo fría y sin color en su cara metida en una caja.
Y en este momento solo tengo ganas de golpear, de romper cosas, de maldecir al futuro. Abro los ojos sin soltarla y me doy cuenta de que Cath, André y Alberto nos miran estupefactos, sin creerse lo que acaban de escuchar.
-No es cierto... -digo entre sollozos.
Ella asiente.
-Te amo. -le digo solamente.
-Te amo, __________. -me dice también.
Le acaricio el cabello despacio, pasando mis dedos entre sus suaves rizos.
En este momento solo quisiera el tomar su lugar. "¿Por que no a mi?" esa pregunta me taladra la cabeza. Nos separamos. Le limpio con mis pulgares las lágrimas que vayan resbalando por su rostro.
-Preciosa -le digo- Sea cual sea el tiempo que nos quede... -decirlo es aún más doloroso, es una daga a mi corazón, el filo de una navaja sobre mi delgada piel- no nos vamos a preocupar por él, no lo vamos a contar. Sólo... lo disfrutaremos. -mis intentos de mantenerme fuerte fracasan, ya que unas nuevas lágrimas reemplazan a las viejas.
Ella sólo asiente. No encuentro mayor cosa que hacer para sentirla cerca que abrazarla de nuevo. Escucho que los demás se levantan de sus lugares para rodearnos con sus brazos, unidos en el abrazo. Las lágrimas no paran aunque me lo proponga. Al instante, el aroma a menta de Josh es detectado por mis narices rápidamente, solo que esta vez no logra mucho...
Seis personas, y muy pronto cinco. Y quisiera que fueran cuatro, ya que no sé si podría seguir sin mi mejor amiga por lo que quedara de mi vida. No me puedo ni llegar a imaginar sus ojos verde esmeralda apagados, su cálida temperatura corporal reducida a cero. Es imposible.
No me imagino una vida sin Laia Martín.
Me he acostumbrado a estar con ella desde siempre, yo crecí a su lado y no logro ver un momento sin ella.
Pienso en nosotras, en su familia, en su novio Sebastián que está en nuestro país. En ella, que no podrá vivir la vida por la que ha estado luchando todos estos años.

En los brazos de Josh HutchersonWhere stories live. Discover now