Capítulo 5

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Tras la conversación con su abuela, la primera que había tenido sobre los lobos que habitaban en el bosque, Margot emprendió el camino a casa. Llevaba la caperuza roja que sustituía a su abrigo, la cual ondeaba ligeramente con el suave viento que corría.
Iba tranquilamente por el bosque. No quería regresar a casa pero tampoco había querido pasar más tiempo en casa de su abuela, puesto que, la anciana se había mantenido distante, ausente y su semblante mostraba cierta preocupación.

Un ruido, al que Margot atribuyó a hojas secas siendo pisadas, hizo que la joven saliese de sus pensamientos. Sin embargo, al girar la vista sobre sí misma, fue incapaz de percibir de dónde procedían. Siguió caminando, esta vez atendiendo a todos los sonidos de su alrededor y, cuando se repitió el característico ruido consiguió saber de qué dirección venía.
Retrocedió un par de pasos y se adentró aún más en el espeso verde de los árboles.

Y, ahí estaba él.

Su lobo.

Esta vez el animal no tardó mucho en acercarse a ella, quién lo recibió con los brazos abiertos.
La tranquilidad volvió a invadirla. Se centró en el olor tan propio de su lobo y pensó que sería capaz de identificarlo con los ojos cerrados. Acarició el pelaje del animal, recorrió su cara con los dedos, pasando suavemente la mano sobre el hocico y la boca, dejando que le lamiera. También tocó sus orejas, que se mantenían puntiagudas, alerta ante cualquier mínimo ruido.
Y ante esa situación se sintió enormemente aliviada de no haberle prometido a su abuela que se alejaría de él. Era imposible hacer algo así. El lobo que tenía ante sus ojos representaba una parte fundamental en su vida. Una parte que no podía describir con palabras y que tampoco comprendía. El animal, que en un principio se había mantenido cariñoso, pasó a estar juguetón. Dio vueltas alrededor de Margot y ella, al contemplarlo con una sonrisa en su boca, se percató de un detalle.
Poseía una pequeña cicatriz en la parte derecha de su cara. Y a pesar de estar bien cicatrizada y no ser muy grande, era perceptible si el animal estaba muy cerca, aunque su pelaje ayudase a camuflarla. La chica la recorrió con delicadeza y se preguntó cómo podría habersela hecho. Parecía antigua. El lobo se quedó quieto unos instantes, mientras Margot tocaba la cicatriz.

Ambos se observaron. Por tercera vez esos ojos conectaron con los suyos y sintió que no era la única en percibir la conexión. Estaba segura de que su lobo también la sentía.
La magia duró dos minutos más, hasta que un fuerte aullido los sacó de la burbuja de ensimismamiento que se había formado y, entonces, el lobo desapareció entre los arbustos. 

La joven suspiró. Le hubiese encantado estar un poco más con él. Se levantó y se sacudió la ropa, puesto que en algún punto se había sentado y, cuando volvió a observar el punto por el que su lobo había desaparecido, se encontró con unos ojos que le devolvieron la mirada. La loba del pelaje blanco la observaba, escondida entre los arbustos. Sintió que algo dentro de ella hervia, estaba furiosa, mucho.

¿Qué era lo que quería? ¿Por qué aparecía siempre que se encontraba a su lobo? ¿Por qué parecía que quería separarles?

***********************

Margot abrió la puerta de su casa, desilusionada por verles la cara a sus padres. Subió directamente las escaleras y se encerró en su cuarto, pero su plan de pasar desapercibida pronto se vio arruinado.

-Margot, al salón ¡Ya!- gritó su madre desde abajo.

Se tomó su tiempo para bajar las escaleras. Discutir con su madre era lo que menos le apetecía. Cuando entró al salón, su madre le exijio sentarse frente a ellos:

-¿Y tu abrigo?

-Lo he tirado. - respondió recordando las palabras de su abuela: "Asegúrate de que tu madre y Jimmy no se enteren de nada de esto"

-¿Que has hecho qué? - se levantó furiosa y dio un golpe a la mesa con sus manos. - ¿Te has vuelto estúpida?

-¿Lo estúpido no sería ir por ahí con un abrigo roto? No tenemos mucho dinero pero si podemos evitar mostrar una imagen de pobr...- la mano de su madre impactó contra su mejilla.

-¡Margot! Quiero el abrigo, ¡Ahora!

-Ya te lo he dicho,- contestó la joven levantando la voz.- y, de todas maneras, qué importancia puede tener un abrigo roto.

-Puedes resfri...

-¿Resfriarme? -le interrumpió- ¿Ahora vas a fingir que te importo?

-Margot

-¡Ni se te ocurra decir nada!- gritó alterada y añadió - Y que sepas que si te preocupa tanto como dices, no tienes que hacerlo, la abuela me ha dado la caperuza y...

-¡Cómo no! Tu abuela tenía que estar implicada en esto. ¿Es ella quien tiene el abrigo?

-¿Pero te estás escuchando? ¿Para qué iba a querer la abuela eso? Es absurdo

Hija y madre se miraron, ninguna dispuesta a apartar la mirada de la otra y entre tanta tensión Jimmy, el padrastro de Margot le susurró a su mujer muy cerca de la oreja:

-Si nosotros nos dimos cuenta, estoy convencido de que tu madre también lo hizo.

-Lo sé. - contestó ella.

-¿Se puede saber qué relación tiene la abuela con el abrigo? - preguntó Margot incluyéndose de nuevo en la conversación.

-Voy a visitarla y de paso comprobaré si las sospechas sobre los desgarros del abrigo son ciertas- anunció su madre dirigiéndose a por su cazadora.

-Mamá, ¿Por qué irías a ver a la abuela? ¿A caso se trataba de un abrigo valorado en un millón de euros y yo era la única que no lo sabía?

Aunque los intentos de la joven por aparentar normalidad fueron múltiples, todos resultaron en vano. Su madre estaba decidida a dar con el paradero del abrigo y Margot, sabía que ante eso solo podía rezar por que se abuela tuviese más perspicacia que ella mintiendo.

-Margot, a partir de ahora tienes prohibido visitar a tu abuela y no vas a volver a pisar ese bosque en tu vida, ¿Queda claro?- Se dirigió hacia la puerta y, antes de salir, añadió- Y ni se te ocurra volverte a juntar con ese animal salvaje.

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⏰ Senast uppdaterad: Apr 14 ⏰

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