Capítulo 4

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-¡Abuela!- gritó Margot abriendo la puerta.- Ya estoy aquí.

Dejó la cesta encima de la encimera de la cocina y empezó a vaciarla. Cuando ya solo faltaba por sacar dos frascos de miel, su abuela apereció.

-Cielo, ¿Aún sigues con ese abrigo?- Margot asintió.- Quítatelo, está destrozado.

-Lo sé, pero es el único que tengo, y ya sabes cómo es mama con estas cosas, si no me lo pongo me sermonea con su típica frase "te vas a enfriar".- dijo intentando sonar lo más parecida a su madre fracasando en la imitación.

-Cariño, ¿tu madre lo ha visto?

-¿El abrigo?

-Si

-Si- Nada más recibir esta contestación la cara de la anciana palideció.- ¿Por qué lo preguntas? Le dije que me había caído y...

-¿También le comentaste lo de las zarzas?

-Si, dudaba de que tu me creyeras, pero pensé que mama se tragaría fácilmente la mentira.- suspiró.- Supongo que después de todo soy una malísima mentirosa, no consigo engañar a nadie.

-Saber mentir no es algo imprescindible, cariño.

-Tal vez, pero no estaría mal poseer esa condición.

Su abuela volvió a dirigir la mirada hacia el abrigo rojo, observando con atención los daños.

-¿Dónde te lo encontraste?

-Abuela, ¿A qué te refieres?

-Al lobo, ¿Dónde estaba?

-¿Lobo?- preguntó Margot intentando sonar sorprendida por la pregunta.- No se trata de ningún lobo, no sé de qué me estás habland...- Su abuela levantó la vista posándola en los ojos de la joven, la cual, tras unos segundos de duda, decidió confesarse.- A mitad de camino, y no uno, sino dos lobos.

-¿Dos, estas segura?

-Si, ¿También los has visto tú?

-Hace muchos años conocí a uno,- Su cara pareció iluminarse.- después a muchos más, pero- dudó unos segundos antes de continuar.- desaparecieron.

-¿Desaparecer? ¿Por qué?

Su abuela en lugar de contestarle, se levantó de sofá y se fue del salón. Regresó al cabo de un par de minutos con una caja entre las manos.

-Me quedaré el abrigo yo, intentaré arreglarlo, aunque no creo que tenga solución.- Le entregó la caja a su nieta.- Si alguien más te ve con este abrigo puede ser peligroso.

-¿Por qué iba a serlo?

-Cariño, los lobos desaparecieron hace mas de diez años por una razón, cualquier cosa que haga que la gente vuelva a hablar de ellos es peligrosa.

Margot, aún sin entender las palabras de su abuela con exactitud, decidió no hacer más preguntas. Confiaba en su abuela, tendría algún motivo para decir todo aquello y, si en algún punto consideraba que Margot debía conocer las razones de por qué un abrigo representaba semejante peligro, se las contaría, pero hasta entonces, no le quedaba otra mas que esperar por la llegada de ese momento. 

Abrió la caja y de ella sacó una hermosa caperuza tan roja como su abrigo, que se unía elegantemente a una capa larga suave y reconfortante. Parecía que aquella prenda podría abrigar incluso más que su abrigo.

-Utilízala como repuesto del abrigo.

-¿La has hecho tu, abuela?

Negó con la cabeza.- Me la hizo mi abuela cuando yo tenía tu edad, tal vez menos años.

-Es preciosa.

-No es solo eso, es muy importante para mi, me trae infinidad de recuerdos.

-No te preocupes, la cuidaré muy bien, te lo prometo abuela.

Ella asintió, cerró la caja vacía y antes de devolverla a su lugar, dijo:

-Si vuelves a encontrarte con uno, avísame de inmediato.

Margot en ese preciso instante se preguntó si era el momento adecuado para confesarle a su abuela que esta no era la primera vez que los veía, que también los había visto siendo tan solo una niña.

-Abuela- llamó la atención de la anciana mujer, haciendo que esta se girase para prestarle atención a su nieta.- Hay algo que debería haberte contado hace tiempo.

Su abuela se sentó junto a ella dispuesta a escuchar lo que fuera que su nieta había mantenido en secreto durante tanto tiempo.

-Hace diez años, viniendo a verte con mama, me encontré con el mismo lobo que ahora, y si te soy sincera noté...- Margot no encontraba las palabras exactas para describir lo que sintió.- Noté como una conexión, no lo sé explicar, simplemente sentí que de alguna manera estaba y estoy conectada a él.

-No, no puede ser posible.- comentó su abuela por lo bajo, casi en un susurro.

-¿Qué?

-No, no puedo permitir que se repita otra vez. No voy a dejar que sufras como yo lo hice, que sientas tanto dolor como yo, no podéis tener el mismo final que tuvimos nosotros.

-¿Nosotros? Abuela, ¿De qué estás hablando?

-Aléjate todo lo que puedas ahora de ese lobo y, sobretodo, asegúrate de que tu madre y Jimmy no se enteran de nada de esto, ¿De acuerdo?

-¿Qué? ¿Por qué no iba a poder acercarme a él? No fue él quien me atacó.

-Y, Margot, - añadió su abuela esquivando las anteriores preguntas.- No te enamores de él.

-Abuela, ¿Cómo me voy a enamorar de un lobo? ¿Te has vuelto loca? Pensaba que la única en la familia que no tenía cordura era mi madre.

-Tú solo recuerda todo lo que te he dicho y, por nada del mundo, tengas sentimientos por ese lobo.

-Abuela, no siento atracción sexual por los animales, puedes estar tranquila.

-Tú tan solo prométeme que te mantendrás alejada de él.

-Te prometo, aunque me parezca una estupidez hacerlo, que no me enamoraré del lobo.

-Esa no es la promesa.- Le reprochó su abuela con una cara tan seria que Margot juraba nunca haber visto en el semblante de la mujer.- Prométeme que no te acercarás a él, que lo evitarás con todas tus fuerzas antes de que sea demasiado tarde.

-Abuela, admiro a ese lobo, solo lo he visto dos veces pero me conozco lo suficiente como para saber que si se da una tercera ocasión no dudaría en ir corriendo hacia él, ya te lo he explicado, es especial, hay algo entre ese animal y yo que no puede pasar desapercibido, una conexión que no soy capaz de evitar.- Se quedó en silencio unos momentos antes de volver a hablar.- No te voy a prometer algo que soy incapaz de cumplir

-En ese caso, reza para que tu futuro sea diferente a lo que fue el mío.



Tíñeme de rojoWhere stories live. Discover now