Capítulo 3

516 50 3
                                    

"¿Zarzas?" pensó Margot, vaya estupidez, no había sido nada convincente. No crecían zarzas por la zona y tampoco podía pretender engañar a su abuela, la conocía mejor que nadie, sabía cuando mentía. Decidió deshacerse de todos esos pensamientos. Ya no podía hacer nada al respecto, pero, si no se daba prisa, tendría bronca con su madre. Aceleró el paso hasta que sus ojos localizaron la entrada del bosque, pero al ver que su bicicleta  no estaba apoyada donde la había dejado, su corazón comenzó a latir velozmente. Se acerco corriendo, y tras buscar por un breve tiempo, encontró su bicicleta en el suelo, detrás de unos matorrales,  destrozada. Pensó que tal vez había sido algún crío para hacerse el chulo delante de sus amigos o algún gamberro sin nada mejor que hacer, pero esas suposiciones se esfumaron cuando al levantar la vista, observó, entre los árboles a la loba que antes la había atacado. El animal, mostró sus dientes y después se adentró en el bosque. Margot levantó su bicicleta y confirmó lo que se temía, no funcionaba. "Genial" pensó, ahora la discusión con su madre estaba garantizada.

****************************************************

Tras cerca de veinte minutos andando, llegó a su casa. Abrió la puerta lentamente y subió las escaleras con sigilo, asegurándose que los escalones de madera no crujían bajo su peso.

-¿Crees que estas son horas para llegar?- Margot se sobresaltó con la voz de su madre nada más entrar a su cuarto.- ¿Dónde estabas?

-¿Qué haces aquí? ¡Largo de mi cuarto!

-De eso nada jovencita, contéstame a la pregunta.

-Mama, me he caído, se me ha roto la bicicleta y he destrozado mi abrigo, ¿Crees que me apetece discutir ahora? ¿Te parecen motivos suficientes para explicar por qué me he retrasado tanto?

-¿Te has caído? ¿Tienes alguna herida? Deja que Jimmy te las vea, pueden ser graves si se te infec...

-Estoy bien, mama.- respondió cortándola mientras la empujaba del cuarto hacia la puerta.- Buenas noches.- dicho esto cerró la puerta de un portazo en frente de las narices de su madre.

Si había algo que más odiara Margot era que hurgasen en sus cosas. Su cuarto era un lugar prohibido para cualquiera. Nadie tenía el permiso de entrar en él. Y, es que, a pesar de que tenía todas las fotos, informes, recortes de periódicos y e resto de materiales muy bien escondidos,le aterraba la idea de que su madre encontrase toda la información acerca de los lobos que había ido recolectando cada año. Tenía cientos de papeles en los que se explicaba detalladamente la alimentación, la conducta, la reproducción, la vida en manada...  Incluso, años atrás, le había quitado a su abuela cinco libros que hablaban sobre estos animales y se los había leído tantas veces que era capaz de recordar todas las fotos y citar algunos fragmentos de memoria.

Revisó que todo estuviera en orden: los libros seguían debajo de la cama en una bolsa, los recortes de periódicos seguían metidos en las cajas que se encontraban encima de su armario, las hojas que había impreso seguían metidas en los libros... 

Saber que su madre no había indagado en sus cosas, era todo un alivio. Se quitó el abrigo y lo dejó encima de la cama. Se tenía que deshacer de él antes de que su madre o Jimmy se percatasen del destrozo. Pero, ¿Cómo? Era un abrigo grande y abultaba mucho debido al relleno, y por si fuera poco, era de un color rojo chillón. Era imposible deshacerse de él sin llamar la atención. No lo podía tirar a la basura o dejarlo en el bosque, cualquier persona del pueblo que pasase por ahí sabría que ese abrigo le pertenecía a ella, no podía arriesgarse a que alguien lo encontrara, pero tampoco se lo podía poner ya que el desgarro era evidente. Pensó en dejarlo en casa, escondido en el armario, al final de este, pero si algún día a su madre le daba por entrar a la habitación como había hecho ese mismo día, las posibilidades de que lo encontrase eran muy elevadas.

Tíñeme de rojoWhere stories live. Discover now