Capítulo 7

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Gianna

Emma y yo nos juntamos en una heladería cercana a mi trabajo para conversar. Me contó que últimamente ha tenido problemas con Álvaro. Cree que es muy coqueto con las demás chicas. La consolé diciendo que él parece ser así, pero le prometí que sólo la quiere a ella. Un día de estos voy a tener que hablar con ese idiota. Tiene casi 30 años, no puede andar de Don Juan por la vida, sobre todo si tiene novia.

–¿Y tú? ¿cómo vas con Julián?

–Como se puede ir con tu ex que no veías hace seis años más o menos y que ahora te lo topas hasta en el supermercado y te toca pelear con él por el azúcar más barata –reí y luego bajé la mirada cuando sentí una leve punzada en el pecho–. No sé cuánto tiempo más pueda aguantar esto. Nos hemos encontrado dos veces más en el supermercado en menos de un mes y una vez creí verlo en la calle.

Me dio una mirada compasiva y seguimos comiendo helado.

Era viernes, así que en la noche fuimos a un bar a beber algo y pasar el rato. Un chico llamado Guillermo se acercó a hablarme, pero lo rechacé inmediatamente.

Mi amiga se quedó a dormir en mi casa, porque se había emborrachado, además no quería ver a Álvaro. La recosté en la pieza de invitados y le presté un pijama. Durmió como un bebé. Es una buena chica, no comprendo a mi mejor amigo.

Aproveché la mañana del sábado para citar a Álvaro a desayunar a la misma cafetería a la que fuimos luego de mi primer encuentro con Julián. Le dejé una nota sobre la mesa para que Emma:

Buenos días, amiguita. Saldré a hacer unos trámites, pero

siéntete como en tu casa y come lo que quieras.

Te quiere, Gianni.

Fui hasta el estacionamiento del edificio y me subí al vehículo rápidamente, esperando que no fuera a despertar Emma antes de tiempo.

La cafetería está cerca y no había mucho tráfico, así que llegué en menos de 10 minutos. Cuando estaba por entrar, vi a Álvaro estacionando su auto, así que decidí esperarlo.

–Hola, Tebi. ¿Cómo estás? –Lo saludé animadamente al llegar–.

–Algo te traes entre manos, nunca eres tan efusiva.

–Cierto –me puse seria–. Sentémonos –nos ubicamos en una mesa que estaba en un rincón junto a una pintura de Van Gogh y me miró atento-.

–Ya sabes que yo nunca estuve de acuerdo con esa app de citas donde conociste a Emma–asintió–, pero ella me cae muy bien, resultó ser muy simpática y te quiere mucho...

–¿Te sientes bien? Nunca has hablado tan bien de una novia mía...

–Me siento perfecto, al que parece que le falla algo en la cabeza es a ti –me miró confundido–. Parece que no sabes la tremenda mujer que tienes de novia. Ella anoche fue conmigo a un bar y rechazó, por lo menos, a diez chicos que le estaban coqueteando, le aclaraba que tiene novio y que te ama mucho.

–Es tan linda...

–Sí, pero mínimo que le devuelvas la misma actitud. ¡Cómo es eso de que estás coqueteando con otras mujeres!

–No sé de qué hablas.

–No te hagas el desentendido, Álvaro Cabañez, te conozco, sé que eres muy coqueto, pero tienes que parar. Ya tienes novia, ella te quiere mucho y le debes respeto.

–Pareciera que te cae mejor que yo...

–Pues casi, fíjate. Ponte serio y por favor cuídala. Es la que más me ha agradado del desfile de novias que me has presentado. Es una buena chica y no se merece sufrir, ¿estamos de acuerdo? –Asintió–.

Seguimos charlando hasta que me llegó un mensaje de Emma avisando que ya se había levantado. Lo advertí nuevamente, pagué la cuenta y me fui.

Al llegar a casa, mi amiga estaba tomando desayuno y se sujetaba la cabeza.

–¿Resaca? –Pregunté en voz baja y asintió–.

–¿A dónde fuiste? –Preguntó–.

–Hace unos días tuve un problema con los servicios básicos y tenía que aclararlo.

–Fuiste a hablar con Álvaro, no mientas –rió–.

–Sólo lo advertí un poco. Eres la novia que más me ha agradado –reí involuntariamente–. Perdón por eso.

–No te preocupes –rió–, sé lo casanova que es Álvaro.

–Eres muy simpática y se ve que lo quieres mucho. No puede andar de "don Juan" por la vida –dije molesta–.

–Disculpa que te pregunte, pero tengo curiosidad por algo, ¿puedo? –asentí–. ¿Nunca han tenido algo?

–¿Álvaro y yo?

–Sip.

–¡No! –exclamé y rió a carcajadas–. Lo siento, sonó mal, pero nunca ha habido nada entre nosotros ni lo habrá. Es como mi hermano. No solo ahora. Siempre lo vi de esa forma, al igual que él a mí. ¿Has conocido a ese tipo de chicos que no los ves como hombres? Pues eso me pasa con Álvaro –reímos–. Además, cuando lo conocí, yo estaba en una relación con Julián y, aunque han pasado varios años, mi corazón le sigue perteneciendo, ya perdí la esperanza de que eso cambie. Intenté estar con otros chicos, pero nunca logré dejar de compararlos con Julián, un día reflexioné y no era justo para ellos que los buscara e ilusionara, si jamás iba a dejar de amar a mi ex.

Le conté un par de anécdotas de Álvaro y yo en la universidad. Sentía que ella quería preguntarlo hace mucho, ya que Tebi y yo somos muy cercanos, debió sentirse insegura. Somos como hermanos, él me regaña y yo a él, tenemos peleas tontas, pero cuando tenemos que defendernos, sería capaz de dar la vida por él y viceversa. Una de las mejores cosas que me han pasado es que nos acercáramos luego de la ruptura con Julián.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now