Capítulo 10

35 0 0
                                    

Gianna

Emma insiste en que quiere conocer a Julián. Busqué su perfil en instagram, pero la cuenta está privada, de facebook me tiene bloqueada y no tengo su número. Me dolió, pero es algo que suponía. Es increíble pensar que hace unos años yo sabía hasta el más mínimo detalle de su vida, sabía lo que le preocupaba, aquello que lo hacía feliz, que lo enojaba, lo que le gustaba y lo que no... lo conocía mejor que a mí misma.

–Sólo queda una alternativa –dijo y la miré expectante–, ¡vamos al supermercado! Es una técnica infalible para verlo.

–¿Álvaro te pegó la locura? –Negó–. No quiero ir. No sé si pueda encontrarlo otra vez y resistirlo. Mi corazón se hace una pasa cada vez que lo veo y no puedo acercarme como yo quisiera...

–¿Y cómo te gustaría acercarte? –Sonrió picarona–.

–Ignora lo que dije. Vamos a comer algo.

–Está bien –dijo con una mueca triste en su rostro–.

Busqué en la despensa. No había chocolates, ni gomitas, ni palomitas para hacer en el microondas.

–Esto es extraño... yo tenía un montón de dulces aquí... –metí la cabeza en el congelador y no había helado. Miré a través de un espejo que había al costado del refrigerador y observé a mi amiga–, ¿por qué esa reacción, Emma Rodríguez? Cabizbaja, jugando con tu cabello y manos... ¿Tienes algo que ver en la desaparición de mis golosinas? –Pregunté cruzada de brazos, intentando mantener la calma–.

–¡Olvidé que estaba frente a una psicóloga y leen mentes! –casi no pude esconder la risa–. Pues... lo siento mucho, amiga, no quise hacerlo, de veras, tuve un antojo dulce y estaban a mano... se veían tan solitarios y me decían: "auxilio, rescátame". No pude resistirme a sus tiernas voces..

.

–Ok... me preocupa que te hablen unas cuantas bolsas de dulces... –reí– Está bien, vamos al supermercado –suspiré resignada–. En todo caso, no creo que lo veamos. Mi suerte no puede ser tan mala... ¿cierto?

–No menosprecies a la mala suerte...

–¿Y si vas sola? –La miré haciendo la cara más tierna que pude–.

–¿Bromeas? Soy nueva en el barrio, no puedo salir sola –sonrió con suficiencia–.

Había olvidado que se mudó a mi departamento hace algunos días. Emma nunca había estado en este barrio, por tanto sale a la esquina y se pierde, ya que hay 3 edificios parecidos al que yo habito y están muy cerca.

–De acuerdo. Pero tú te haces cargo del estropajo en que me voy a convertir si veo a Julián –asintió–.

–Vamos, estropajito.

Es sólo ir y comprar unas cuantas golosinas. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Entramos y presionamos un dispensador de alcohol gel que tenía el lugar para evitar cualquier contaminación con bacterias y virus. Mientras me esparcía el líquido en las manos, fui a buscar un carro de compras.

–Ahora que vivimos juntas, compartiremos gastos, así que agrega todo lo que quieras que yo pago esta vez –comentó mi amiga con una gran sonrisa–.

–Trato.

Eché unos paquetes de gomitas cítricas y dulces, unos chocolates, una caja de cereales y unas papas fritas. Emma agregó una crema chantilly, café moka, gelatinas, maní salado, una botella de champaña y una botella de pisco sour.

–¿De dónde sacaste tanto dinero?

–Me pagaron ayer –sonrió–.

Fuimos a la sección de carnes y ella hizo fila mientras yo iba a buscar bebestibles al otro extremo del local.

Venía de regreso y a mitad del pasillo, entre mi amiga y yo, aparecieron Julián y su novia. La vista del susodicho se clavó en la mía y no pude apartarla. Por un momento me sentí conectada con él. Sentí que algo nos unía a pesar de la distancia que había entre nosotros, en el ámbito físico y sentimental. Me sentí tan lejos y tan cerca de él que sólo quise correr a abrazarlo, pero algo me detuvo. A lo lejos escuché "Gianni... Gianni" y vi que su novia se acercó a hablarle, pero él me continuaba mirando.

–¡Gianna Ellis! –Gritó mi amiga y la miré– ¿Qué pasa?

–Na...nada, vamos –dije apenas pude despegar la mirada de Julián, al mismo tiempo él miró a su novia–.

Llegamos a la caja, pagamos y guardamos los productos.

Una vez en el auto, hablé.

–Era él.

–¿Quién?

–El chico que me quedé mirando. Él era Julián.

–¡No! ¿Era él? –Preguntó incrédula y asentí–. Bastante guapo, eh.

–Demasiado... ¿lo querías conocer? Pues ahí está.

–¿Cómo se siente el estropajito? –Me desordenó el cabello con las manos y se rió–.

–No quedé tan mal como creía... pensé que evitaría mi mirada, sin embargo, la sostuvo, a pesar de que su novia estaba al lado...

–Al parecer entre estropajito y Julián...

–Te callas o te bajas del auto. Elige –la miré desafiante, hizo un signo de silencio y emprendimos el rumbo–.

Llegamos a casa y comimos la carne que Emma preparó. Después de tanto vivir sola y casi intoxicarme gracias a mi comida, al fin llegó alguien que sí gusta de cocinar. Ella se ofreció a cocinar cuando tuviera tiempo.

Estábamos viendo "yo antes de ti" por milésima vez, cuando recibí un mensaje de mi jefa.

"Srta. Ellis, el lunes tenemos una reunión a primera hora. Por favor, sé puntual. Esto podría beneficiarte mucho."

Recién era jueves. Ella sabe lo ansiosa que soy, ¿por qué me avisó con tanta anticipación?

A pesar del tiempoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin