Capítulo Especial 5

6 0 0
                                    

Narra Gianna

Luego de nuestro primer beso como esposo y esposa, Julián me ofreció su brazo, lo tomé y nos alejamos del altar con "a thousand years" sonando de fondo. Los invitados lanzaban pétalos de rosas azules, este color en las rosas simboliza la fidelidad y los sentimientos que perduran en el tiempo. Noté que ese detalle había sido cuidado por Tebi: hace algunos años, cuando Julián y yo nos habíamos reconciliado y comenzamos a salir nuevamente, mi amigo quería darle algo especial a su novia, así que vino a mí por un consejo –mejor dicho, quería que le dijera específicamente qué regalarle–, le dije que a mi amiga le gustaban las rosas, pero no cualquiera, así que Tebi comenzó a investigar para saber qué significaba exactamente cada color para darle un regalo que tuviera un sentido más profundo, un porqué.

Los invitados pasaron al lugar donde sería la fiesta: un bar playero que se encontraba a unos metros. Julián y yo nos apartamos para caminar un rato por la orilla del mar. No hablamos, sólo caminamos en silencio durante una media hora, tomados de la mano y observando la puesta de sol.

Nos detuvimos y miramos el último rayo de sol que iluminaba el cielo. De pronto bajó la temperatura y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Julián se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros.

–Gracias

–No hay de qué, esposa... ay –chilló emocionado– suena lindo.

–Tú eres lindo –dije mirándolo con una sonrisa en los labios–.

–Gracias por aceptar a este loco

–Tu locura fue precisamente lo que me enamoró. Tus ganas de comerte el mundo...

–No sólo al mundo –me miró de arriba abajo con una sonrisa pícara, le lancé una mirada de advertencia y reí por lo bajo–.

–Como decía... tu manera de hacer de todo, lo bueno y lo malo, algo divertido, algo inolvidable...

–De ti me enamoró todo lo contrario: tu cara de póker –rió–, perdón, antes de que te enojes mejor lo arreglo... cuando te veía, sabía que algo muy difícil estabas pasando y por eso te costaba sonreír, por lo que me propuse hacer hasta lo imposible por ser yo el que te devolviera aquella expresión, quería ser esa persona que recordaras y una sonrisa apareciera instantáneamente en tu cara, quería ser esa roca de la cual te sostuvieron en la tormenta.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, esa época fue algo muy duro y sin Julián rondando no sé habría sido de mí, a pesar de que me mostraba fría con él, lo único que quería era que no se apartara de mi lado. Es justamente por esto último que hace algún tiempo decidimos tomar terapia de pareja, acompañado de terapia individual, de esta forma tener las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos que vengan de la mejor forma posible.

Julián se aclaró la garganta y comenzó a cantar algunos versos:

–Déjame ser tu refugio, déjame que yo te ayudo

Aguantémonos la vida, te recuerdo si lo olvidas

Que hemos vivido peleando y sin quererlo nos gustamos

¡Cuántas cosas han pasado!

Y ya no hay miedo de decir

–Te amo –dijimos al unísono–.

Me acerqué y lo besé. Sin duda es de las pocas veces que he tomado la iniciativa.

Cuando nos separamos, continuamos caminando, pero ahora de vuelta a la fiesta. Yo iba feliz, pero mi esposo tenía una expresión curiosa en el rostro.

De pronto, Julián frenó en seco y me dijo:

–Amor, hay algo que no te he dicho... –observó mi mano y la tomó, su mano cubrió el anillo con el símbolo del infinito que usábamos cuando éramos novios– antes de que nos reconciliáramos, cuando aún estaba con mi exnovia, en un momento de arrebato, vine a la playa y arrojé el anillo que me obsequiaste... yo... me arrepentí casi de inmediato y comencé a buscarlo, pero no estaba por ninguna parte.

Por primera vez en todo el día, vi a Julián con una expresión triste en el rostro. Tomé su cara con cuidado y lo miré a los ojos.

–Lo suponía, es decir, han pasado muchos años y el anillo era un recuerdo doloroso...

–Pero tú lo guardaste.

–Lo sé, pero está ligado a un mecanismo de defensa que tengo. ¿Qué opinas de que me deshaga del anillo? Así ambos comenzamos desde cero con sólo nuestro anillo de bodas y sin cargas del pasado –sonreí dulcemente, pero Julián seguía cabizbajo–.

Me solté de su agarre y quité el anillo con el símbolo, lo envolví con mi mano, cerré los ojos y lo lancé lejos, no vi si cayó en el agua o fuera de ella. Julián tenía una expresión de desconcierto.

–Esta es una nueva historia. Un nuevo comienzo.

Lo besé nuevamente, al separarnos un poco sonrió y me volvió a besar.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now