Capítulo 8 - Consecuencias y decepciones

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8 | Consecuencias y decepciones

Daphne Barlow

Mi hermano no ha debido recibir el aviso, porque entra a mi habitación a las siete de la mañana y, como verme aún en la cama no era lo que esperaba, se deja caer sobre mi cuerpo de un salto. Me aplasta.

—Maldita sea, Dereck, no puedo respirar.

—¡Despierta, mocosa! Toca salir a correr.

—¡Dereck, quítate!

Lo hace, y tira de las mantas con tanta fuerza que se las lleva con él. Su forma de despertarme es tan poco cuidadosa como siempre solo que, esta vez, cuando me ciega dando la luz, corta sus característicos comentarios.

—¿Estás llorando? —pregunta.

—No.

—Daph...

—¿Qué son esos gritos? —Nuestro padre se asoma con un café en la mano y todavía con el pijama puesto. Si hay alguien que no sabe lo que es dormir hasta tarde los fines de semana, ese es él—. Dereck, deja en paz a tu hermana, hoy no va a salir.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Está castigada.

—¿Castigada? —pregunta él sin entender, luego mira hacia mí y cree entenderlo. El instituto. Mi ubicación. Dereck se vuelve hacia mi armario y saca los zapatos de correr para tirarlos sobre la alfombra—. Vamos a hacer ejercicio, no a una fiesta, no veo por qué ella no podría venir.

—Dereck, he dicho que...

—¿Que no puede pisar la calle ni para hacer ejercicio solo porque ha hecho lo que cualquier adolescente y ha ido una fiesta? Es ridículo. Saca tus cosas, salimos a correr, Daphne.

Lo hago aun sabiendo que lo más probable es que no pueda cruzar la puerta. Mis padres no me dijeron mucho anoche, solo que ya hablaríamos por la mañana y que iba a estar castigada mucho tiempo. Fines de semana sin salir incluidos.

—Baja la voz, vuestra madre sigue durmiendo —pide nuestro padre—. Tu hermana está castigada y no puede salir los fines de semana durante un mes así que compórtate y...

—¿Un mes? —interrumpe Dereck—. ¿Es que habéis perdido la cabeza? Ni siquiera cuando dañé vuestro coche por llevármelo de madrugada sin permiso me castigasteis tanto tiempo. ¿Crees que es justo que a ella se lo hagáis por haber ido a una fiesta?

—Tu hermana se coló en el instituto...

—Como hacen cientos de adolescentes al año, ¿y qué?

—Dereck, ya basta —advierte nuestro padre.

—Sí, ya basta de estas tonterías. —Mira hacia mí—. Ponte los zapatos, te puedes cambiar dentro de mi coche.

—¡Dereck!

Me pongo los zapatos porque no quiero estar aquí, porque no quiero esperar sentada hasta que mi madre se despierte y que mis padres se pongan de acuerdo en la charla que van a darme. Lo hago porque siempre ha sido fácil seguir a mi hermano mayor.

Él alcanza mi brazo cuando paso cerca.

—Esto es una tontería y lo sabes —insiste mi hermano.

—Ella está castigada, no puedes simplemente actuar en contra.

—Curioso, pensaba que eso era justo lo que estaba haciendo. —Baja las escaleras sin soltar mi brazo, su exasperación más marcada con cada paso que da—. Volveremos dentro de una hora, o dos si decido salvar a mi hermana pequeña de estas tonterías y llevarla a desayunar fuera. Cosa que probablemente haga.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora