Capítulo 28 - Colores de equipo

32.8K 2.7K 2.1K
                                    

Línea para decir hola 🩷

⋅༺༻⋅

28 | Colores de equipo

Daphne Barlow

Reece se está arrepintiendo de haberse cruzado conmigo hoy. No hace falta que termine el primer tiempo para darme cuenta, verle apretar mi mano con una expresión cargada de incredulidad es suficiente.

—¿Tan mala era la pregunta? —pregunto.

—No, para nada.

Pero Jordan hace un sonido de sorpresa cerca y sé que Reece me está mintiendo.

—Era horrible, ¿no? —añado hacia Jordan.

—No voy a meterme —dice.

—Eso es que era incluso peor de lo que pensaba —termino hacia Reece.

—No te preocupes. —Reece se inclina cerca y, mientras sus amigos siguen viendo el partido, señala el campo para mí. Lleva mi mirada hacia el jugador que corre con el balón—. ¿Ves el balón? Traza una línea recta hacia ambos lados del campo. De ahí hacia atrás, pueden pasarlo, pero nunca hacia delante. Ni de forma directa, ni si cae y se adelanta por accidente. Es una infracción y tu equipo pierde posesión del balón.

Mi atención cae en la forma en la que su pulgar presiona contra el dorso de mi mano de forma distraída.

—¿Entonces, cuando la patean hacia delante, no sería también una infracción?

—¿Cuando la...?

A su izquierda, Jordan rompe a toser de forma demasiado brusca. Su amigo, Chad, golpea su espalda para ayudarle a volver a respirar. Incluso Isaac, que lleva todo este tiempo animando (e insultando) al equipo de Giovanni como si la vida le fuera en ello, le da una mirada sobre su hombro.

—¿Bien ahí, J? —pregunta.

—Sí, solo... —Tose de nuevo—. Todo bien.

Me apoyo contra Reece intentando esconder la vergüenza.

Él parece divertido al notarlo.

—Realmente era una mala pregunta, ¿no? —murmuro.

—Horrible —admite—. Por suerte para ti, Isaac no la ha oído. No te dejaría olvidarlo en toda tu vida. —Me acerca más a él y, con un toque de humor, comparte en bajo—: Seguramente nos terminaría echando a los dos de aquí. A ti por el comentario, y a mí por intervenir.

En eso le creo.

Quizás notando mi incomodidad, Reece pasa un brazo sobre mis hombros para dejarme caer completamente a su costado. Es infantil, pero una parte de mí le usa para esconderme de sus amigos y no poder volver a quedar en evidencia frente a ellos.

—Cuando me dijiste que no solías ir a los partidos no pensé que ni siquiera conocías las reglas —dice.

—Conozco las reglas. Algunas.

—Daphne, me acabas de preguntar por qué no pasaban el balón hacia delante porque decías que así sería más rápido —me recuerda—. Casi haces que Jordan se ahogue porque se ha atragantado al oírte comparar pases con chutar el balón y, por tu expresión, diría que todavía no entiendes que hay una diferencia.

—Es un deporte complicado.

Reece me sostiene la mirada, incrédulo, luego niega y me hace caer de nuevo a su costado. Me devuelve un apagado "¿Qué voy a hacer contigo?" cuando presiona los labios contra mi cabeza.

Las mentiras que nos atanWhere stories live. Discover now