Capítulo veintidós.

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Años atrás

Mis pies se movían en la alberca mientras Eros me tendía una bebida.

—¿Estás molesta?

—Pff, para nada. —Bebí de mi bebida, Eros se sentó a mi lado y tomo mi mano—Solo me incómodo la libertad de esa chica en ti.

—Bueno si te hace sentir mejor le dije que tenía que tenía novia

Me reí.

—Nunca le dijiste que tenías novia, le dijiste que era algo complicado.

—Si, pero le di a entender que ya no estaba disponible. —Susurró, acercándose a mi.

Se acercó a mi y beso mi sien, cerré los ojos

—Te amo, gin.

—Yo también te amo, y quiero que dejemos de tratarnos como si fuesemos nuestro sucio secreto.

—Te entiendo mi vida, pero estás segura que ya quieres que se lo contemos a las chicas?

—Sí, deberíamos de hacerlo. ¿No?

—Estoy de acuerdo contigo. —Sentí como olía mi cabello, y dejaba un beso en el.

Eros se sentó a lado de mi y quitó sus zapatos mientras metía sus pies a la alberca.

—Es algo extraño.

—¿Que cosa? —Pregunté viéndolo, él sonrió de lado mientras se acercaba a mi y quitaba una mancha de la comisura de mis labios.

—Siempre creí que yo no estaba hecho para tener relaciones, pensé que el amor era totalmente absurdo, me reí tantas veces de mis amigos cuando cancelaban los planes por tal de quedarse con sus novias.

Fruncí las cejas.

—Y ahora mírame, soy igual o peor que ellos, pero no puedo evitarlo, me he tragado cada una de mis palabras al decir que el amor no existía y que nunca me enamoraría.

»Estoy perdidamente enamorado de ti, Gin. Te lo he dicho antes, muero por tener un futuro contigo y que tengamos hijos.

—Dos hijos.

—O tres.

—Dos, un niño y una niña.

—Realmente desearía que nuestros hijos se parecieran a ti.

—Cuando tengamos un hijo me gustaría que su nombre fuera, Aedus.

—Bueno, si me dejas opinar, si tuviéramos una niña me gustaría que se llamará Haven.

—Me gusta ese nombre. —Admití.

—Me alegra saber que en el momento que tengamos a nuestros hijos no pelearemos por su nombre. —Eros sonrió.

—Si, es bueno saberlo.

—Y dime, ¿Cuando comenzamos a practicar?

Mis mejillas se pusieron rojas y él comenzó a reírse.

—¿No es lo que hacemos la mayoría de las veces? —Susurré, Eros sonrió besando mi mejilla.

—Sí. —Puso sus labios en mi cuello y suspiro mi olor.

En ese instante noté como Kinsey salía de la casa y nos observaba, quise separarme de Eros pero era demasiado tarde.

—Te amo. —Repitió nuevamente mientras intentaba darme un beso, me separé de inmediato, Kinsey tenía la boca abierta.—Gin, quiero besarte. —Gruñó, yo sentía como estaba sudando.

Finge que me odias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora