Capítulo veintiocho.

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Años antes.

—No me quiero ir de aquí —Admití viendo a Eros, él se acercó a mi y puso sus brazos al rededor de mis hombros.

—Yo tampoco quiero irme, ha sido un fin de semana genial.

—El mejor de mí vida. —Murmuré—¿No podemos quedarnos una semana más?

—¿Y la universidad? —Se río.

—Podemos decir que estamos enfermos. —Puse mis manos al rededor de su cuello, él se río, pero aún así besó con suavidad la comisura de mis labios.

—Esa excusa suena bien con tal de pasar toda la semana contigo.

—¿Suena genial, verdad? —Intenté convencerlo.

—Podemos quedarnos dos días más. ¿Te parece?

—Buenoooo

—¿Te agrada, rubia?

Bufé, pero aún así asentí.

—Esta bien, no puedo quejarme, dos días más  serán genial.

—Es lo mismo que yo digo, amor.

—Vayamos un rato al mar. —Beso mis labios y luego sus labios hicieron un camino hasta mi mandíbula, creo que era mil veces mejor quedarnos en la habitación.

—¿Y si nos quedamos en la habitación? —Pregunté sin aliento, él se alejo de mi con una sonrisa de lado.

—No nos hemos quedado para estar encerrados en la habitación. ¿O si?

—No, aunque realmente debo de admitir que eso no sería una mala idea.

—Realmente no, rubia.

—Vamos. —Tomé su mano, pero en ese instante mi móvil comenzó a vibrar, era una llamada de mi madre.

Confusa tome el móvil mientras atendida a la llamada.

—Hola madre. ¿Que es lo que pasa? —Dije confusa, mamá casi nunca me llamaba, al menos que algo pasara.

—Es tu hermano. —Dijo entre hípidos,  mamá estaba llorando. Sentí como el corazón comenzaba a latirme con fuerza.

—¿Que sucedió?

—Tuvo un accidente automovilístico, está muy grave, Ginger.

—¿En dónde están? —Pregunté con la voz temblorosa.

—En New York.

—Tomaremos el primer vuelo para allá.

—¿Tomaremos? —Eso la tomo desprevenida.

—Estoy con Eros, hemos viajado este fin de semana a Miami, pero ahora mismo iremos a New York.

—Ven pronto, Ginger.

Colgué la llamada y tome un poco de aire, estaba muy nerviosa de lo que podría pasarle a mi hermano.

—¿Gin, qué sucede? —Eros se acercó a mi y puso sus manos en mi cara, mientras la tomaba.

—Nikolai está en el hospital.

—¿Que sucedió? —Me abrazo.

—Tuvo un accidente automovilístico, mamá dice que está muy grave. —Mi garganta se sentía cerrada por lo cuál fue muy difícil decir aquellas palabras.—Tengo miedo. —Las primeras lágrimas cayeron, Eros me abrazo con fuerza mientras acariciaba mi cabello suavemente.

Finge que me odias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora