Capítulo 02

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La melodía suave y al mismo tiempo llena de tristeza invade mi pequeña sala de estar, la copa medio llena de vino en mi mano derecha danza al compás de esas notas desconsoladas que se cuelan en mis oídos

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La melodía suave y al mismo tiempo llena de tristeza invade mi pequeña sala de estar, la copa medio llena de vino en mi mano derecha danza al compás de esas notas desconsoladas que se cuelan en mis oídos. Por un momento, sentada en mi sofá, alzo un poco mi mano para beber de ese vino. En el momento que el líquido vinotinto entra en contacto con mi paladar podía percibir ese toque dulzón, sin embargo, cuando ya llega más allá de mi garganta, lo dulce se vuelve más agrio.

Sorbo a sorbo dejo que las notas musicales me hagan compañía esta noche. Puesto que una vez más, como en las últimas tres semanas, éramos el vino, la música clásica y yo. Claro, sin dejar de hacer la mención especial a mi ansiedad y mi depresión que ya a estas alturas eran mis más entrañables amigas.

Ingiero otro sorbo pequeño que moja mis labios ya impregnados de ese sabor, al instante que se me pasa por la cabeza el recuerdo de mi vieja yo. De esa "yo" explosiva y llena de vida. Es inevitable no soltar un largo suspiro que ahoga mi pecho y que reprime mis lágrimas. ¿Qué me pasó?

¿Cómo podemos hacer para no sentirnos tan solos si nos tenemos a nosotros mismos?

Antes de ser diagnosticada con TAD, creo que unos dos meses atrás, comencé a sentir esa sensación de vacío que azotaba con furia mi alma. Sencillamente no lograba tener placer con nada. Aunque he descubierto gracias a las muchas sesiones con mi psicóloga, que la tristeza ha sido un proceso que ha crecido poco a poco en mí sin yo notarlo, ha ido calando en mi vida de manera silenciosa, matando mi propia esencia de manera lenta pero segura. 

Aunque, a ciencia cierta no sé porque inició de repente esa sensación de tristeza y soledad, si sé que me ha ido quitando lo que más amo:

Dejé de pintar.

El caballete justo frente a mí con el lienzo blanco listo para ser pintado ha estado exactamente igual desde hace más de seis meses. Ni siquiera logro tener inspiración en los días soleados que puedo ver a través de mi ventana, esa vista hermosa que me regala Bogotá desde el décimo cuarto piso del edificio en el que vivo.

Cuando me mudé aquí hace unos dos años, ubiqué estratégicamente mi caballete en ese lugar, justo al lado de la ventana frontal del apartamento. Sabía que incluso en los días más grises, el paisaje sería hermoso.

La belleza depende de los ojos con los que se vea y de quien sean esos ojos. Y para mí, los detalles pequeños eran los más hermosos. Llegué a pintar a pequeñas aves que se posaban en la terraza de mi apartamento por las tardes cuando el sol no era tan presente. También pinté la vista de toda mi ciudad para que incluso en los días en los que no pudiera verla, mi piel, mi cuerpo y mi alma recordaran a través del contacto del pincel con mi mano lo hermosa que es. Trazo a trazo tengo grabada en mi memoria esa vista.

No importa en el lugar que esté, si cierro mis ojos puedo verla.

Así debería de ser, ¿no? Que no importa el tiempo, la distancia, el lugar... si cierras tus ojos puedes ser capaz de ver lo que más amas. Incluso si lo que amas es a una persona que ya no está contigo.

TAD TRASTORNO ANSIOSO-DEPRESIVO | FANFIC CACHÉWhere stories live. Discover now