Y llegó la sorpresa

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No se le permitía levantarse para ir a la planta baja del hospital donde le harían la ecografía. Apenas le dejaban moverse para ir al baño una vez al día, cualquier otra cosa estaba prohibida para TK.

Estaba de los nervios, desde el accidente no había visto al bebé y en cierto modo estaba seguro de que estaba bien, seguía sin sentir que el bebé daba patadas o se movía, pero era algo primario, algo que le hacía sonreír al pensar en el bebé. Pero necesitaba verlo, oír al médico decir que el bebé estaba bien.

Había sido una estupidez arriesgar su vida al entrar en aquel edificio, pero no había pensado que el día acabaría así, cayendo desde el segundo piso, casi rompiéndose la rodilla y sacándose el hombro de su sitio.

Era un niño y pensó que podría ser su hijo en el futuro y que alguien tendría que estar a su lado para salvarlo también. Pensó en los padres del niño, se imaginó sufriendo.

Saltar con el delincuente no entraba en sus planes y tampoco acabar en la cama de un hospital durante semanas. Carlos no se había separado de su lado, le había pedido un par de días libres para estar con él y no había forma de sacarle de la habitación salvo para ir a casa a ducharse y cambiarse de ropa. Todo lo demás -comer, dormir y pasear- lo hacía allí.

La noche anterior a la ecografía, Carlos no durmió, sentía que si cerraba los ojos podía pasarle cualquier cosa a TK o al bebé. Le vio dormir y supo que estaba soñando cuando le vio sonreír. Tenía tanta curiosidad por saber qué era lo que le hacía sentirse tan bien que se prometió preguntarle cuando se despertara, si se acordaba.

Llevaron la ecografía y todo a la habitación, su médico y dos enfermeras lo prepararon todo rápidamente.

"¿Qué tamaño tiene ahora, doctor?".

El médico sonrió mientras encendía la pantalla del ordenador.

"Deberíamos estar llegando a los cuatro centímetros y cinco gramos de peso".

"Es tan pequeño", suspiró TK.

"Lo es, pero con el reposo adecuado, y si descansas bien hasta que le demos el alta, crecerá muy rápido hasta ser fuerte y sano".

TK se volvió hacia Carlos mientras le agarraba la mano al oír aquello. Se había disculpado con él unas quinientas veces por lo ocurrido en el edificio abandonado, pero nunca parecía suficiente.

Carlos se inclinó sobre él y le dio un beso en la frente. "Lo sé, babe, lo sé. Pero ahora voy a cuidar de vosotros dos y...".

"Bueno, aquí está", dijo el médico tras unos instantes de apoyar el ecógrafo sobre el vientre de TK.

Lo primero que cortó la frase de Carlos fue el sonido fuerte y constante del corazón del bebé y en cuanto levantó la vista hacia la pantalla del ordenador vio la pequeña figura que flotaba allí dentro. Ya empezaba a imaginarse lo que serían unos bracitos, y la cabeza era enorme pero el médico dijo que era normal.

"Por lo que puedo ver aquí el bebé está perfectamente, no hay daños por la caída. Todo está en orden y no veo... Espera un momento. Jackson". Se volvió hacia una de las enfermeras que le estaba ayudando. "Necesito que mueva el ecógrafo hacia la derecha y ajustaré la imagen".

"Doctor, ¿Qué pasa?" preguntó Carlos al sentir que TK le apretaba aún más la mano y su cuerpo se tensaba. "¿Está bien el bebé, está bien TK?".

"Sí, mis pacientes están perfectamente", contestó el doctor mientras seguía ajustando la imagen y haciendo algo que ni Carlos ni TK entendían aún. "Lo que pasa es que no me había dado cuenta de que tengo un paciente más".

Un segundo después sonaron dos latidos al mismo tiempo por debajo del fuerte de TK. Se miraron, ambos queriendo asegurarse de que estaban oyendo correctamente.

"Doctor... ¿Está sugiriendo que hay un segundo bebé?".

"No estoy sugiriendo nada, chicos. Lo que estáis oyendo es el latido del corazón de vuestro otro hijo. Es un poco más débil porque es un centímetro más pequeño, pero parecen fuertes y estoy segura de que alcanzarán el peso y el tamaño de su hermano."

"¿Vamos a tener gemelos?" preguntó Carlos porque TK seguía con la mirada fija en la pantalla.

Había pasado de pensar que no podría tener hijos a estar embarazado de gemelos. Le iba a llevar un tiempo recomponerse de algo así.

"Sí y supongo que eso cambia un poco las cosas para ti, hijo". El médico, un hombre de unos cincuenta años al que empezaban a salirle canas y tenía unos suaves ojos azules, apoyó la mano en el brazo de TK. "El embarazo masculino es duro y complicado, con tu caída ya te dijimos que te tomaras con calma estas dos semanas con nosotros en el hospital". TK asintió, recordaba perfectamente todo lo que el médico le había dicho que podía pasar si no tenía cuidado. "Sin embargo, no te voy a mentir, un embarazo gemelar es un poco más duro, e incluso peligroso".

Aromas diferentesWhere stories live. Discover now