Paso a paso

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Le habían dicho que en una semana podría volver a casa. Pero también le habían dicho que sólo Luna podría volver a casa con él y Carlos. Daniel necesitaba unos días en el hospital para recuperar la cadera y la pierna.

No era la mejor de las soluciones. TK estaba desesperado por tener una familia normal, por tener por fin a los gemelos con ellos y él... él quería ser normal por fin. Salir de la cama, ir a la cocina a por algo de beber, ir al baño, darse una ducha o sentarse en el sofá con Carlos a ver la tele un rato.

"Vayamos paso a paso", le dijo Peter, uno de sus enfermeros. "El médico me ha dicho que hoy ya puedes levantarte e ir al baño tú solo".

TK se echó a reír, Peter tenía un extraño sentido del humor y a veces el propio TK no lo entendía. Le gustaba tratar las malas noticias o incluso la muerte con humor, como si no fueran algo importante a su alrededor.

Pero Peter se quedó allí, serio pero tranquilo.

"¿Hablas en serio, puedo levantarme?".

"Con mucho cuidado y con la ayuda de alguien las primeras veces".

TK sonrió nervioso y miró a Carlos, Owen y Andrea. Todos estaban haciendo turnos para estar con él y los gemelos. Aunque las horas de visita de los niños terminaban por la noche, dado que TK había podido amamantar a Luna y pronto empezaría con Daniel, debían turnarse para estar con ellos y estar con TK.

"¿Puedo ir a ver a los niños?" preguntó TK, cuando aún ni siquiera había intentado moverse.

"Ya te he dicho que tienes que ir paso a paso,". dijo Peter y le tendió la bata que habían dejado ya preparada desde hacía dos días en la puerta del armario para cuando TK estuviera listo para levantarse. "Primero, te vas a sentar en la cama y te vas a poner de pie. Venga, dame la mano, que te voy a ayudar".

"¿Puede hacerlo Carlos?"

TK se volvió hacia Carlos. Deberían haberle preguntado antes si quería hacerlo, si se sentía capaz de hacerlo o si prefería que una enfermera profesional le echara una mano por si pasaba algo.

Pero sin decir nada, Carlos se levantó con una enorme sonrisa en los labios, se acercó al lado de la cama y le tendió las manos. TK asintió, incluso sentarse le resultaba doloroso, pero en aquellos días había aprendido la mejor manera de moverse.

Sentía las piernas entumecidas, apenas las había movido estos días a no ser por los constantes masajes que le daban las enfermeras, Carlos y Andrea. Le mantenían activo, en la medida de lo posible, así que, no sin un terrible esfuerzo, TK se encontró sentado en la cama, mirando al suelo. Tenía los pies descalzos colgando y Owen le pasó la bata por los hombros al notar que temblaba.

"¿Estás listo para poner los pies en el suelo?", le preguntó su padre, poniéndole las manos sobre los hombros.

"No, pero seguro que tengo que hacerlo", respondió nervioso y tendió las manos hacia Carlos, sin cambiar de postura.

Carlos asintió.

"Tú mandas, vamos a tu ritmo".

Estaba muerto de miedo. Incluso tumbado, el dolor de la cesárea era tremendo. Sólo podía imaginarse cómo sería en el momento en que se pusiera de pie.

Le temblaban las piernas, pero se sentía seguro con Carlos. Se entregó a él, literalmente, porque sabía muy bien que su cuerpo no sería capaz de sostenerlo. Notó que las manos de Carlos le agarraban con fuerza. Respiró hondo, contuvo la respiración y se deslizó por el borde de la cama hasta sentir el contacto de las zapatillas en sus pies.

Ponerse de pie fue la experiencia más dolorosa por la que había pasado en toda su vida. Sus pulmones dejaron de tomar aire mientras sentía cómo cada uno de los órganos de su cuerpo caía bajo el efecto de la gravedad.

Se preguntó si eso era lo que se sentía al morir, aunque apenas era capaz de pensar, su cuerpo estaba bloqueado y tenso, y se habría desplomado de no ser porque Carlos le sujetaba los brazos.

"¿TK?"

"Mierda... esto duele".

"Es normal, te lo prometo", le dijo Pedro, frotándole la espalda. "Tu cuerpo ha sufrido un trauma enorme con la cesárea y necesita tiempo para recuperarse. No dejes que nadie te diga lo contrario".

"¿Quieres volver a sentarte?". le preguntó Carlos.

Pero TK negó con la cabeza. Cómo había echado de menos Carlos a su testarudo novio. Habían sido unos días terribles y aún le aterrorizaba que a TK pudiera pasarle algo más. Le había visto tan débil y frágil aquellos días que, ahora, sólo le apetecía abrazarle y cuidar de él.

"No...no...el sofá está por allí, sólo tres pasos. Puedo llegar".

"¿Estás seguro?"

TK negó con la cabeza, pero sonrió. "Claro... sólo tres pasos".

Carlos dio un paso atrás y esperó a que TK hiciera lo mismo, pero en cuanto le vio mover un pie, vio también su expresión de dolor y lo pálido que se estaba poniendo rápidamente TK.

Le agarró más fuerte de los brazos por debajo y juntos dieron los dos pasos que les separaban del sofá. Fue el mayor esfuerzo de toda la vida de TK, nada, ni los meses de desintoxicación, ni la pérdida de su madre, nada en toda su vida le había hecho sentirse tan mal.

Pero por fin estaba sentado y podía descansar.

Aromas diferentesWhere stories live. Discover now