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Cuando llegue el momento

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Cuando llegue el momento


Giselle Grindelwald era, en muchos sentidos, una joven diferente. Por un lado, las vacaciones de verano no eran sus favoritas, le gustaban, sí, porque amaba poder pasar más tiempo con su familia, pero al mismo tiempo era el período más más largo que pasaba sin ver a sus amigas. 

Era casi media noche y estaba recostada en su cama, con la espalda casi en la pared, tapada con las mantas hasta la cintura y con una almohada en el hueco que quedaba entre sus rodillas y su abdomen. En sus manos tenía un libro que una de sus amigas le había regalado para navidad, de alguna manera lo encontraba interesante.

Paso lentamente las páginas tratando que su madre no oyera el peculiar sonido de las hojas al pasar, porque sí, su madre le había prohibido leer hasta altas horas de la noche alegando que se dañaria la vista. Su madre, Casiopea Grindelwald era hija del gran mago, Gellert Grindelwald con quien Giselle llevaba una excelente relación.

Giselle no quería problemas con su familia, menos en aquellos momentos porque su madre estaba enfadada con ella, y todo porque cuando llevaba una semana de vacaciones había sin querer liberado a uno de los elfos domesticos cuando uno de sus lazos para el cabello había quedado atrapado en uno de los cuadros que le había dado.

La platinada terminó de leer un capítulo más de su libro e hizo una pausa para volver a escuchar. Sólo se oían los pequeños pasos de los elfos domésticos de su familia, fue cuando se dió cuenta de que debía ser muy tarde, le picaban los ojos de cansancio. Sería mejor continuar leyendo la noche siguiente.

Cerró el libro, se levantó con cuidado de la cama yendo hacia su librero, en dónde solía guardar los libros y algunos adornos que tenía, y coloco todo con sumo cuidado de no hacer ruido. Luego se dió la vuelta, se estiró solo un poco y fue hacia la ventana que tenía en su habitación.

Giselle siempre se había caracterizado por ser una chica alegre, resiliente y muy valiente pero desde inicios de años no se había sentido así, muchas dudas que creía ya muertas habían regresado, una en especial estaba de regreso con el doble de fuerza.

¿Quién era su padre?

La platinada se recordaba a si misma, tal vez a los cuatro o cinco años, con lágrimas en el rostro preguntando por el a su madre sin obtener una respuesta que la hiciera sentir conforme.

Pero no era solo eso, Giselle no se sentía ella misma, su abuelo le había dicho que tal vez solo pasaba por una crisis de la edad, vamos, estaba muy próxima a cumplir la mayoría de edad y eso la aterraba, pero aún así ella no sentía que fuera eso, ella tenía un mal presentimiento y no le gustaba tenerlos porque siempre que eso le ocurría algo malo sucedía.

Fue entonces cuando una lechuza entro por su ventana sacándola de sus pensamientos, está tenía una carta en su pico, con el ya tan conocido emblema de hogwarts, se acercó a ella y la retiro con cuidado de no romperla, luego le dió un pequeño bocadillo a la lechuza quien partió después de eso. Giselle rasgó el sobre, extrajo la primera página de pergamino y leyó:

Estimada señorita Grindelwald:

Le rogamos que no olvide que el próximo curso dará comienzo el 1 de septiembre.

El expreso de hogwarts partirá a las once en punto de la mañana de la estación de King's Cross, andén nueve y tres cuartos.

También se adjunta la lista de libros del próximo curso.

Atentamente,

Profesora M. McGonagall
Subdirectora

Giselle extrajo la lista de libros, y la examinó, ya con bastante sueño. Sería fantástico que un día simplemente no le pudieran comprar tantos libros escolares, ya que, a ella no le gustaba mucho estudiar, lo cual era contradictorio ya que si bien sus notas no eran extraordinarias, se mantenía por encima del promedio y eso no le disgustaba. Ella era de aquellos casos en los que no le gustaba estudiar pero lo hacia y con resultados satisfactorios.

Decidió que ya era hora de ir a descansar, se metió en la cama y se estiró para sacar toda la tensión de su cuerpo. Se soltó el cabello (que se encontraba trenzado) y se acostó contemplando las estrellas que se hacían notar por la ventana de su habitación.

Aunque era una chica diferente, Giselle deseó no serlo por un momento, tal vez así, podría evitar un futuro matrimonio por preservar la pureza de la sangre, que era, por así decirlo, el estatus más alto entre los magos, o al menos eso creían familias como los Black, los Malfoy e incluso su madre.

De cualquier manera, Giselle lo quería evitar a toda costa, y, probablemente, haría cualquier cosa por lograr su cometido.





De cualquier manera, Giselle lo quería evitar a toda costa, y, probablemente, haría cualquier cosa por lograr su cometido

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𝐷𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 - R.L.Where stories live. Discover now