Muchas veces creemos que tenemos nuestro futuro planificado, pero qué sucede cuando te dicen que una profecía lo decidió mucho antes de que nacieras.
En dónde Remus se siente atraído hacia una estudiante de último año
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Dónde Giselle descubre...
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A Giselle no le gustaba la clase de Adivinación por muchas razones, la primera, ella tenía la opinión de que la entrada del salón estuviera en el techo, era absurdo de una manera tan ridícula que incluso le causaba gracia, la segunda, la profesora tenía una extraña costumbre de producir una desgracia cada año, y la desgracia siempre giraba en torno a ella, incluso en primer año, cuando Giselle no llevaba aquella clase, se les había dicho a los grados superiores que la maldad había pisado Hogwarts en forma humana, y siguió diciendo esas cosas, creyó que cuando ella entrará en su clase, eso se detendría, pero las personas suelen equivocarse una y otra vez, y ella lo hizo.
— Bienvenidos — dijo una voz cuando llegaron al salón —. Es un placer volver a verlos en este plano. — Giselle alzó la mirada buscando a Dahlía, con quien tenía la gracia de compartir esta clase, y cuando sus ojos se conectaron, no dudo en ir a su encuentro.
— Siéntense, niños míos, siéntense. — pronunció, y todos se encaminaron torpemente hacia los sillones o cojines. Giselle y Dahlía se sentaron en la misma mesa y fingieron prestar atención a la presentación que la profesora Trelawney daba todos los años.
— ¿Qué crees que nos enseñe este año? — pregunto Dahlía mientras se acomodaba algunos mechones de su rubio cabello.
— No lo sé, probablemente iniciemos de nuevo con las hojas de té, todos los cursos lo hacen.
— Durante el último trimestre — continuó la profesora Trelawney —, pasaremos nuevamente a la bola de cristal si la interpretación de los sueños nos deja tiempo. Por desgracia, un desagradable brote de gripe interrumpirá las clases en febrero. Yo misma perderé la voz. Y en torno a semana santa, uno de ustedes nos abandonará para siempre. — Un silenció muy tenso seguido de varias cabezas girando hacía Giselle hizo que la platinada rodara los ojos.
La profesora tomó una gran tetera de plata y sonrió.
— Quiero que se pongan por parejas. Cojan una taza de la estantería, vengan a mí y se las llenaré. Luego, siéntense y beban hasta que solo queden los posos. Remuevan entonces los posos agitando la taza tres veces con la mano izquierda y pongan la taza boca abajo en el plato. Esperen a que haya caído la última gota de té y pasen la taza a su compañero, para que la lea. Interpretaran los dibujos dejados por los pasos utilizando las páginas 5 y 6 de Disipar las nieblas del futuro.
