El día de mis confesiones

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Jungkook.

-¿Papá, vas a venir o no? -Habló con molestia

-Dame un minuto, estoy terminando -Dije acomodándo mi reloj. -¿Por qué tanta prisa? Aún faltan dos horas para que salga el avión

-Si, pero quiero pasar comprando ropa -Sonrió

-Te dije que yo te voy a comprar lo que necesites una vez que estemos allá, por eso no te preocupes -La tomé por la cara y le dí un beso en la mejía

-Pero no mientas -Formó un puchero. -Realmente debes cumplir tu palabra, la otra vez me dijiste que me comprarías zapatos y solo me compraste un par

-Tú papá no está mintiendo -Le acaricié el cabello. -Esa vez fué porque ya te había comprado demasiados y sentí que estaba consintiendote mucho -Pellisqué su cachete. -Eres una consentida y mimada de lo peor

-Pues para eso eres mi papá -Me sonrió

Simplemente no puedo decirle que no a mi princesa, movería cielo y tierra por cualquier cosa que me pida

Ambos íbamos en el auto camino al aeropuerto, en un par de horas tendremos un viaje, es por mi trabajo, pero le prometí que nos quedaríamos unos días de vacaciones y no dejó de patalear

Siempre la llevo, pero aún así, en cada viaje se emociona

-¿Papi, sabes que mañana es mi cumpleaños?

-Si, mi amor. Por supuesto. Y pienso darte muchos regalos

-¿Y por qué te vas?

-¿Qué?-Reí. -¿De qué hablas, cariño? Ambos nos vamos

-¡Tú me odias!

-Hija, claro que no ¿Que dices? Yo te adoro

-¡Mentiroso! ¡Mientes! -Gritó. -Yo no te hice nada ¡¿Por qué me odias!?

-Melodie, cálmate ¿Que tienes? -Volteé a verla aún con las manos en el volante. -Amor, claro que te amo, yo jamás te odiaría

-¡Eres el peor! ¡Eres tan malo! ¡Malo! -Me lanzaba manotazos mientras seguía gritando

-Hija, no digas eso -Puse mi atención en ella. -¿Cómo podría odiarte? Claro que no

-Siempre me odiaste -Se calmó repentinamente

-Perdóname mi amor, perdóname, lo siento -Comencé a llorar

-No hay marcha atrás. No la hay, ya no más -Miró hacia el frente fijamente

Escuché el claxon del auto acercándose rápidamente y antes de que pudiera entender con claridad la situación y tener tiempo de reaccionar, el camión ya había impactado contra nosotros

-¡¿Melodie, donde estas?! -Grité desesperado al no poder identificar nada, todo era borroso

-¡Es tu culpa! -La voz se alejaba

-Hija, por favor, no te vayas ¡Melodie! ¡Melodie!

¡Melodie!

Abrí mis ojos repentinamente con pánico y terror, los tenía repletos de lagrimas sin razón

El techo me decía que todo esto había sido un sueño, que digo sueño, una horrible pesadilla

Desde mi platica con Melodie el otro día, no he dejado de soñar cosas espantosas que terminan en accidentes

¿Qué carajos está pasando? Debería tener mi mente tranquila, pero es cuando más sigue desvariando

Joder. Necesito ver a mi hija

El día en el que mi niña dejó de quererme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora