Caminando por mi propia cuenta.

Para Maria Laura

Después de tanto tiempo, mi vida continúa, no me fue tan mal podría decirse. Pude conocer gente con la capacidad de hacerme sonreír en momentos fugases. Pude volver a disfrutar la hora de la merienda de los viernes y sábados, sin tu presencia, pude volver a tomar mate cocido aunque bien sabés que nunca fue tanto de mi agrado, pero me alejé de él por el simple hecho de que vos siempre elegías tomar eso ante cualquier otra cosa. Ahora puedo volver a sentirle un gusto dulce a mi té, puedo saborearlo y disfrutarlo. Ahora puedo dormir por las noches en los fines de semana, por más que no pueda encontrarte abajo de mis sábanas. Ahora puedo ocupar el centro de mi cama, alejándome de la esquina donde siempre dormí, esperando a que aparecieras y así poder dormir abrazándote. 
Mi vida continuó, después de todo, por más que cada vez que gire mi cabeza 180º, vea tu cara aunque sea unos pocos segundos. Continúo viendo tu cuerpo dibujado en una silueta en la oscuridad de mi habitación, durmiendo plácidamente. Nunca lo supiste en verdad, pero yo siempre te observé de manera infinita cada vez que te dormías, siempre te dormías antes que yo, cuándo mirábamos una película o simplemente hablábamos de tonterías. Admito que la hora de dormir es la más difícil para mí, siempre escarbo en mi colchón buscando algún rastro tuyo, alguna señal, algún aroma, algún cabello que hayas olvidado. Ya no sos real, dejaste de ser material, ahora sos solamente producto de mi subconsciente e imaginación. 
Hoy decidí abrir un poco mi corazón y mis brazos para crear recuerdos nuevos y dejarte ir del todo, pero no hay ningún momento en el cuál sienta aunque sea un poco de frío causante de tu ausencia. 
Estoy intentando explicarte, confesarte, que estoy escribiendo de la manera más fría y desalmada para decirte que te extraño, pero la realidad es que necesito seguir mi vida, conmigo mismo y con nadie más. Tal vez vos te sientas igual, tal vez vos quieras vivir con vos misma y dejarme ir aunque tal vez ya lo hayas logrado, eso no lo sé. Ya no pisé más tu hogar, así como vos no volviste a pisar el mío. 6 meses pasaron ya y pareciera como si fuera mucho más tiempo, elegimos alejarnos, tomamos la decisión de no seguir luchando. Todavía puedo seguir viéndote por todos los lugares a los que íbamos, por Bella Vista, por el centro de Morón, en la parada del 244 donde siempre te esperé. En el supermercado chino donde siempre comprábamos galletitas, jugo en sobre, papas fritas, maní y algo para cocinar a la noche. En nuestra pizzeria favorita donde solíamos y disfrutábamos almorzar o cenar. En cada gato que veo en la calle, donde te imagino que te acercas para acariciarlo. Todos esos lugares aunque fueran un tanto comunes y tontos, te siguen guardando un cariño y respeto, así como lo hago yo. Después de todo, esos lugares no serían especiales si no fuera por lo que fuimos alguna vez. Esos lugares están en deuda con nosotros, y nosotros con ellos, después de todo, cuántas veces nos vieron sonreír? 
Si hay una sola cosa que supe hacer bien, fue hacerte sonreír, siempre me esforzaba para lograrlo, pensaba maneras de hacerlo y cómo hacerlo, todo por vos, de manera incondicional. 
Esto sé que va a ser difícil para vos y para mí, dejar de vernos y hablarnos, alejarnos. Pero lo mejor que puedo decirnos a ambos es Sean fuertes, saquen fortalezas de donde no tengan, crean que son fuertes y superiores, saquen esa fuerza que sacaron como el mismo momento en el que nos conocimos, que nos conocimos en malas circunstancias, donde todo fue una confusión y estábamos heridos sin saberlo. Decidimos empezar a escribir esta pequeña historia, como tantas otras que hay en el mundo, pero esta es especial, porque era totalmente nuestra. Puedo comprender que no es lo mismo, porque en ese entonces aunque sea nos teníamos el uno para el otro y nos usábamos de sostén mutuo para poder avanzar. Pero sin embargo, sé que podemos lograrlo, sé que podes lograrlo, sé que puedo lograrlo...
Una vez me dijiste que la mejor manera de dar por terminado a algo, es liberándolo, por eso mismo quisiera decirte hoy y ahora sin más preámbulo, que te doy toda la libertad que necesites, toda la libertad que no tuviste conmigo pero que hubiera deseado que tuvieras. No me refiero puntualmente a que te vayas, porque claramente ya no estás acá, solamente dejarte ser sin más angustias ni noches en vela que parecen nunca acabar. 
Por eso yo creo que, lo mejor para ambos va a ser que nos olvidemos de todo, de los largos fines de semana juntos, de todos los desayunos y meriendas, de los mensajes escritos, de las llamadas que nos regalabamos, de los "Y gorda, como te fue en el examen?" de los "Y pupy, como te fue en el trabajo?", de todas las comidas compartidas, de todas las cosas que te cociné alguna vez y de las que me hubiera gustado cocinarte. De tus besos y de los míos, que seguramente te habrán sabido a cigarrillo siempre. De los helados que comimos mirando Snatch o El club de la pelea. Dejemos ir los sueños que jamás pudieron ser, porque así debe ser, porque jamás podrán ser. 
Olvidemos mis malos humores por tener una mala partida o porque mis cosas no se daban bien y que todo eso impedía tus sonrisas, olvida a Luna y a Crystal, así como yo estoy intentando olvidar a Negrito, a Pelusa y a Chiquita. Olvidemos toda la tristeza que nos regalamos, olvidemos toda la felicidad y alegría que nos dimos. Cerremos este libro de una vez y para siempre. Digamos "adiós" a todos los lugares que conocimos de la mano y también a los lugares que queríamos conocer juntos. Decí adiós a todo lo que alguna vez te enseñé, a mi intento de enseñarte inglés y enseñarte a jugar ciertos videojuegos, a intentar explicarte lo que significaba la música para mí. Le voy a decir adiós a todo lo que me enseñaste, a todas esas clases de células y anatomía humana, de series de anime y películas que jamás ví, en fin, simplemente olvidemos todo eso.
Volvamos a nacer una vez más, comencemos un libro nuevo, una historia nueva. Te libero de mí, de cada rincón de mi casa, de cada foto tuya que hasta hoy en día guardaba y me resignaba a borrar o tirar. Te libero de todos estos lugares que nos conocieron de la mano, pero que hoy en día ya no nos ven de esa manera. 
Me estoy despidiendo, aunque jamás supe con certeza como hacerlo de manera apropiada.  Nunca pudimos ser quienes quisimos juntos, no estaba bien, no era sano, nos lastimábamos sin saberlo y ahora la única manera que encuentro de reparar todo el daño es dejándonos ser de una buena vez. 
Así que hoy, te libero, Laura, te libero de mí, de mis enojos, de mis sonrisas, de mi felicidad, de mi tristeza, de mi angustia, de mi ansiedad, de mi ausencia, de mi odio hacía mi mismo, de no saber de qué manera hacerte feliz, de no saber como hacerte libre, de no saber como sentirte de manera plena, de no saber como tratarte. Te libero de mis malas posturas para dormir, de mis ronquidos, de mis besos con gusto a tabaco, de mi dolor de espalda permanente, de mis enfermedades, de mi compania, de mi cariño, de mi alma, de mi corazón, de mi ser y de lo que hubiera podido ser. 
Te dejo ser, con la puerta que cerraste para que puedas irte y seguir tu camino, para que cada día puedas olvidarme más y más y cada día que pase también aprendas a quererme un poco menos progresivamente, aunque eso me duela en lo más profundo de mi corazón.
Hoy quiero que seas vos misma, hoy quiero que estés libre, hoy no quiero estar más en tu cabeza, hoy quiero que tu vida continúe. Y, sabés por qué hago esto? Porque en mi interior yo te sigo guardando cariño, me sigo preocupando por vos, sigo pensando que te mereces lo mejor del mundo, la mejor casa, los mejores amigos, al mejor hombre como pareja que yo no pude ser ni sería ni en mil años. Yo te sigo queriendo y sigo cuidando de vos, por más que ya no me correspondas como acompañante en mi camino. 
Nunca te lo dije, así que aprovecho la situación, en mi vida jamás voy a querer a alguien como te quise a vos, siempre una parte de mí te va a querer y extrañar. 
Adiós.


Blu Uroko

01/03/2017