Michael el paladín y Magdalena la hechicera

18 0 0
                                    


-Capitulo 8-  
"Entrá, salí del frío de la noche"
Dijiste, pero nunca decidiste acobijar mi cuerpo empapado en sangre.
Quedo atrapado con mi mente y los restos de mi corazón. No me quedó absolutamente nada, excepto esta vieja armadura y esta espada quebrada.
Hoy no quiero volver a probar tu comida rancia que envenena mis entrañas, descubriste mis puntos débiles y sin embargo dejaste que tu caballero envuelto en todo este metal, muera desangrado y solo.
Echaste sal a mis heridas y dejaste que mi armadura se oxide, siempre desee que te acerques a sanar mis heridas así poder seguir luchando incansablemente.
"Cada ser tiene un punto débil" Me dijiste
"Tu corazón no es tan fuerte como todo tu cuerpo de guerrero" Mi piel quemada por tantas batallas ganadas, ahora se desintegra en el medio de esta nevada invernal.
Si bien sabes que, tus hechizos son los más poderosos del planeta. Desde sanar heridas con una sonrisa, hasta entre lágrimas decir "volvé a mí" y automáticamente invocas mi presencia a tu lado, siempre regresé a vos lo más rápido que se puodía pedir.
Aunque ya no sé como moverme con rapidez, ya que mis huesos y mi corazón, se quebraron y ya no recuerdo siquiera como era caminar.
Siempre me pregunté si es que fue una consecuencia de los múltiples hechizos que volcaste sobre esta alma perdida.
Al llegar a tu cabaña, lo único que me dijiste con tu mirada fría fue "Corré, alejate, salvate" Y solo me quedó correr, con los huesos rotos, el estómago hambriento y mi corazón sediento de amor.
Me alejo, con el corazón destruido en mis manos y empuñando esta espada hecha pedazos. Corro herido, cuál lobo sin jauría, anhelando algo de compañía.
Me reposo sobre un viejo árbol, donde solía recitarte los poemas que te escribí inspirándome en tu hermoso rostro.
Descanso por un momento, mi aliento sale helado, mis dedos ya no los siento. Lo que queda de mi corazón se me escapa de los dedos y cae en esta nieve acumulada en el suelo. Aunque débil, todavía puedo escucharlo latir y rugir. Dejo caer mi armadura, no puedo llevarla más, ya no poseo la fuerza para proteger a mi doncella, mi honor se perdió por completo. Entre la oscuridad, distingo una silueta, que se convirtió en 12 siluetas, delgadas y armadas. Vienen por lo que resta de mi corazón, vienen para averiguar qué fue lo que te conquistó, qué te apaciguó durante tanto tiempo.
Mi pecho es atravesado y abierto de par en par, cuál animal esperando a ser devorado.
Escupo mi último aliento antes de morir y les digo "Su secreto... Mi secreto... Es nuestro, nunca lo sabrán, nunca lo comprenderán, ningún humano puede ni podrá"
Desearía que vuelvas a invocarme una vez más, que vuelvas a revivir mis restos una vez más.
Estaré esperando, no tengo otra opción.  

Blu Uroko

20/3/2017 03:40

Caminando por mi propia cuenta.Where stories live. Discover now