Capítulo 2 - Lechuzas mensajeras

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La academia de Aurores bullía de actividad.

Eran las 9:00 am y todos los alumnos aspirantes a aurores se encontraban ya en sus respectivos entrenamientos. El ambiente era más que estimulante, clases de duelo, de ocultamiento y disfraz, acondicionamiento físico y por supuesto, Defensa Avanzada Contra las Artes Oscuras. Harry y Ron, los amigos inseparables se encontraban en un periodo de descanso entre clases, platicando en los pasillos con varios compañeros cuando un par de lechuzas aterrizaron justo sobre sus hombros. Ambas traían una carta con el sello de Hogwarts.

-¿Una carta de Hogwarts?- Preguntó Roger Davis, un compañero de la academia -¿No están un poco grandes para regresar al colegio? - les dijo con una sonrisa burlona. Los demás compañeros soltaron una risa, pero Harry y Ron se apresuraron a leer el contenido de la misiva que era prácticamente igual para ambos.

Estimado Señor Potter:

Debido a un suceso inusual se requiere su presencia en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería el día de hoy a las 6:00 pm.

Lamentamos los inconvenientes que esta reunión pueda producir, pero es un asunto urgente y delicado y es imperativo que se presente.

Sin más por el momento se despide:

Minerva McGonagall

Subdirectora.


-¿Qué será ese "asunto urgente y delicado"? -preguntó Ron a su amigo una vez que hubieran terminado de leer sus cartas.

-No tengo la más mínima idea.- replicó el azabache con franqueza. -Supongo que lo sabremos hoy a las 6:00-

-Sí, hay que agradecer que hoy las clases terminan a las 4:00, así no tenemos que pedir permiso con el pesado de McDowell para ir -

-¿El pesado de quién, Señor Weasley?- preguntó una voz grave detrás de ellos

Ron abrió los ojos como platos al saber que detrás de él tenía al Jefe de la Sección de Defensa de los Aurores, ¿por qué nunca podía dejar la boca cerrada?.

A un par de pasillos de distancia, una cabellera rubia descansaba cerca de un árbol en el patio de entrenamiento de la Academia de Aurores, estaba distraído leyendo un libro de pociones de ocultamiento por lo que no se percató del ave que se posó a su lado hasta que sintió un picotazo en su pierna.

-¡Ouch!- se quejó -Maldito pájaro, ya te vi. No tienes por qué ser tan agresivo.- Le quitó la carta que venía atada a su pata y la miró con curiosidad. Leyó el contenido y frunció el ceño. ¿Para qué lo querían en Hogwarts a las 6:00?


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En otra parte de la ciudad, en la Facultad de Medimagia se encontraban un par de amigas saliendo de una práctica en laboratorio. Ambas caminaban con la vista al frente y un andar grácil y seguro. Era un cuadro bello por admirar, con sus portes aristocráticos que les salían sin el más mínimo esfuerzo, resultado de una crianza rigurosa, como sólo pocas familias de magos hacían. Se dirigían a la cafetería para desayunar algo antes de la siguiente clase: Genética Mágica.

-No entiendo por qué se empeñan en que veamos laboratorio y genética el mismo día, como si nuestro horario no estuviera lo suficientemente pesado este semestre.- Se quejó una pelinegra al sentarse en su mesa habitual.

-No es tan malo, Pansy.- repuso una rubia de ojos verde -A demás el ayudante del Profesor Prewett es un sueño -

-¿Logan? Por favor Tory, con ese cabello rojo y esas pecas hasta parece un Weasley, no puede ser que te guste.-

Dulces sueños, mi futuro bebé...Where stories live. Discover now