Capítulo 10 - En la guerra y en el amor

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La luz de la luna llena entraba a raudales por la ventana abierta. Una suave brisa mecía la cortina de gasa semi-transparente, a pesar del aire que se estaba poniendo cada vez más helado, Luna se negaba a desaprovechar los últimos días de Octubre.

Se encontraba recostada en un sillón de una plaza con vista a la noche estrellada, tenía un libro en su regazo que había sido olvidado al competir con el paisaje de la noche. Luna se sentía tranquila y en paz como nunca había estado en su vida, para otra persona el tener tantos sucesos inexplicables en un periodo tan corto como una semana sería insoportable, para la joven era lo más normal del mundo. Como si toda su vida hubiera esperado esos momentos sin saberlo.

Escuchó un ruido detrás de ella y un aroma a sándalo llegó casi imperceptible, era Theo.

-¿No está un poco fresco para que tengas la ventana abierta?- preguntó el chico al tiempo que se apoyaba en el respaldo del sillón.

-Me gusta la brisa - respondió la rubia al tiempo que recostaba su cabeza sobre la mano de Theo que estaba apoyada en el respaldo.

El chico volvió a sentir esa inconfundible calidez que emanaba de la chica. Llevaban una semana viviendo juntos y todavía no se acostumbraba a sentir esos toques cálidos y suaves. Luna parecía encantada de tenerlo cerca, a pesar de que nunca habían convivido en el pasado.

-¿Ya se durmió?- preguntó con suavidad Luna mientras lo miraba con dulzura.

-Sí, se durmió después de contarle un cuento.- respondió el moreno.

-Aún sigo sin creer que se duerma más fácil contigo que conmigo.- replicó la rubia con un ligero reproche.

-No lo sé pequeña, supongo que es porque me quiere más a mí que a tí- Theo la miraba con una ligera sonrisa burlesca asomándose en la comisura de sus labios.

-Muy gracioso, Theodore. - Le dijo la rubia quitando su cabeza de la mano del chico.

El chico, resintiendo el contacto, se sentó en el mismo sillón que la rubia provocando una extrema cercanía al tratar de estar los dos en un sillón de una plaza.

-Sabes que es una broma, pequeña. Te aseguro que el bebé te quiere muchísimo, debe ser una fase.-

-Nate- corrigió la rubia rápidamente.

-¿Nate?- preguntó el chico alzando una ceja.

-Sí, he estado pensando y no creo que debamos llamarlo sólo bebé. Los nombres son importantes y poderosos.-

-¿Y te gustó Nate?-

-Bueno, ese es de cariño. Me gusta Nathaniel.-

-Nathaniel, - dijo Theo meditabundo. - Significa "Dios ha dado", ¿cierto?-

La rubia lo miró un poco asombrada pero asintió.

-No me mires así, pero resulta que mi abuelo se llamaba Nathaniel, Nathaniel Rohde. Era el padre de mi mamá. Nunca lo conocí, pero mi madre solía hablarme de él.-

-¿Murió? Tu abuelo.-

-No que yo sepa, al menos mamá nunca lo mencionó.-

Luna asimiló esa información con cautela, nunca había escuchado de la familia de Theo. Sabía que la madre de él había muerto y que su padre se había suicidado, por eso asumió que no tenía familia.

-¿No te gustaría contactarlo? ¿Al menos saber si vive? - preguntó la rubia con cautela.

-Si no ha aparecido en tantos años dudo que realmente quiera saber de mí- repuso el chico sin una gota de sentimentalismo. Era muy pragmático al respecto y asimilaba la realidad de la manera más cruda, para él estaba claro que la familia de su madre no quería saber nada de él y no le importaba.

Dulces sueños, mi futuro bebé...Where stories live. Discover now