Capítulo 8 - Ilusiones

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El sol estaba por ponerse en el horizonte. Faltaban 20 minutos para la hora acordada pero ella estaba ansiosa y no pudo permanecer en su sala común más tiempo. Inventó una excusa para deshacerse de sus compañeras y se apresuró al lugar de siempre.

Avanzó rápidamente por los corredores casi desiertos y salió del castillo rumbo a los límites del Bosque Prohibido, su sonrisa se fue haciendo presente conforme se acercaba al pequeño claro en los límites del bosque. Pensó que tendría que esperar un rato a que él llegara, pero su sonrisa se ensanchó al encontrarlo ahí.

-¡Llegaste antes!- dijo él al tiempo que se levantaba y la envolvía en un abrazo

-Moría de ganas de verte- replicó aspirando su aroma,

-Yo también- ambos sonrieron disfrutando el momento. -Detesto tener que esperar tanto para verte y tenerte aquí conmigo- dijo el chico con un ligero tono de reproche.

-Lo sé, pero todavía no es tiempo, no estoy lista para decirlo. Ya sabes que se complicaría todo -

-No me importa complicarme la vida contigo, sabes que te quiero en mi vida y no me importa lo que puedan pensar los demás.-

Ella sonrió y se abalanzó sobre el moreno atrapando sus labios, cosa que él recibió gustoso.

-¿Estás seguro que no te importaría?-

-Nunca, tú eres mi vida-


Pansy cerró los ojos y sacudió la cabeza ante el recuerdo que se había filtrado en sus pensamientos. El estruendo del Autobús Noctámbulo la había hecho soltar un respingo y sujetar con mayor fuerza a la pequeña niña en sus brazos. Abrió los ojos un tanto asustada al pensar que había dormitado un poco. La pequeña se aferró a su pecho, ese sencillo gesto la hizo volver a la realidad. Miró a su derecha, en el otro asiento viajaba su compañero, con el entrecejo fruncido y la mirada fija en la ventana. La pelinegra lo miró por un instante y suspiró de manera casi imperceptible, el gesto de Harry Potter distaba mucho del que ella recordaba.

-Grimmauld Place- dijo el chofer al tiempo que frenaba con brusquedad y abría las puertas del autobús.

Pansy se levantó a trompicones maldiciendo a todos los magos por haber viajado en ese trasto. Lo odiaba. Harry la siguió de cerca, mirando sin querer la figura de la pelinegra. Sacudió la cabeza de cualquier pensamiento y bajó con el pequeño niño bien sujeto en sus brazos. No era tiempo para pensar en cosas pasadas.

-¡Hey! Espera, es aquí- le indicó Harry al ver que Pansy seguía caminando por la acera.

La pelinegra dio media vuelta y se detuvo al lado de Harry, esperando a que los encantamientos revelaran la casa. El número 12 pronto hizo presencia y ambos se adentraron en el recibidor.

Harry empezó a avanzar por el pasillo seguido de Pansy hasta llegar al segundo rellano a una de las habitaciones disponibles. Abrió la puerta dejando ver una estancia amplia con una cama amplia y el fuego encendido. La pelinegra alzó una ceja.

-Parece que esperabas visita.- dijo en tono cortante.

-No, le avisé a Kreacher que vendrían y que tuviera un cuarto listo, pero al parecer no entendió que los niños eran pequeños. Supongo que pueden dormir ahí.

-Sólo le adecuamos alguna barrera para evitar que se caigan en la noche- replicó la pelinegra.

-Cierto, no había pensado en eso.- Harry se rascó la cabeza con la mano que tenía libre en un gesto tan natural que desplegó una oleada de recuerdos en la pelinegra. Siempre eran los pequeños detalles los que echaban todo a perder.

Dulces sueños, mi futuro bebé...Where stories live. Discover now