CAPÍTULO 6 2 DE AGOSTO 01:34 a-m. ERIN

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RESILENCIA:  CAPACIDAD PARA HACER FRENTE A LAS ADVERSIDADES, SUPERARLAS Y SER TRANSFORMADOS POR ELLAS.



- Así que no lo imaginé – Tapé mi boca con mis manos, sentía que mis ojos se inundaban por la sorpresa y el desconcierto de encontrar a alguien que me viera y hablara conmigo – puedes verme.

- ¿Quién eres? – Pronunció con terror en sus ojos. Tenía que entenderlo, no debía ser fácil para el dirigirse a alguien que no conocía y que nadie podía ver.

Podía contarle muchas cosas, cómo me sentía y lo que tenía en mi cabeza. Pero creí que ser concisa sería lo mejor, tenía que quemar mis pocos cartuchos con él y, su mirada azul cristalina me dio confianza y seguridad cuando se había acercado a ayudarme.

- Creo que estoy muerta.

Sí, dije creo porque en realidad no tenía ni idea de lo que me estaba sucediendo. Aunque al momento me arrepentí de ser tan directa al ver un halo de pánico en su rostro.

- ¿Qué quieres de mí?

- Ayúdame a saber qué me ha pasado, - rogué desesperadamente queriendo acercarme más a él - vivo ahí enfrente, con mi marido Fabio y mi hijo Gaby. Por favor, todos creen que me he marchado, pero no sé por qué no puedo recordar.

- No, no, no... - retrocedió alargando el espacio que había conseguido acortar entre nosotros.

- Por favor - mis ojos no podían aguantar más unas lágrimas de frustración que amenazaban con salir – solo tú puedes ayudarme.

- ¿Cómo...? ¡Yo no sé...! ¡Eres un delirio! – El hombre caminaba hacia atrás presa del pánico en dirección a una puerta que si fuera posible me cerraría en las narices - ¡Todo esto me lo estoy imaginando!

- ¡No, espera! – Supliqué angustiada, él era el único que podía ayudarme a esclarecer algo - ¡compruébalo, por favor! ¡Sólo te pido eso!

De repente, y sin dejarle contestar, sentí que algo tiraba de mis piernas y subía por todo mi cuerpo. Una fuerza más poderosa que nada que haya sentido jamás y que me arrancaba de aquel lugar. Miré al hombre que clavó sus ojos azules en mí con un millón de preguntas en ellos y me abalancé para sujetarme a él. Mis esfuerzos fueron en vano, de pronto la oscuridad me sumió y, de nuevo ese dolor punzante bajo mi nuca me hizo taparme la cara con las manos.

Voces...

Dos voces conocidas...

Estaba de nuevo con mi hijo y su amigo en la casa donde se había quedado a dormir, hablaban relajadamente sobre una de las dos camas gemelas.

¿Me habían traído ellos a aquí?

¿Y mi vecino? ¿También él me llevó a su lado?

La rabia por no haber podido quedarme con la única persona con la que me podía hacer escuchar se apoderó de mis sentidos. Noté que la sangre de mis venas hervía en mi interior.

- ¡No! – Grité levantando mis brazos hasta mi frente.

¡¿Qué?! Había tocado algo. Pude sentir el tacto de algo que al rozarlo se había precipitado al suelo. Una de las muñecas de la estantería yacía en el piso tras haber recibido mi golpe. ¿Había sido yo? ¡Sí! ¡La he tocado, yo la tiré! ¿Cómo pudo ser?

Josh se acercó a mí, y recogió la muñeca colocándola en su lugar de nuevo; se despidió de mi hijo, y se acostó en su cama.

Allí, en la oscuridad de la habitación, me quede mirando esos ojos de cristal que me daban una pequeña esperanza... una idea... nadie podía verme, pero sentía que realmente estaba aquí.



. . .



Acompañé a mi hijo al instituto, vi que dejó un examen en blanco casi en su totalidad, y eso me preocupó mucho. Además había un chaval de su curso que los estuvo molestando a él y a Josh en varias ocasiones. Gabriel nunca me habló sobre ese tema. Si pudiera le haría entender las consecuencias de meterse con mi niño.

Se pasó gran parte de la mañana mirando al vacío y tamborileando con sus bolígrafos. Solo la joven Laura podía distraerlo de vez en cuando de sus pensamientos. A la salida esperé con él a que Fabio llegara a recogerle. Presencié una discusión realmente horrible que me encogió el corazón y que tuvo lugar durante el trayecto. Gabriel estaba enfadado porque Fabio me denunció por abandono de hogar en vez de por mi desaparición, y éste, insistía en que le había llamado a modo de despedida y diciendo que no iba a regresar.

Lo cierto era que no sabía qué pensar, no recordaba nada. Por mucho que me esforzara, tenía un gran agujero oscuro y tenebroso en mi cabeza que me apartaba de cualquier atisbo de realidad. No conseguía concentrarme lo suficiente como para esclarecer algo sobre mi paradero, ni siquiera los días anteriores.

Llegamos a nuestra calle y Fabio y Gaby entraron en casa malhumorados. Les seguí, pero me detuve en la puerta para girarme. Miré en dirección a mis espaldas, esa era la casa donde estuve anoche, la casa del hombre con el que estuve hablando.

Analicé con detenimiento las ventanas, para ver si podía verle. Si, había gente en su interior, tres personas se distinguían a través del gran ventanal de su salón. No sé si era el momento de aparecer allí o quedarme cerca de Gabriel.

Permanecí de pie unos segundos. La puerta principal se abrió y salieron los tres jóvenes en dirección a una camioneta de la que no me había percatado. Abrazaron al dueño de la casa de manera fraternal. Se parecían mucho entre sí, aunque los ojos de mi vecino eran bastante más destacables, seguramente serían parientes.

Con una valentía inesperada me acerqué a ellos cruzando la calle.

- Ángel, te llamaremos cuando estemos en casa – dijo uno de ellos subiéndose en el asiento del copiloto.

La cara de mi vecino se endureció al verme colocarme a su lado. Acto seguido, me ignoró y volvió de nuevo la vista hacia ellos.

- Y lo dicho – el conductor se inclinó para que lo viera mejor – estaremos aquí en tres semanas para hacerte una visita.

- Te llamas Ángel – murmuré intentando llamar su atención – no podía ser de otra manera.

- Cuando queráis Rafa – sacudió la mano a modo de despedida haciendo caso omiso de mi comentario.

El vehículo se puso en marcha y se perdió entre las colinas que rodeaban nuestro pequeño pueblo calle abajo. Mi vecino bajó la cabeza y se dispuso a dejarme atrás. Aceleré mi paso para caminar a su lado.

- No me sigas - susurró tomando el pomo de la puerta.

Me quedé clavada en su porche, los ojos se me aguaron al momento. Sentía que si cerraba esa puerta se desvanecería cualquier esperanza que podría llevarme a la verdad.

- Ángel... - mi voz entrecortada por el llanto le hizo detenerse antes de cruzar al interior.

Antes de adentrarse en su casa, bajó la cabeza y la inclinó un poco hacia mí para mirarme. Su voz sonó devastadora cuando solo pudo sentenciar:

- No puedo ayudarte... perdóname. 




EN 3...2...1...

BUENAS A TODXSSSSSSSSSSS

COMENZAMOS FUERTE EL SEGUNDO DÍA.... GRACIAS DE CORAZÓN POR ESTAR CONMIGO EN ESTA TRAVESÍA.

CAPÍTULOS CORTOS PERO CASI DIARIOS, ESPERO QUE OS GUSTEN

BESIS CARIÑOSIS

MARGA

LUSS: EL LÍMITE DE LA VERDADWhere stories live. Discover now