CAPITULO 7 2 DE AGOSTO 17:46 p.m. ERIN

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DETRÁS DE CADA PERSONA VALIENTE Y DECIDIDA, HAY UNA HISTORIA QUE LA HIRIÓ Y LA HIZO SER MÁS FUERTE.




Había sido una tarde extraña, mi marido y mi hijo almorzaron por separado sumiendo la estancia en un campo de guerra silencioso y tenso. Podía percibir rabia por parte de Fabio y frustración por la de Gabriel. Era increíble poder sentir parte de lo que ellos sentían, increíble y abrumador.

Me encontraba en el suelo, tras uno de los sillones de la sala. Fabio se había ido a trabajar el segundo turno en la oficina y Gaby no había salido de su habitación.

Yo miraba a través de la ventana en una única dirección, la casa de Ángel. Mis ojos lloraban al aceptar su negativa. Él no quería ayudarme, mis esperanzas se disipaban como el humo de un cigarrillo. Lo bueno de romper en llanto, era que no iba a molestar a nadie. Apoye mis brazos sobre mis rodillas y hundí mi cabeza en ellos rota de dolor.

¿Qué ha sido eso? Levanté mi cara con rapidez. Una de las cortinas se había movido con mi tacto. La sentí, si, el tacto suave rozando mis dedos la había movido. Mis ojos se abrieron como platos.

El timbre de la puerta llamó mi atención y me incliné hasta el cristal para ver quien llamaba. Sequé mis lágrimas al ver a Sarah.

Mi hijo bajó las escaleras casi de dos en dos para abrirle la puerta y se estrecharon en un cálido abrazo.

No entiendo por qué, pero parecía que desde ayer el tiempo me pasaba más rápido de lo normal.

Ella rechazó un café ofrecido por Gabriel y se sentaron en frente de mí. Me sentía bien al saber que mi hijo contaba con su apoyo.

- Cariño vengo para decirte que Carlos y yo ya hemos interpuesto la denuncia. Han designado el caso al detective Morrison, dicen que sabe hacer bien su trabajo – El rostro de mi pequeño dibujó una leve sonrisa de alivio – seguramente vendrá por aquí haciendo preguntas a tu padre y a ti. Nosotros ya hemos sido interrogados... daremos con el paradero de tu madre cariño – sus dedos acariciaban con ternura la cara de Gabriel.

- Mi padre no está, se fue a trabajar – sentenció.

Yo los miraba expectante... no quería que se me escapara ningún detalle... aún, mi mano abierta estaba sostenida en el aire, seguía sintiendo el mágico tacto de la cortina sobre ella. Por una vez en dos días, me sentí un poco más viva.

Volví la mirada hacia mi mano, mientras mi hijo era consolado por Sarah. Me concentré profundamente. Dejé salir mis sentimientos. Miedo, amor, confusión... cerré los ojos y vi los suyos, azul cristalino que traspasaban almas, los ojos de Ángel...

Los abrí y acerqué de nuevo la mano a la cortina.

Se movió...

. . .

2 DE AGOSTO

23: 16 p.m.

ÁNGEL



Un agradable paseo nocturno por el muelle me despejaría la cabeza. Tenía pensado llevar mis libretas y sentarme en una terraza a esperar a mis musas con un vaso de buen whisky escocés. Cualquier cosa con tal de hacerme pasar la noche lo más relajado posible. Recorrí el muelle con la vista perdida en el horizonte. Aunque a veces lo conseguía, la visión de esos ojos negros suplicando mi ayuda no se me iba de la cabeza.

Había recibido un mensaje de dos llamadas perdidas, eran de Tessa. No quise escuchar lo que me haya dejado en el contestador, no me interesan sus mentiras ni lo que quiera decirme. Que se consuele con la persona con la que tuvo el valor de engañarme tras cuatro años de matrimonio abnegado que le dediqué. Ella ya no despertaba ninguna compasión en mí.

El letrero de una pequeña cantina llamó mi atención y no dudé en adentrarme. Su interior no me defraudó, estaba bien iluminada y limpia. Una mezcla de tabaco, madera y ron inundaron mis fosas nasales cuando me acerque al mesero, que abrillantaba jarras de cerveza con esmero y dedicación.

- Buenas noches caballero – saludó gentilmente - ¿qué le sirvo?

- Buenas noches – me senté en uno de los taburetes de la barra – whisky, por favor, doble.

- Marchando...

Soltó su rodillo, y vertió el líquido bronceado en un vaso bajo y grueso frente a mí. No había muchas personas a esas horas, un hombre de unos cincuenta años a pocos metros de mí en la barra leyendo el periódico y un par de parejas jóvenes en las mesas al fondo del local. Puse un billete sobre la madera y le di un exquisito trago a mi licor.

Me dispuse a hacer un repaso a mis notas, un ventilador de aspas en el techo, giraba suavemente sobre los presentes, acogiendo calidamente el lugar.

La puerta de la cantina se abrió hacia dentro, y un hombre de mediana edad, con sombrero y gabardina se acercó a la barra, dejando un maletín sobre ella. Se situó al lado del señor que leía el periódico a poca distancia de mí, se descubrió y dejó ver sus canas laterales y una mirada sombría al que, parecía, era un conocido suyo. Un robusto bigote adornaba con elegancia su labio superior, y sus dientes sostenían un puro recién encendido.

- ¿Un día duro Sam? – preguntó el primero dejando el periódico en un revistero a su derecha.

- Ponme lo de siempre, Arthur – dijo dirigiéndose al camarero – Si... - contestó pesadamente mientras se acomodaba en su taburete. El mesero le preparó con decisión un café sólo bien cargado y vertió en él unas gotas de coñac.

Yo me volví sobre mis papeles, dispuesto a concentrarme en ellos.

- Aquí tiene, detective Morrison – afirmó volviendo a sus jarras de cerveza.

- Ha desaparecido una mujer... – Mis ojos fueron directamente a él. Sacudió un sobre de sacarina y lo arrojó suavemente sobre su taza - ... hace dos días. Me han asignado el caso.

- ¿Qué mujer? – preguntó su colega interesado... aunque no más que yo - ¿Aquí en Luss?

- Sí amigo – su tono era de tristeza y se acercó a él para que nadie le pudiera escuchar, acto que a mí me hizo abrir bien todos mis sentidos – Erin Marino, la mujer de Fabio de Luca, el contable. Mañana empiezo con la investigación.

Su nombre retumbó en mis oídos, como un eco incesante, como una canción de nana que se repetía una y otra vez. Era ella, era real, existía y yo podía verla.

No me había vuelto loco, no me lo había imaginado. Ella acudió a mí, podía verla y oírla. No iba a preguntarme nada más sobre las razones de por qué solo yo conseguía hablar con ella, eso sí me haría pensar sobre mi cordura, o en mi falta de la misma. Tenía que lograr verla de nuevo.

Todo esto me asustaba, pero, recordando sus ojos de angustia y temor, como los de una niña desvalida que necesitaba mi ayuda, entendí que debía hacer algo.

Tenía que encontrar a Erin.




EN 3...2...1...

BUENASSSSSSSSS

PARECE QUE NUESTRO ESCRITOR QUIERE AYUDAR A ERIN, VEREMOS A VER QUÉ PASA.

GRACIAS A TODOS POR LEERME, POR SEGUIRME Y ACOMPAÑARME. 

SIEMPRE EN MI CORAZÓN.

BESIS CARIÑOSIS

MARGA

LUSS: EL LÍMITE DE LA VERDADWhere stories live. Discover now