En su ausencia.

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Nunca debió pasar.

Sus pasos acelerados hacia la vida, arrancaron viejas raíces y echaron nuevos brotes hacia el mar de emociones del que se debían alimentar de ahora en adelante. Mi corazón es ahora su hogar.

Ningún buen amor es planeado. Incluso llegan por las razones más equivocadas, para reivindicar los pasos que te llevaron irónicamente hacia él.

El corazón late profundamente. Más cuando se viene de un fracaso, de una situación que tu alma jamás pensó pasar, en un lugar donde tu corazón nunca quiso realmente estar.

Les  he amado profundamente, y aun no las conozco.

Me han anunciado su existencia y, aunque llevaba mucho tiempo esperando por reconocerla, este aviso ha dado un vuelco muy profundo a la forma en que ordeno mi vida.

Dichoso ese momento en que lo supe. Aunque tenía un trago muy amargo en mi boca y mi vida aún no estaba lista para ti, les amé tanto.

Hoy en su ausencia, puedo meditar, cuan profundamente has calado en mi vida y solo quiero meditar, sobre el impacto que has causado a lo más profundo de mi alma y de mi ser.

Nunca llegaron a saberlo realmente, pero son aquello que más he amado.

Su ausencia, que nunca llego a ser totalmente presencia, ha dejado el hueco más grande en mi corazón.

Debí ser siempre su primer amor.

Quiero que lo sepan, yo siempre fui para ustedes, su más grande enamorado.

Me dirijo personalmente a ti, Gabriela y a ti, Dulce, con el amor más profundo que un padre puede dar a sus hijas.

Soy su mayor enamorado.

Y lo seré, aun con su partida, por la eternidad.

Y es que esta derrota, me dejó con tantas cosas que aún debo contarles.

Se que me escuchan. Se que oyen el latir profundo de mi corazón, que grita fuertemente al cielo el amor que nace de él para ustedes.

Nunca un hombre amó de esta manera, nunca un alma adoró de esta manera.

He de explicarles, hijas, sucesivamente en estas páginas, las lecciones que ustedes han dado a su padre.

Y si al escribir estas palabras, ven a este hombre llorar, sepan que es de amor profundo y de arrepentimiento.

Y cuando las alcance en la eternidad, sepan que solo verlas será la recompensa más grande que Dios podrá darme.

He regresado de aliviar a su mamá, y mi corazón está cansado. Las actividades de su despedida, han marcado los compases del tiempo en este día.

Pero realmente ustedes nunca se fueron.

Hoy debo descansar. Mi cuerpo, mi alma y mi corazón, insisten en que ya no hay fuerzas.

Las amo, las amé y las amaré por siempre, mis pequeñas.

Buenas noches, Dulce.

Buenas noches, Gabriela.

Buenas noches, Dios.

Lecciones de un amor que no conocí.Where stories live. Discover now