Sobre las dudas y las decisiones.

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Decidir, elegir, tomar un camino, dar un paso, caminar... en fin, actuar. Todo esto se lee tan fácil y se vive tan difícil.

El que diga que decidir es sencillo tiene graves problemas y el que elige a la ligera, no está viviendo: está de paseo en una montaña rusa que lo puede llevar al despeñadero.

Es tan paradójico, sin embargo, que muchas malas decisiones, tienden a convertirse en las más grandes escuelas e incluso, a veces equivocarse es a veces mejor que no hacerlo.

La frustración y la decepción abren los ojos a nuestra pequeñez y humanidad; nos hacen partícipes de nuestras limitaciones y de nuestra condición de seres imperfectos.

Queridas hijas, decidir sobre la duda es aventarse de un risco, con paracaídas, pero sin saber si este va a funcionar cuando intentemos abrir. Un salto al vacío con más fe que certezas.

Nada nunca podría traer más dudas a mi existencia que saber si sería o no un buen padre. Porque por más consejos que uno reciba, nadie realmente está listo para emprender este viaje maravilloso de cultivar una vida con el abono del sacrificio del "Yo".

Decidir, hijas, incluye afrontar las consecuencias de las acciones realizadas también. La vida misma es una elección y una elección de amor: porque solo el que ama vive realmente.

Y lo digo con la certeza de haberlas sentido a ustedes cerca y saber que nunca estuve más vivo que en los momentos en que reflexiono acerca del amor que les he tenido en esta vida y el que les tendré en la vida futura.

Las elecciones de la vida, por más ocultas que se hagan, están basadas en el amor o en la ausencia de este.

Me he dado cuenta de que quienes eligen amando, se equivocan aprendiendo y afrontan el camino con mayores cotas de felicidad. Y que, por el contrario, quienes hacen elecciones sin amor, terminan odiando más y cada vez más envueltos en la agonía y el sufrimiento.

Me doy cuenta que, ante la duda, el amor es la respuesta. Pues amándolas a ustedes, el miedo y la tristeza se vieron superadas por el calor de la paternidad.

Elegí estar y ser; escogí y la duda se fue. Ustedes, son el amor a mis ojos y lo serán siempre, ahí donde están ahora.

Cada día que elijo amar, aun sufriendo, entiendo más la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. Quien amando nos eligió y sufriendo nos salvó, por el mismo amor que lo impulsó. No se escatima nada cuando se ama y Cristo se ofrendó todo.

Hoy sé que ofrecer el corazón y amar, es lo más cercano que hay a subirse a la Cruz de Cristo, porque uno se da todo y dándose todo es como se vive.

Lo aprendí de ustedes, mis amores; y ustedes me lo enseñaron sin decir una palabra.

Su papá las ama eternamente.

Lecciones de un amor que no conocí.Where stories live. Discover now