Sobre las cosas difíciles

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Sobre las cosas difíciles.

Es muy fácil amar a un hijo. Si, definitivamente lo es.

La sociedad de hoy en día ve con mucho temor la concepción de los hijos y es porque este es un lazo que no se va a desaparecer nunca. Somos una generación de cobardes.

Aceptarlas, mis pequeñas, no fue un asunto fácil. Su padre (este servidor), tenía sus metas trazadas, su plan diseñado. Y ni mencionemos a su mamá, que ni las imaginaba.

Darle cara al hecho de que me iba a enfrentar a ustedes, fue el trago más dulcemente amargo que yo me he tomado del vino de la vida.

Pero llegando al punto de estas líneas, mientras las escribo reflexiono seriamente sobre los asuntos que en mi vida no estuvieron jamás pensados y que de todas maneras sucedieron. Y todos terminé aceptándolos.

¿por qué tendría que hacer diferencia con ustedes? ¿Por qué debía ser egoísta en mi corazón? ¿Qué culpa tienen ustedes de los actos que yo realizo? ¿Acaso tener relaciones sexuales no tiene como producto la concepción de la vida?

Hemos vuelto difíciles cosas que son realmente normales. Con el egoísmo que se carga dentro, en estos días, en esta época del mundo, es difícil poder apreciar más allá de nuestros hombros y nuestras narices, el bienestar que podemos ofrecer a los demás si tan solo cedemos un poco y si nos hacemos responsables de asumir las consecuencias de nuestros actos.

Mi mente humana y débil, ha traído a mi mente la posibilidad de abandonarlas en un aborto. No quiero decirles que tuve la plena intención de hacerlo. Fue más como un pensamiento fugaz.

La carne, mi ser, mi egoísmo, trajeron a mi este pensamiento porque toda la última etapa de mi vida he vivido para mi y para mis metas.

Siempre quise ser padre, pero no así, no de la manera que ustedes se presentaron a mi vida.

Los actos de mi corazón, dieron como fruto a ustedes y cuando las tuve en mi mente cobarde aquel momento, tuve los pensamientos más egoístas y, sin embargo, las amé.

De las cosas difíciles que tuve que hacer en mi vida, ustedes han sido las más difíciles y las más sencillas. Han dado escuela a mi corazón y aplacado el egoísmo de mis días. Han abierto un manantial de amor donde antes solo estaba un desierto de dolor y desamor.

La sensación de tener una motivación, un motor, un incentivo, nunca estuvo tan palpable como luego de haber terminado aquella llamada telefónica por la cual ustedes fueron avisadas a mis oídos.

Pensar en el amor que tengo por su corazón me sacó del abismo de mi egoísmo y me llevó a nuevos campos donde el amor corre como fuentes que, en medio de rocas y dificultades, se abre camino.

Dejé de verme como una isla en este mundo, para poder hacerme puente hacia ustedes, que me necesitaban. Y eso, queridas hijas, no tiene precio en este mundo.

Sin decir una palabra, mi corazón seco y sediento, se vio renovado de fuerzas y espinas. Fuerzas que el amor da y espinas que enseñan que amar duele, pero que vale la pena.

Nunca mis ojos les contemplaron, pero mi corazón se ha abierto de par en par, gracias a ustedes.

De las cosas difíciles de la vida abrir el corazón y enseñar a amar, son la cúspide de la influencia en un ser. Ustedes hicieron ambas sin pronunciar una palabra.

Han puesto de pie un corazón azotado y le dieron vida nueva.

Las palabras en el corazón no son tan importantes como la existencia misma y el bienestar de aquella persona que más se ama. Nunca cruzamos palabras, pero el amor fue el más grande que experimenté jamás.

Lecciones de un amor que no conocí.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant