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Wyatt Langford

Me dolía la cabeza a horrores y no sabría decir si se debe al hecho de que cierta pelirroja me ocasionó un buen golpe en la frente esta mañana o si se trata de que una castaña lleve una hora persiguiéndome por toda la fiesta.

Joder, la había besado mientras jugábamos verdad o reto hace tres meses ¡Tres meses! y ya, ahí había acabado, ¿Cuando le di señales de querer algo más?

Respire hondo y me quede viendo a la chica que me tiene verdaderamente flechado desde que la vi por primera vez paseando al perro cuando vine a vivir aquí hace cuatro años.

Cuando descubrí que ella estudiaba en el mismo instituto que yo, la cabeza me dio muchas vueltas ¿Como no me había fijado nunca en ella? Yo estudiaba ahí desde niño al igual que ella. Dios, es que ¡Estábamos en el mismo año! en diferentes salones, ¡Pero el mismo año!

Siempre quise hablarle pero siempre andaba con una cara de culo que incluso llegaba a darme miedo.

Cuando note a la castaña a punto de caminar hacia mí, me aleje y fui directo a la pelirroja.

—Hey— llame su atención, ella volteo con una sonrisa con la que supo distraerme ¿A qué venía? Ah, sí—Hazme un favor.

Y rápidamente junte nuestras bocas.

Sus labios eran suaves y tenían el sabor dulce de la coca-cola que tenía en la mano. Me sorprendió fue cuando ella entreabrió los labios dispuesta a seguir el beso el cual intensifique mas. Al principio pensé por un momento que me alejaría, pero no lo hizo.

Joder, ya puedo morir en paz.

Ella se separo lentamente y trago saliva, se me quedo viendo con una mirada pensadora.

¡Le había robado un beso y me lo había devuelto!

Soy la persona más feliz del mundo.

Voltee hacia un lado y me fije en la chica de la que escapaba dándome una mirada de odio y con los brazos cruzados, se giró meneando su cabello y se fue. Justo entonces Arabella me jalo del brazo y me llevo a un lugar más solo.

Mierda, ¿Esto está pasando? ¿Lo estoy consiguiendo?

Ella impacto su mano en mi mejilla.

No, no conseguí una mierda.

—¿Por qué me has besado?— se cruzó de brazos y frunció el ceño. No pude evitar fijarme en las pecas de sus pómulos y nariz, era hermosa, madre mía.

—No te he visto quejándote, enana.

—Eres un...—me acerqué a ella causando que se callara. Ella alzó una ceja y tomo la iniciativa de acercar su boca a la mía.

Así es enana. Ven a mí.

Pero cuando nuestros labios rozaron, ella subió la rodilla dándome directo en las bolas.

Joder.

Pura mierda es lo que tiene esta chica en la cabeza.

Ella empezó a andar, pero en vez de volver a la fiesta, se fue directo a su casa. Escuche una risa divertida junto a mí.

—Jodete Asher— solté entre dientes en la espera de que el dolor cesara.

—Venga, vamos al penthouse, Nicole y Cora quieren que le llevemos helado.

—¿Y por qué tengo que cumplir sus caprichos?— Inquirí de mala gana. Ambas eran nuestras mejores amigas, y las amaba como a unas hermanas, pero en este momento solo quiero que aquella pelirroja venga a pedirme perdón por lo que me ha hecho.

Por toda la eternidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora